VALÈNCIA. Cuando hace unos meses el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) anunció que una de las citas clave de su programación sería una exposición en torno a la Ruta del Bakalao no fueron pocos los que miraron con curiosidad. Y no es de extrañar. Conscientes sus impulsores del "estigma" en torno a ese periodo, que una de las grandes instituciones museísticas de la Comunitat Valenciana apostara por revisarla desde sus salas es mucho más que un símbolo, todo un espaldarazo para impulsar estos años de investigación desde los márgenes. Y de eso son bien conscientes sus creadores, Alberto Haller, Moy Santana y Antonio J. Albertos, quienes han dado forma durante dos años a Ruta gráfica. El diseño del sonido de València, una exposición que revisa la producción en materia de ilustración durante esa época, un relato del que han participado firmas tan relevantes como Paco Roca, Daniel Torres o Quique Company. “Es un motivo de orgullo que una institución tan importante como el IVAM haya apostado por este proyecto”, destacó Haller durante la presentación de la muestra. En similares términos se expresó el director de la Capital del Diseño, Xavi Calvo, quien reconoció el papel del museo para “elevar” el diseño en sus salas. El IVAM ha dictado sentencia: la Ruta del Bakalo es arte y cultura.
Este proyecto es importante por muchos motivo, pero uno de los principales es que se trata de una de las primeras investigaciones que mira a la Ruta desde el punto de vista gráfico, un trabajo que ha querido recuperar piezas olvidadas en archivos privados, muchas de ellas en mal estado y sin ninguna institución encargada de su conservación. De hecho, el proyecto parte de la colección privada del propio Moy Santana, que durante el confinamiento a causa de la pandemia comenzó un proceso de digitalización de los carteles y flyers que custodiaba. “No había desde la Historia del Arte ningún volumen que contara esto […] Por fin se puede contar la Ruta desde un punto de vista gráfico”, subrayó Alberto Haller. Por su parte, la directora del IVAM, Nuria Enguita, tildó de “necesario” un proyecto que se integra en el contexto de la rica colección de carteles que custodia el museo. Ni por encima, ni por debajo.
"Es importante reconocer esas imágenes, el trabajo que hicieron los diseñadores e ilustradores en la creación de la estética de toda una generación. Su contribución fue fundamental para que València, junto a otras ciudades del España, fuera un lugar donde la creatividad y la fiesta explotaron después de una larga dictadura", explicó la directora del museo. "Nunca es tarde para contar el relato y València se está empezando a tomar muy en serio el relato del diseño". Y es precisamente la generación de este relato uno de las obsesiones de este proyecto, que quiere poner negro sobre blanco la creatividad de este periodo en el ámbito del arte y de la investigación, investigación sobre la Ruta que se ha llevado a cabo en estos años con proyectos destacados como la obra de Joan Oleaque, aunque de manera más bien aislada. "Somos muy buenos falleros y malos storytellers, acabamos una cosa la quemamos y vamos a otra cosa", apuntó Xavi Calvo, quien lamentó el "poco reconocimiento de la historia del diseño valenciano".
La exposición hace un recorrido por la producción gráfica generada en torno a la escena de clubs en los años 80 y 90, una subcultura de ámbito local que se convirtió en todo un símbolo. A través de más de un centenar de carteles se realiza un exhaustivo viaje por esa creatividad que explotó tras los años de dictadura, una ansiada libertad que se tradujo en la pista de baile y, también, de la mano de unos ilustradores y diseñadores que fueron los encargados de plasmar ese espíritu a través de sus obras. Obras que, claro, no eran vistas entonces como piezas de arte, sino como un material puramente comunicativo, por lo que muchas de ellas no están firmadas y otras tantas han desaparecido. Entre los nombres vinculados a esa producción se encuentro algunos tan relevantes como Sento Llobell, Micharmut, Daniel Torres o Mariscal, firmas que pusieron cara a espacios míticos como Barraca o Metropolis.
“Algunos de los carteles de la Ruta se han convertido en auténticos iconos”, destacó Nuria Enguita durante su intervención. Efectivamente, la imagen de Spook o Chocolate todavía queda en la memoria popular, aunque sin duda uno de los proyectos clave, y que tiene una sección destacada en la exposición, es el de ACTV, un proyecto impulsado por Quique Company y Paco Bascuñán que cambió la manera en la que las discotecas de la Ruta se enfrentaban a la imagen desde un punto de vista profesional. Estas obras forman parte de un todo social aunque, eso sí, no tanto estético. “Es más un movimiento social que está atravesado por una serie de corrientes estéticas, sin una coherencia per se. Esto es lo que se está haciendo ahora tanto con la exposición como con el libro, crear ese relato”, relató Alberto Haller en una reciente entrevista con Plaza. Todas esas historias que dan forma a la Ruta ahora conquistan una nueva pista de baile, la del IVAM.
El goteo de ceses y renuncias dejan un escenario inédito en la Generalitat, que todavía tiene por cubrir dos direcciones adjuntas del IVC, la dirección artística del IVAM y del Centre del Carme o el director musical de Les Arts, entre otras plazas vacantes