Cajamar estudia en su Centro de Experiencias cómo mejorar la producción y la sostenibilidad del campo

VALÈNCIA. El Centro de Experiencias Cajamar de Paiporta ha abierto de nuevo sus puertas para compartir los avances de sus últimas investigaciones, centradas principalmente en aumentar la producción agrícola a través de técnicas sostenibles.

El laboratorio se dedica a experimentar en horticultura y fruticultura mediterránea desde 1994 y, en la actualidad, busca introducir nuevas tecnologías con el fin de impulsar la rentabilidad  y competitividad en el sector. Para agilizar el proceso, han creado una incubadora aceleradora de startups que les ha permitido seleccionar 62 de un total de 300 ideas presentadas, marcando así una hoja de ruta a seguir basada en la innovación y transferencia de conocimiento. 

Así lo avanzaron este jueves el director de Desarrollo Sostenible de Grupo Cooperativo Cajamar, Roberto García Torrente, y el director del Centro de Experiencias de Paiporta, Carlos Baixauli, en una visita guiada por las instalaciones. En este espacio, se lleva a cabo el estudio de más de 300 variedades de frutas y hortalizas —por ejemplo, pimientos, melones, tomates, higos, berenjenas o caquis—, dando como resultado una amplia gama de curiosos productos de todas las dimensiones, colores y sabores.

De las investigaciones en marcha, Roberto García subrayó la sensorización como una de las más útiles, ya que permite ahorrar hasta un 25% de agua. Consiste en la instalación de sensores que indican a tiempo real la situación del cultivo, facilitando la capacidad de reacción a la hora de aplicar agua o fertilizante e intervenir ante la presencia de plagas. "La sensorización ha evolucionado, surgen empresas que hacen una interpretación de lo que miden esas ondas y la misma lectura genera un riego automático cuando el suelo llega a cierto nivel de humedad. Comparamos nuestro sistema de riego con esta herramienta", añadió Carlos Baixauli.

Asimismo, Baixauli señaló la implantación de cubiertas vegetales e infraestructuras verdes alrededor de las parcelas para fomentar métodos de control biológico. En la misma línea de respeto al entorno y con el fin de evitar la desinfección química, se opta por cultivar plantas biocidas como coles o rábanos—aquellas capaces de acabar con microorganismos nocivos para el cultivo— para enterrarlas y reducir la presencia de enfermedades o plagas de suelo.

En cuanto a las fórmulas de descarbonización, el centro trabaja en colaboración con la Universitat Politècnica de València, la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y Projar en el proyecto Terrax, un sistema para captar el CO2 ambiental y paliar su exceso en la atmósfera. En este caso, se aplica en jardinería vertical (cultivo sin suelo).

Por otro lado, el proyecto Harnesstom también es uno de los más llamativos. Este busca modificar la genética del tomate para crear variedades resistentes a las altas temperaturas, de mínimo 30 grados, con el objetivo de poder adelantarse al cambio climático. Así, será más sencillo hacer frente a las sequías, cada vez más frecuentes.

De esta manera, los técnicos adaptan sus estudios al contexto actual y tratan de reinventarse para dar respuesta a los desafíos emergentes. Aparte de todas estas actuaciones en defensa del medio ambiente, el Centro de Experiencias destaca por su gran capacidad de producción. Un ejemplo de ello es el cultivo superintensivo de higuera iniciado en 2019 para "intensificar la producción en base a incrementar la densidad de plantación". Este año, se prevé un rendimiento en torno a 100.000 kilos por hectárea de la variedad brown turkey.

Grupo Cajamar aprovechó la cita para presentar CX Tierra, un cuaderno de campo digital desarrollado por Plataforma Tierra. Así, más de 200 profesionales entre los que se encontraban agricultores, técnicos y empresarios conocieron esta nueva herramienta que facilita el registro de datos y procedimientos realizados en una explotación agrícola.