CASTELLÓ. Los niños y niñas que nacen antes de la semana 37 de embarazo se consideran prematuros, estos bebés llegan al mundo sin haber culminado su desarrollo dentro del útero materno, por lo que son mucho más vulnerables que los que sí llegan a término. En la provincia, de los 1.274 bebés que nacieron en el Hospital General de Castelló durante 2021, 176 lo hicieron antes de tiempo, lo que representa un 13,8% de prematuridad. Para estos bebés, cuyo desarrollo 'normal' puede complicarse, es esencial el 'método canguro', una metodología que se fomenta desde el hospital castellonense.
Si bien es cierto que existen diferentes grados de prematuridad, -no es lo mismo cuando nacen en la semana 36, en la 32 o en la 25), los bebés prematuros tienen un gran riesgo de sufrir complicaciones a lo largo de su vida, sobre todo en los primeros meses y años de vida. Además, las complejidades derivadas de un parto prematuro son una de las principales causas de muerte en niños menores de 5 años y son las responsables de muchas discapacidades físicas, neurológicas o de aprendizaje.
El 'método canguro' es una forma innovadora para el tratamiento y manejo ambulatorio de bebés prematuros y con bajo peso al nacer. A través del 'piel con piel', el calor, la lactancia materna exclusiva, la posición canguro y el vínculo amoroso entre la madre y el bebé, esta metodología consigue una importante y definitiva estimulación para el neonato, tanto afectiva como orgánica, que supondrá una mejora en su desarrollo respiratorio y cardiaco.
Desde la Unidad Neonatal del Hospital General Unviersitari de Castelló señalan que todos los cuidados en esta unidad "se centran en la familia y en el recién nacido, con apoyo especial a la lactancia y el contacto piel con piel". "Se promueve el método canguro, se tiene en cuenta la luz y el sonido en las estancias. Se hace participes a los padres en el cuidado de los niños y por tanto la Unidad tiene puertas abiertas para los padres, durante las 24 horas del día", añade la jefa del Servicio de Pediatría del Hospital General de Castelló, Irene Centelles.
Tal y como recogen los datos del Departamento de Salud de Castellón, desde 2018 el número de recién nacidos ha ido disminuyendo, sin embargo, la cifra de bebés prematuros ha ascendido levemente en comparación al número de bebés nacidos en los últimos cinco años. "Estos datos son comparables a los recogidos por las principales publicaciones científicas, que hacen referencia a la disminución de la natalidad y leve ascenso de la prematuridad", señalan desde el Hospital General de Castellón.
Al llegar al mundo antes de tiempo, los niños y niñas prematuros no están preparados para la vida fuera del útero, necesitan ayuda para poder respirar, mantener su temperatura corporal o alimentarse y por ello deben pasar un tiempo en la incubadora. Pueden ser días, semanas o incluso meses: todo el tiempo que no han estado gestándose dentro deben hacerlo fuera con ayuda médica.
Además, a los bebés prematuros que nacen antes de la semana 32 y pesan menos de 1.500 gramos se les hace un seguimiento especializado que se mantiene hasta que cumplen 3 años. Se trata de un seguimiento interdiscipinar que engobla a Neonatólogos, Neuropediatras, Neumólogos infantiles, Nefrólogos infantiles, Cardiólogos pediátricos, Rehabilitación y fisioterapia o centros de atención precoz.
Este jueves, el Hospital General de Castelló conmemora el Día Mundial del Recién Nacido Prematuro con una jornada de encuentro con los niños y niñas prematuros nacidos en el centro castellonense en la que habrá cuentacuentos, merienda, 'payasosptial' y otras actividades. Y aunque ellas no nacieron en el General de Castelló, sino en la Fe de València, por las muchas complicaciones en su nacimiento, las trillizas Vega, India y Daniela también celebrarán este día tan especial. Y sobre todo su madre, Andrea Suárez.
Las pequeñas castellonenses son para la mujer que las trajo al mundo "tres milagros". Y no es para menos. Las trillizas nacieron un 25 de agosto de 2016 con 25 semanas de gestación y no pesaban más de 800 gramos cada una. Tan difícil era que las niñas sobrevivieran -pues solo la mitad de niños y niñas que nacen a las 25 semanas sobreviven-, que los profesionales médicos y ginecólogos recomendaban a Andrea abortar. "Me dijeron que si nacían mis hijas no sabrían ni caminar, ni leer, que tendrían secuelas muy graves y que no reconocerían ni a su propia madre", explica Suárez.
Sin embargo, tal y como comenta esta mamá de niñas prematuras, varios comités éticos de los departamentos sanitarios de València y Castelló consideraron que no era legal interrumpir el embarazo después de la semana 24 y finalmente la castellonense dio a luz a sus hijas en el Hospital La Fe, a las que tuvieron que reanimar nada más nacer, tras más de dos semanas ingresada por riesgo de parto prematuro. Las pequeñas pasaron alrededor de tres meses en la UCI y su madre recuerda este tiempo como uno de los más duros de su vida. "La Fundación Ronald McDonald, que está al lado del hospital, nos ayudó mucho, pudimos 'vivir' allí durante ese tiempo y estar cerca de las niñas", cuenta Andrea.
Ahora, a pesar de lo complicado que fue su nacimiento y las pocas esperanzas de los médicos, Vega, India y Daniela son unas niñas sanas y felices que no tienen ningún tipo de secuela. Empezaron a hablar y caminar dentro de los parámetros normales como cualquier niño o niña no prematuro y, aunque tal y como reconoce su madre, eran más propensas a coger resfriados en invierno (con riesgo de neumonía), las pequeñas fueron a la Escuela Infantil y al colegio sin ningún tipo de problema y cuando les correspondió por edad. "Hasta los cinco años han llevado un control médico exhaustivo, pero ahora ya vamos al médico como cualquier niño, la Fundación Afanias me ha ayudado mucho también sobre todo en la estimulación de las pequeñas", señala.