VALÈNCIA. Los Presupuestos de la Generalitat contaron el año pasado con una novedad frente a los anteriores por la manera en la que se articularon las conversaciones entre los socios del Botànic. El jefe del Consell, Ximo Puig, asumió una idea que Compromís y su entonces vicepresidenta, Mónica Oltra, llevaban reclamando años: que la negociación de las cuentas fuera política y tuviera lugar por encima de Hacienda, el departamento que habitualmente recibe las propuestas de cada Conselleria y departe directamente con ellas.
Para ello se escogió un formato determinado. En lugar de que se dedicaran a ello los partidos desde fuera del Ejecutivo, por ejemplo a través del órgano de seguimiento del Pacto del Botànico, se creó una comisión para que lo hicieran desde dentro del Gobierno. Tal fue la escenificación el año pasado, que se dio cuenta de su constitución y de los espadachines designados para el duelo. Una combinación de cargos técnicos y políticos de las tres formaciones en el poder (PSPV, Compromís y Unides Podem).
Esta fórmula supuso un cambio en lo que ocurría hasta el momento. Hacienda, dirigida en aquellas fechas por el socialista Vicent Soler, siempre había coordinado la confección de los presupuestos en su totalidad. Cada año, en septiembre, le llegaba la carta a los Reyes Magos de las Consellerias en cifras como las previsiones de gasto. Una vez las estudiaba, se iniciaba la negociación directa con ellas para ajustar las partidas, lo que siempre incluía algún rifirrafe, hasta que finalmente se cierran a finales de octubre para presentar el anteproyecto de ley que posteriormente comienza su tramitación en Les Corts Valencianes.
Este método radial, sin embargo, nunca había convencido a Compromís, que consideraba que había de poder opinar del conjunto de las cuentas. Algo que creían que nunca se había atendido por parte del PSPV (aunque desde Hacienda remarcaban que siempre han estado abiertos al diálogo). A la coalición, además, se le sumó el año pasado Unides Podem, coalición que entró en el Ejecutivo autonómico en la presente legislatura.
"Las cuentas se abordarán de manera colectiva y colegiada para que cuando lleguen a su aprobación todos los miembros del Consell conozcan el contenido global y no solo su sección. La parte administrativa y técnica irán a remolque y en función del acuerdo político", afirmó Mónica Oltra en septiembre de hace un año.
La creación de esa mesa política supuso bastantes reuniones de sus miembros y que, al menos durante varias semanas, no existieran demasiados enfrentamientos públicos entre el tripartito. Éstos, aunque llevados al principio con discreción, saltaron en las últimas jornadas y el presupuesto acabó presentándose por primera vez fuera del plazo legal.
En el caso del presente año las cosas han cambiado. Para empezar, los actores. Ni Mónica Oltra ni Vicent Soler están ya en el Consell. En su lugar, se encuentran Aitana Mas y Arcadi España. La primera daba cuenta el pasado viernes de que se había sellado un acuerdo entre los tres socios del Ejecutivo para las cuentas de 2023 aunque éste no se ha aprobado todavía (lo hará previsiblemente mañana lunes). Y la conclusión es que se ha negociado de la manera tradicional.
A ello se añade el contexto. Se trata de las cuentas del año electoral –las últimas de la legislatura y las octavas que la izquierda saca adelante– y el Ejecutivo valenciano quería que predominara la imagen de unidad pese a que los desacuerdos han existido.
La comisión política conformada por los tres partidos creada el año pasado, por lo tanto, se ha mantenido. Así lo comunicaron Ximo Puig y Aitana Mas tras el Seminari de Govern de septiembre puesto que Compromís la volvió a pedir. Pero lejos de las numerosas reuniones de 2021, a lo largo de estas semanas se han producido sólo cinco encuentros.
Las negociaciones han sufrido bastante retraso. Respecto al año pasado, de dos semanas. De manera que el calendario para cerrar un acuerdo iba justo. Y el pacto, finalmente, se ha sellado fuera de esa comisión. El órgano, de hecho, no se ha sentado a debatir en toda la semana que ahora finaliza pese a ser la crucial.
Así que, en resumen, todas las consellerias pidieron como es tradicional su dinero. Todas se sentaron con Hacienda para trasladarle sus prioridades políticas. Y el acuerdo de los partidos ha llegado totalmente al margen de la comisión por conversaciones, especialmente entre PSPV y Compromís, dentro de Hacienda y con vicepresidencia. Es decir, lo de siempre.