VALÈNCIA. Cualquier trabajo de relevancia en un gobierno autonómico conlleva cierto nivel de exigencia, estrés y presión. El mito de que los asesores -el conocido oficialmente como personal eventual- disfrutan de una vida plácida, tranquila y bien pagada sin trabajar demasiado, no siempre se corresponde con la realidad. Es más, probablemente esa es la excepción de la regla, al menos en una parte importante del Govern del Botànic.
Prueba de ello es la duración de los directores de Gabinete en el Ejecutivo valenciano. El último adiós, publicado esta semana en el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV), es el de Jose Luís Fitó, quien ocupaba este puesto en la Conselleria de Política Territorial y Obras Públicas bajo el mando de la socialista Rebeca Torró. Su sustituto, según fuentes de este departamento, será Eloy Olcina, un profesional del sector inmobiliario que no proviene de la esfera política.
Con esta nueva incorporación serán 29 los directores de Gabinete que han pasado por las 12 consellerias -incluida Presidencia- desde que se iniciara la legislatura en junio de 2019. El cálculo sobre la duración media en el puesto de cada uno de estos asesores indica que apenas duran en el cargo 14 meses, lo cual evidencia el desgaste y exigencia sobre este personal eventual de confianza. Unos trabajadores cuya labor, cabe recordar, está dirigida a organizar la agenda de los consellers, vicepresidentes o presidente, coordinar reuniones, acompañar al responsable institucional y un largo etcétera que se resume en convertirse en la 'sombra' del alto cargo asignado.
Diferenciando por consellerias, solo una, además de Presidencia, mantiene el mismo jefe de Gabinete designado al inicio de la legislatura: es el caso de Economía, dirigida por Rafa Climent, que tiene a Josep Lluís Jordà como mano derecha desde el comienzo del mandato. De la misma manera, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, no ha hecho cambios en el cargo desde que designara a Esther Ortega en el puesto quien, no obstante, en este caso goza del rango de directora general y no de mera asesora.
En la otra orilla, precisamente la Conselleria de Política Territorial y Obras Públicas, donde se ha producido el último cambio, es la que ha tenido más variaciones en esta legislatura: hasta cuatro personas han ostentado la jefatura de Gabinete, si bien en este caso las explicaciones son menos atribuibles al desgaste. El primer titular, Marc Bellvís, fue sustituido durante su baja de paternidad primero por Ana Domínguez y; finalmente, la crisis del Ejecutivo acometida por Puig en mayo de este año llevó al conseller, Arcadi España, a la cartera de Hacienda, llevándose consigo a Bellvís, el único asesor que ha sido jefe de Gabinete en dos departamentos en la presente legislatura. Tras eso llegó Fitó y ahora le sustituirá Olcina.
En cuanto al resto de áreas más movidas en este puesto durante la legislatura se encuentran Justicia -que ya tuvo varios jefes de Gabinete en el Botànic I-; Sanidad, Hacienda, la Vicepresidencia Segunda y Conselleria de Vivienda, y Educación, donde han conocido a tres directores de Gabinete distintos a lo largo del mandato. En cuanto a la Conselleria de Agricultura, ha tenido a dos personas en ese puesto aunque como dato anecdótico, el actual director de Gabinete, Damià Martínez, no aparece en el listado de GVA Oberta pese a estar ejerciendo desde junio de 2021 cuando sustituyó a Juan Ángel Conca.
En cuanto a la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, también ha visto pasar a dos jefes de Gabinete en esta legislatura. En este caso, antes de verano se produjo el relevo de Miquel Real, el único director que había permanecido en el puesto desde el nacimiento del Botànic en 2015. El adiós de Mónica Oltra y la llegada de Aitana Mas le supuso un cambio de rol a asesor, mientras su puesto pasó a ser ocupado por Ignacio Fernando Lara.
Por otro lado, según los datos que ofrece la Generalitat en GVA Oberta, en la actualidad hay 112 asesores designados pero a lo largo de la legislatura han pasado 197 personas en total como personal eventual, lo que indica que ni mucho menos todo el mundo se ha encontrado a gusto -o ha servido- para un puesto que en los últimos años ha tenido una etiqueta peyorativa.