CASTELLÓ. El fútbol ha evolucionado mucho en los últimos años. Los clubes manejan una cantidad ingente de datos individuales y colectivos con los que analizan al milímetro los partidos disputados y preparan los siguientes. Las sesiones de vídeo ya no se componen solo de acciones de estrategia a balón parado (ofensivo o defensivo), sino que muestran a los futbolistas toda suerte de detalles que luego deben saber interpretar en el transcurso del partido. Otra cosa es que todo ello luego sirva para alcanzar el objetivo final, el triunfo. El éxito depende de muchas variables incluyendo, lógicamente, el comportamiento competitivo del rival.
Hoy día, en cualquier club profesional se prepara de manera meticulosa el choque del fin de semana. La estrategia de preparación semanal tiene que ver con lo inmediato (partido jugado y partido por jugar) y, además, con el global de la temporada y las diferentes competiciones a disputar.
Esto nos lleva a una cuestión más compleja en la gestión deportiva de un club profesional: la psicológica. Cada semana cuatro jugadores de la convocatoria acaban sin jugar un minuto y otros tantos se quedan viendo el encuentro desde la grada.
Antaño, los técnicos utilizaban un once fijo que los aficionados recordaban de carrerilla. Solo los contratiempos deportivos forzaban los cambios. Hace unos años, con la participación en tres competiciones de los clubes grandes, aparecieron las rotaciones. El objetivo prioritario de las mismas era alternar a toda la plantilla en las formaciones iniciales para así repartir minutos y evitar la fatiga de los jugadores importantes en el momento clave de la temporada.
Hay casos de éxito y fracaso en ambos modelos de gestión de un grupo. Pero la apuesta por uno de los dos tiene que ver con dos cuestiones. Primero, la homogeneidad de nivel de los jugadores. Si hay gran diferencia entre titulares y suplentes es complicado alcanzar resultados. Y en segundo lugar, "la aceptación de los diferentes roles por parte de los mismos futbolistas", explica a Castellón Plaza David Peris (psicólogo deportivo y profesor en la Escuela de entrenadores de Castelló).
Concretando en el CD Castellón, solo se han disputado cinco jornadas, pero jugadores como Castells, Alcaina o Pablo Roig todavía no han disputado un solo minuto y otros, como Rafa Gálvez, siempre han sido suplentes. Algunos de los citados tuvieron gran peso en las alineaciones de la pasada campaña.
En ésta, Óscar Cano ha iniciado con un modelo muy definido de juego y con un grupo de jugadores casi invariable. La lesión de Regalón le "abrió la puerta de la titularidad" a Verdés. Del resto de habituales, solo Cubillas y Jorge han perdido en una ocasión su condición de titulares. Los resultados refuerzan la idea del técnico.
Pero mirando la temporada a largo plazo, la implicación de todos debe ser clave. ¿Cómo se consigue que estén enchufados aquellos que no juegan? Peris nos da la clave: "Para que exista cohesión en el grupo es importante que haya una definición clara de los roles por parte del entrenador. Sentar unas bases al grupo y seguir con ellas hasta el final”.
La experiencia nos dice que los resultados positivos consolidan siempre las directrices de los entrenadores. Cuando todo va bien es aconsejable que "todos se sientan importantes y eso se consigue cuando los jugadores tienen claro cual es su rol actual, pero que éste puede cambiar en un momento determinado de la competición".
Según Peris, es conveniente "evitar rotaciones excesivas, es más positivo ir introduciendo a los menos habituales si estos son merecedores por el trabajo semanal o por las necesidades puntuales del encuentro”.
El objetivo es que todos sumen en algún tramo de la competición. En este sentido, la disputa de la Copa Federación puede traer consigo oportunidades para alguno de los menos habituales en el once. Ese será el momento para hacer dudar al míster. El momento de cambiar de rol.