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MINORÍA ABSOLUTA / OPINIÓN

El eterno viaje al centro

21/10/2021 - 

Pedro Sánchez estrenó en Valencia su reelección como secretario general del PSOE proclamando la socialdemocracia como bandera de su nuevo mandato. En su discurso llegó a repetir la palabra socialdemocracia en decenas de ocasiones para que nadie tenga dudas de cuál es el camino.

El PSOE de Sánchez ha pasado del ‘somos la izquierda’ que mandó en el anterior congreso federal al somos socialdemócratas de este último cónclave. Un movimiento táctico para ensanchar espacio, acercarse al centro e intentar recuperarse electoralmente.

Una decisión con el plácet del partido que mostró un inédito cierre de filas, una unidad que busca más que mimetizarse con los expresidentes, recuperar a ese electorado socialista más conservador, más clásico.

El camino hacia el centro es un viaje recurrente. Tras el histórico Congreso de Suresnes, Felipe González en 1979 proclamó el abandono del marxismo como ideología oficial del PSOE y años más tarde empezó a encadenar mayorías absolutas. En el PP lo hizo Aznar para ganar por primera vez al PSOE. Actualmente, también es el camino elegido por Casado. Tras la moción de censura de Abascal rompió con Vox e inició su propio viaje hacia el centro.

La mayoría de los analistas coinciden en señalar que es en el centro donde se ganan las elecciones, con mayor relevancia ahora que Ciudadanos, la fuerza que se erigía como representante de este espacio, está en caída libre.

El centro es el mainstream de la política. El lugar de encuentro para los moderados, o un espacio común para los que cambian de opinión, o para los defraudados, desencantados o simplemente desinteresados.

Tras tantas decepciones y desafecciones se ha deshinchado la ilusión por defender unos colores. No hay lealtades permanentes. Ya quedan pocos para siempres.

Los trasvases de votos son cada vez más frecuentes. La ideología clásica de encasillarse en una opción pierde fuerza, cada vez hay más matices, más grises.

El centro se ha convertido en el espacio decisivo, porque son los fieles y leales votantes quienes aseguran el suelo electoral de los partidos, pero no la victoria. En los mundos de Tolkien diríamos que está en manos de los hobbits quienes en apariencia carecen de poder, pero son finalmente quienes decantan la balanza.

Por eso los partidos cada vez apuestan por postulados menos ideológicos y más prácticos. En el bloque de la izquierda su centro se llama transversalidad. Yolanda Díaz quiere liderar esta idea que defendió Errejón en Podemos hasta que el aquelarre de Vistalegre II le arrasara y ganara la opción de Iglesias con un Podemos mesiánico más radical y más a la izquierda. Aunque Errejón demostraría después con Más Madrid que su fórmula era mucho más exitosa.

También en el ámbito nacionalista se tiende hacia postulados más moderados. En su último congreso el Bloc paso a ser Més Compromís, un restyling de marca para ser más sociales y menos nacionalistas, ya no les interesa profundizar en las raíces identitarias, y buscan un perfil más transversal.

El president Puig hace tiempo que también dejó de lado sus querencias más identitarias para centrarse en el cargo institucional con la prudencia como su leitmotiv.

Menos Podemos y Vox que están en los extremos, el resto quieren jugar en el centro del tablero, donde hay más votantes para convencer.

Como explica el ensayista estadounidense Mark Lilla las grandes divisiones ya no se producen entre las personas de izquierdas o derechas, sino “entre quienes están cómodos en la cultura y economía global y quienes no. Por eso los problemas provienen en todos sitios del populismo y las identidades”.

Lo bueno de este camino hacia el centro es que evidencia que existen espacios políticos comunes. Unos nuevos espacios para llegar a acuerdos y negociar. Así lo entienden en otros países como Alemania. Olaf Scholz ha revalorizado la socialdemocracia que quiere recuperar Sánchez. Todo apunta que llegará a la cancillería y formará gobierno con tres partidos tan dispares como los liberales, los verdes y los socialdemócratas.

Una coalición impensable en España, a no ser que en Andalucía nos sorprendan y lleguen a un acuerdo entre PP y PSOE para pactar los presupuestos dando una lección de entendimiento y normalidad. Como dijo Suárez, el primer líder del centro de nuestra democracia, elevemos a categoría política de normal lo que en la calle es plenamente normal.

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