lo "investiga" deborah gómez

El crimen de David Lynch en ‘La ternura del desecho’

27/12/2023 - 

VALLÈNCIA. David Lynch no solo es un cineasta, que escribe, dirige y (en algunos casos) actúa. Aunque muchos no lo sepan, también es artista multidisciplinar de música, pintor y fotógrafo. Incluso ha trabajado como publicista en sus ratos libres, si es que con tantas ocupaciones los tiene. Estas pasiones, o la mayoría de ellas, quedaron al descubierto en la Sala Parpalló de València en mayo de 1992, a través de la muestra La ternura del desechoen la que expuso algunas de sus fotografías y pinturas que desvelan su lado más humano y, a la vez, más oscuro. 

La muestra, ahora interpretada por la diseñadora Déborah Gómez, pudo suponer un acercamiento a su manera de ver el mundo a través de fotografías de objetos abandonados o sitios inhóspitos en las que Lynch encontró algo de vida, mostrando así su lado más intimo. Estas imágenes, a ojos de Gómez "muy perturbadoras”, le llevan a imaginar a Lynch como algo más allá del publicista, director o músico en su libro de artista La ternura del desecho, donde añade un nuevo acometido al polifacético Lynch y lo imagina como asesino.

El libro está plagado de pistas policiales en las que Gómez reinterpreta las fotografías de Lynch y pone al lector ante un supuesto crimen. La diseñadora se deja llevar por su imaginación para plantear hipotéticos escenarios generados por el propio Lynch a través de las imágenes de aquella exposición. “Cuando ves este expediente, te cuestionas si la obra forma parte del guión de una de sus películas --por supuesto si conoces al cineasta-. Si estás involucrado con el mundo de las fotografías irás a los detalles e intentarás decodificar símbolos, composiciones… Si no conoces absolutamente nada de estas obras o de él, podrías llegar a pensar que son hechos reales, que Lynch es un asesino, sobre todo si lo recibes fuera de contexto”, añade la autora, quien busca que el lector, de acuerdo a sus experiencias, interprete o reciba las pruebas de una forma y otra.

Trozos de tubería, cabezas de muñecos y demás elementos son pruebas clave del expediente criminal del asesino: “Así Lynch dejaba de ser el fotógrafo, director de cine y artista: ahora sería el actor, aunque, en realidad, ya lo ha sido en alguna película, pero esta vez era protagonista”, aclara Gómez. Con ello comienza la construcción del “caso surrealista con número 75234” en el que la autora se apoya también en el perfil del -no sólo- cineasta para darle un toque de realidad al asunto y generando un divertido juego con todo tipo de detalles, hasta con una carpeta que registra la fecha y el nombre de las personas que consultaron las evidencias, en este caso, fotografías capturadas por cámaras de laboratorios, en las que supuestamente se logra ver la cara del asesino: "Estas permiten que el espectador se imagine que el criminal es consciente de que está siendo visto, simula como si tapara la cámara con una mano, pero aun así va a por su recompensa".

El lado "más criminal" de Lynch queda al descubierto a través de una entrevista con Kristine McKenna, en la que pareciera que la entrevistadora intenta componer un perfil oscuro del protagonista: “En la entrevista parece que ella va a por lo negativo de Lynch, y elabora un perfil sobre él que para mi no se encaja de todo con su realidad. Para mí él encuentra belleza en lo cotidiano aunque sea perturbador, lo positivo que saco de la entrevista es que él mismo mira lo cotidiano con la perspectiva e ingenuidad de un niño y llama a una interpretación más simple de la vida, sin temerle a lo que está por venir”.

Gómez convierte esta entrevista “oscura” en una sesión de terapia entre Lynch y McKenna, poniéndola a ella en el papel de la psiquiatra para hacerlo todo más real. A esto se le suma que el libro de artista contiene todo tipo de elementos dignos de investigación: una bolsa de plástico con pruebas, una ficha criminal, sobres confidenciales con algunos tintes de localizaciones de películas suyas, y un informe que lo hace ver de alguna manera como un psicópata. Con todo esto, junto a las imágenes, la autora de La ternura del desecho crea el paseo visual por un crimen perfecto en el que conocer a Lynch de otra forma.

La interacción con el caso va más allá del propio Lynch; para Gómez cualquier lector que acceda a La ternura del desecho sencillamente buscará los porqués del misterio y, de esta forma, el protagonista pasa a ser el otro: ni él ni ella diseñadora, ambos “desaparecen de la obra” y dejan paso al lector. Lo hacen para dar espacio a algo nuevo, una investigación para explorar una lectura más creativa: “Lynch hace hincapié en que antes le faltaban cosas materiales, pero aún así no dejaba de crear, sus preocupaciones eran: si le faltaban lienzos o espacio donde desarrollar sus esculturas, ahora le falta tiempo, como al resto de la sociedad”, matiza Gómez, quien se da ese tiempo frente a un eterno crimen sin resolver.

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