EL CUDOLET / OPINIÓN

El ADN romano de los valencianos

21/01/2023 - 

No trato de revivir otra entrega de la saga de Parque Jurásico en València. Steven Spielberg en colaboración con J.A. Bayona son brillantes. El éxito y la fortuna para ellos. No es mi objetivo. Pura fantasía como la de la botas de Romario. Ni tampoco recurro al Carbono 14 para intentar datar a mis posibles antepasados, las probabilidades son remotas, de los esqueletos que yacen en las ruinas del Centro Arqueológico de l'Almoina.

Mañana domingo los valencianos disfrutamos de una jornada de asueto, fecha en el calendario que pasa totalmente desapercibida. Miles de valencianos peregrinarán más a la meca de una multinacional sueca, las playas están cerradas por el mal tiempo, que a visitar la cárcel de San Vicent. Para muchos, esta fiesta, incómoda, comodín de otras es una oportunidad para ensalzar, reivindicar y dinamizar la historia de la fundación de la ciudad. València no es Pompeya, es Valentia. Ambas polis fueron sepultadas  por la violencia y el fuego, y Vicent martirizado por las salvajes hordas del Imperio Romano.

Nadie puede manejar a su antojo las tradiciones. Las tradiciones son del pueblo, y menos aún por una visión revanchista e ideológica de los hechos. Se promociona más la fiesta de la reinas magas, que la redescubrir nuestro pasado romano, fundadores de la colonia que hoy es la ciudad que pedaleamos. Somos una patria chica gracias a la colonización de la vecchia Roma. No solo somos herederos de Jaume I, no hay manera de eixir del bucle melancólico del Penó de la Conquesta. Valencia es anterior a los Fueros. Somos tatatataranietos de Junio Bruto. La fundación de Valentia, 138 AC, es el embrión de lo que somos.

Si en mis manos estuviera la dirección cultural de València, declararía toda la semana jornada de puertas abiertas al enclave subterráneo de Valentia. Hubiera diseñado una ruta para todos los escolares, creando un desfile de legionarios per la vesprada, al estilo de los organizados por las comparsas de Moros y cristianos, promocionando el martirio de Vicent con permiso del clero.

En fin hubiera reinventado con más magia el 22 en el calendario, extendiendo la festividad a toda el área metropolitana, mejorando la conciliación familiar y construyendo esa gran ciudad que somos, y que no hay manera de equipararla a Barcelona y Madrid. Yo seguiré en mis trece sobre el veintidós. Ojalá alguien me escuche…

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