La primera obra que el Tibio leyó de Dragó fue su impresionante Gárgoris y Habidis: una Historia mágica de España. Habida cuenta de que el Tibio se había interesado por lo esotérico, el libro le gustó bastante. Luego leyó El camino del corazón. Aun sin constituir una prosa de gran categoría, de nuevo la temática le interesó. Hay gente que cree que las casualidades se repiten en la vida de cada cual, mientras que otras, con Jung, tienden a pensar que esas aparentes aleatoriedades tienen alguna clase de profundo significado. No serían casualidades insignificantes, sino sincronicidades significativas. Piensan que, como decían algunos griegos, el azar es el lenguaje de los dioses.
Esas dos escuelas diferirán la interpretación del hecho de que el Tibio conociese personalmente a Dragó en 2005, con motivo de la Exposición Universal celebrada en Japón. El brillante consejero autonómico Francisco Marqués, que organizó una visita de autoridades, empresarios e intelectuales de la Región, tuvo la gentileza de invitar al Tibio. Y hete aquí que un buen día se encontró intentado comer delicias japonesas desde un banquito muy bajo, enfrente del cual se aposentaba Dragó en otro banquito igualmente incómodo.
Si no disfrutó de la comida, sí de la conversación, en cuyo curso expuso Dragó una parte de los conocimientos esotéricos que, según él, había aprendido fundamentalmente en la India. De ese modo, había pasado de ser un revoltoso y jaranero joven que se oponía al franquismo a un inclasificable tipo que solo creía en la evolución espiritual de cada uno, que no en la social de ningún colectivo. En ese sentido, valoraba la libertad como uno de sus valores supremos, un criterio que el Tibio compartía.
Y en uso de su libertad, el espiritualista Dragó decidió incorporarse a la Fundación Ingenio, presidida por Abascal, el dirigente de Vox. Sentían entre ellos una mutua e inesperada atracción, basada la de Dragó en el hecho de que Abascal se había atrevido a militar en el Partido Popular del País Vasco Español cuando ETA todavía asesinaba con frecuencia a ese tipo de gente. Para atreverse a eso se necesitaban arrestos y Abascal los tenía. Y, en esa senda, Dragó promovió la candidatura de Tamames para protagonizar la moción de censura al presidente Sánchez planteada por Vox, cuyo desenlace conocen los lectores.
Ahora la Fundación Ingenio acaba de perder a uno de sus principales intelectuales, con lo queda indudablemente disminuida. Es pronto para saber si se trata de una sincronicidad que anticipa el declive de Vox. Están recientes las declaraciones de Esperanza Aguirre, la expresidenta de la región madrileña, de que muchos afiliados al PP se trasladaron a Vox porque el gobierno de Rajoy falló a los españoles al no impedir el referéndum de independencia de los separatistas catalanes en 2017. Y lleva razón Esperanza, pues el referéndum se celebró a pesar de que el gobierno español disponía para evitarlo de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia.
Pero, estúpidamente, confiaron en el mayor Trapero, de los Mozos de Escuadra, cuyas simpatías por el separatismo eran obvias. Naturalmente, los ministros fracasaron e incluso se les fugó Puigdemont, heroicamente escondido en el maletero de un automóvil. Además, los ministros agravaron su incompetencia dudando en aplicar el artículo 155 de la Constitución para controlar la situación en Cataluña.
Y, cuando se decidieron, se plegaron al deseo de los criptoseparatistas del PSC de dejar en funcionamiento TV3, la máquina de propaganda antiespañola que acaba de burlarse de la Virgen del Rocío y del acento andaluz, esos hombres inacabados en opinión del cleptócrata Pujol, y con taras en el ADN, en opinión del oportunista Torra.
En suma, que la vicepresidenta Soraya y el ministro Zoido fracasaron en reprimir a los racistas catalanes, por lo que el rey tuvo que pronunciar su enérgico discurso en defensa de España y la Constitución. En aquellas circunstancias, en la que solo los jueces nos protegían, Dragó aceptó capitanear la Fundación Ingenio y el Tibio decidió apoyar a Casado en las primarias del PP.
Fallecido Dragó y retirado el apoyo del Tibio a Casado a causa de su demencial arremetida contra Ayuso, se abre el interrogante de si el tándem Feijóo-Ayuso sabrá defender la nación española con más que eficacia que sus predecesores. Urge porque es indiscutible la apuesta por la plurinacionalidad por parte de Podemos, Sumar, PSC e incluso del PSOE comandado por Sánchez. Si lo hiciesen, quizás recuperarían parte de lo emigrado a Vox: si titubeasen, el proyecto de Vox seguiría creciendo y su único problema sería decidir si quieren sustituir a Dragó por algún otro intelectual suficientemente excéntrico o dejan que decaiga pacíficamente. Esa es la cuestión que plantea el óbito de Dragó, a quien solo cabe desearle que se sienta feliz en el mundo de los espíritus en el que él creía.
JR Medina Precioso