VALÈNCIA. Han pasado tan solo un par de semanas desde el fallecimiento de Santiago Grisolía, pero en la esfera institucional, su papel en el Consell Valencià de Cultura va a suponer una revolución cuyos estatutos dejan una situación complicada que tanto el propio CVC como Les Corts y la Generalitat están capeando. Se abre ahora una situación inusual en el organismo, que suele renovar sus miembros de manera periódica y sin grandes sobresaltos. Pero se repite ahora lo mismo que ocurrió con su primer presidente, el poeta Juan Gil-Albert, que falleció en 1994 ostentando la presidencia de la entidad.
A lo largo de estos días, ha tomado la presidencia de manera interina la vicepresidenta, Dolors Pedrós Company, propuesta como miembro del CVC por Compromís, que ocupa este cargo desde diciembre de 2021, tras un pleno polémico. Pedrós será la que, hasta que se estabilice la situación del ente, tomará las riendas. Ya ha firmado dos órdenes publicadas en el Diari Oficial de la Generalitat: las que vuelven a confiar como personal eventual a Inmaculada Bartual Tordera y a Maria Victoria Álvarez Arana, que ejercen de gerente y asesora de prensa respectivamente. Ya lo hacían, pero al estar ligadas a la presidencia de Grisolía, el cambio titularidad ha provocado este nuevo nombramiento.
En 2024, Les Corts tienen que renovar a la gran mayoría de miembros del Consell, y entre ellos, debería haber estado Grisolía, del que se podría haber prescindido o revalidado como presidente. Ahora, hay una urgencia mayor: el fallecimiento del bioquímico deja un hueco por cubrir en el Pleno, que además es el más importante. Se abren ahora dos procesos paralelos: Les Corts han de nombrar, con mayoría cualificada de dos tercios, un nuevo miembro; mientras que Presidencia de la Generalitat ha de asignar, de entre todos los miembros de la entidad, quién asumirá la presidencia. La lógica política —explican fuentes cercanas al CVC— dice que Les Corts buscarán el consenso de un gran nombre de la cultura o la ciencia valenciana para que sea la misma persona el nuevo miembro y el presidente. De esta manera, todo se retrasará pero Presidencia asumirá el consenso político. Sin embargo, no están obligados a ello.
Por otra parte, fuentes de Presidencia afirman que su intención es la de “abordar el proceso cuanto antes, pero siempre respetando los procedimientos y los tiempos”. Sin pausa pero sin prisa. Puig tiene la última palabra para designar al sucesor de Grisolía, pero no parece que se vaya a resolver antes de que se reanude la rutina política tras el verano.
Los estatutos, por su parte, también señalan (en su artículo 20) que “en caso de muerte, remoción o incapacidad del presidente, también cesarán a la vez el vicepresidente y el secretario. En este caso, el nombrado para tal función de Presidente propondrá al Consell Ple un vicepresidente y un secretario, el mandato de los cuales finalizará el día que habría expirado el de los miembros las vacantes de las cuales cubren”. Este artículo aún no se ha aplicado y nombramiento de Pedrós como presidenta interina no se refleja de manera explícita en ninguna parte del nombramiento. Por eso también es capital abordar el proceso de manera rápida.
El reglamento pone palos en la rueda en un proceso que, por el hecho de implicar a 2/3 de Les Corts, se puede alargar todo lo que quieran los grupos parlamentarios, a pocos meses de las elecciones autonómicas. El relevo de Grisolía será todo un reto político. Las fuentes consultadas no se atreven a apostar por ningún nombre concreto.