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al otro lado de la colina / OPINIÓN

El espectáculo de la guerra

Los clásicos escribían acerca del Teatro de la Vida, y como la guerra también forma parte de nuestro devenir, estamos presenciando una clara representación de una tragedia en mayúsculas en las fronteras orientales de Europa

9/04/2022 - 

Toda tragedia, heroicidad o epopeya humana ha tenido a lo largo de la Historia sus poetas, trovadores, o artistas en general que las relatasen. Desde Homero con su Ilíada, o los cantares de gesta de los juglares que difundían la Canción de Rolando o el Mio Cid, o el Parsifal (tan cercano a nuestro Santo Cáliz) de Richard Wagner, hasta la filmografía revolucionaria a modo de biopic en blanco y negro que exaltaba los ánimos del proletariado a principios del siglo XX, llegando al moderno entretenimiento de las películas de acción o de esos informativos muy formativos pero también deformativos de la realidad.

Uno de esos ejemplos, que aunque notorio e investigado, realmente no es muy conocido por el público en general (prueba de que las sucesivas reformas educativas están consiguiendo tener adocenados a las jóvenes generaciones), es el caso de William Random Hearst, gran empresario norteamericano de medios de comunicación que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, y que inspiró aquella gran y premiada película de Orson Welles llamada “Ciudadano Kane”, que cuando envió a finales del siglo XIX un dibujante para que reflejara los acontecimientos independentistas en la provincia española de Cuba, le espetó “Tú haz los dibujos, que yo pondré la guerra”, tras telegrafiarle éste desde la Habana diciéndole que estaba todo en calma y que no existía conflicto. Después ya saben, todo un relato epopéyico aprovechado por una oligarquía local (que contaba con más privilegios como españoles que los ciudadanos peninsulares) y que para seguir aumentando los beneficios de sus latifundios de caña de azúcar presionaron para alargar todo lo posible la esclavitud, prohibida en la isla en 1886 mientras que en la España peninsular lo estaba desde 1837 (pero ya vilipendiada por Alfonso X el Sabio en las Siete Partidas), mientras se prohibía en los Estados Unidos de América con la décimo tercera enmienda constitucional en 1865; que entre comprar los productos españoles cubanos prefirieron quedarse con la isla entera con la ayuda de los siempre tontos útiles, en este caso parte de las elites económicas, compuestas por terratenientes y burguesía criolla, no es de extrañar pues es usual en estas historias que se opte por los necios y siempre codiciosos independentistas.

Porque no hay que olvidarse que entre otras muchas cosas la guerra, ese fenómeno que exalta la vida y la muerte de pueblos y personas, es un gran negocio además de todo un espectáculo, ésta puesta en escena es aprovechada por aquellos que hacen caja de este terrible sufrimiento humano, pues el sentimentalismo y el sectarismo que provoca, hace que se pasen por alto los controles, no solo legales y morales sino de la inteligencia y del raciocinio, por lo que la manipulación es más fácil, ya se saben que la primera víctima de la guerra es la verdad, como escribió Esquilo de Eleusis hace 2500 años.

Aquí hace negocio todo el mundo, Rusia sigue haciendo caja a pesar de los pesares y de la imposición de sanciones económicas, una medida entre el Soft & Hard Power, porque con los altos precios del gas en Europa, principalmente centro y norte, se financia la campaña bélica rusa con esas facturas del gas, además de que cada vez que Rusia incrementa sus conquistas en el Este y sur de Ucrania un solo metro cuadrado, aumenta sus activos en territorios repletos de recursos y materias primas de primer orden; los norteamericanos también se benefician con la venta de gas licuado a Europa; los chinos seguramente irán de rebajas y comprarán empresas rusas o mejorarán su posición en las mismas, etc. etc. etc.

Y siempre al final pierden las personas, el común de los mortales, la parte más débil, la población civil, y es así como el debate de estos últimos días, incluso semanas, es la posible comisión de crímenes de guerra con esas terroríficas imágenes que inundan nuestros telediarios y en las que se puede ver las asesinatos acaecidos en la localidad de Bucha (Ucrania) que con los antecedentes ruso-soviéticos a lo largo de la Historia, Segunda Guerra Mundial o guerra de Chechenia no es de extrañar. Pero también se acaba de publicar nada más ni nada menos que por el New York Times (nada sospechoso al respecto) un artículo de Evan Hill del 6 de abril, acerca de la existencia de un vídeo de posibles crímenes de guerra por parte de tropas ucranianas contra soldados rusos, más de lo mismo, el horror de la guerra que exige siempre una investigación independiente. Aunque ya les adelanto que la aplicación de todo el peso de la ley internacional sobre los anteriores crímenes (y los que hayan habido) es muy difícil, para empezar ni Rusia ni las principales potencias mundiales, USA el líder occidental, China líder de la cultura sínica-oriental, India líder del hinduismo, Iran líder de los musulmanes chiíes, Arabia Saudí líder musulmán del wahabismo o Turquia gran país musulman sunní, etc. han ratificado el Tratado de Roma, por el que se implementa la Corte Penal Internacional, pero aún hay más, incluso la propia Ucrania no lo ha ratificado, y por eso todo lo dicho respecto a juzgar a Rusia, o mejor dicho a Vladimir Putin por el delito de agresión y a sus tropas por crímenes de Guerra, puede quedar en nada o sin efecto, y simplemente en una acción propagandista de toda guerra; porque o bien un Estado firmante del tratado o el Consejo de Seguridad de la ONU remiten los crímenes a la CPI, lo que no es posible porque Ucrania no ratificó el Tratado y Rusia vetaría su remisión desde el Consejo de Seguridad, o de oficio la Corte puede investigar si un Estado no firmante lo acepta, cosa que parece que Karim Khan, el actual fiscal jefe de la CPI, ha iniciado uniendo el caso a lo ya investigado por los sucesos de Maidán y la ocupación de Crimea, que a pesar del tiempo pasado, ocho años, no ha tenido efectos prácticos.

Por otra parte, además de esos terroríficos efectos de posibles crímenes de guerra, también existen otras consecuencias que no percibimos, pues la niebla de la guerra, como decía Carl von Clausewitz, nubla el entendimiento y esconde o enmascara  otros conflictos en el mundo, como el de Tierra Santa. Otro conflicto congelado que está teniendo su estacional escalada de atentados, ahora que llega la Semana Santa, la Pascua Judía del 15 al 23 de abril y del ya comenzado Ramadán el primero de abril, donde se han producido tres atentados la semana pasada y uno está misma, con 15 muertos, tras frustrar una quincena de atentados en los últimos días, siendo dos reivindicados por el Estado Islámico y otros dos cometidos por lobos solitarios y el efecto imitación, volviendo a traer el fantasma de la Intifada a nuestro imaginario, eso si los representantes palestinos, Hamas, Yihad Islámica, Al Fatah y otros han elogiado esos asesinatos, así difícil que llegue la paz por aquella tierra más que sagrada, ensangrentada.

E incluso en toda guerra existen efectos colaterales, y algunos de ellos nos afectan directamente como son los económicos, y no me refiero sólo a las alzas de los precios del gas y de otros recursos energéticos, por ejemplo, si no al daño reputacional contra la marca Comunidad Valenciana (incluso España) cuando una empresa valenciana como es Porcelanosa, es citada por el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski poco mas o menos como colaboracionista con Rusia, y que exige una rectificación, pues Héctor Colonques el presidente de la cerámica y uno de sus fundadores, ha expuesto claramente que es un craso error. Además justo cuando acaban de publicarse los datos del record de exportaciones valencianas, precisamente en el sector cerámico del año 2021 con un incremento de casi el 25% respecto al año anterior, una pena. Parece que el daño reputacional a la Comunitat vuelve, además de con esos casos judiciales y de corrupción relacionados con políticos valencianos que ocupan los titulares de los telediarios nacionales, esto es un continuo Dé vu que no nos permite levantar cabeza.

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