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la nave de los locos / OPINIÓN

Elogio del rojo arrepentido

Foto: H.BILBAO/EP

Algo se mueve en la política nacional. Cientos de miles de votantes del PSOE, desengañados del Gobierno calamidad, se pasan a las derechas. Es un movimiento del que apenas se habla, lento pero continuo, como una lluvia fina que acabará en una riada de votos. Son los rojos que han cambiado de bando 

24/01/2022 - 

Curiosa y admirable es la especie del rojo arrepentido que, lejos de estar en peligro de extinción, cobra vigor a medida que avanza esta legislatura ignominiosa. Hay matices en cada rojo arrepentido, pero todos se sienten decepcionados, cuando no espantados, con el Gobierno de los ricos y los dos partidos que lo sostienen. Como Saulo, también han vivido su caída del caballo camino de Damasco, y por fin han visto la luz. Se han convertido.

Definir lo que es un rojo arrepentido es asunto complejo que requeriría un espacio que no tenemos. Digamos que un rojo no es necesariamente un comunista o su versión más contemporánea, el llamado pijocomunista, que tiene al ministro Garzón como mejor ejemplo. Un rojo, al menos el que yo conozco, es más templado en lo ideológico. Bebió en las turbias aguas de la socialdemocracia felipista. Se consideraba de centro-izquierda, era, para entendernos, un progre, y lo manifestaba con sus hábitos culturales. Leía el diario gubernamental, escuchaba la radio gubernamental (la misma que emite desde los tiempos de Primo de Rivera) y seguía a los novelistas del Régimen, Grandes y Millás, entre otros. No estaba de acuerdo con el PSOE en todo, pero acababa votándolo porque la alternativa, una derecha que veía aún con resabios franquistas, le daba pavor o no le convencía.

Félix de Azúa. Foto: ÓSCAR DEL POZO/EP

Eso comenzó a cambiar con la llegada del luciferino Zapatero al poder. El rojo al que me refiero, que tiene más de 50 años, vio que su izquierda abandonaba a los trabajadores en favor de las minorías lloronas. La izquierda cambió la lucha de clases por la lucha de identidades. En su gestión ha primado la anécdota sobre la categoría, lo irrelevante sobre lo importante, agitando la confrontación social como estrategia para mantenerse en el poder. Ahí estaba Franco para echarles una mano. Les convenía que hubiese tensión.

De la mano de reaccionarios vascos y catalanes

El rojo descrito se desengañó por completo cuando el actual líder socialista formó Gobierno gracias al apoyo de reaccionarios vascos y catalanes. Poco más de dos años le han bastado para convencerse de la necesidad de pasarse a la otra orilla del río, a la orilla derecha en la que convivimos gente de diferentes sensibilidades, taras e ideas. Nos une, por encima de todo, el rechazo al actual Régimen putrefacto.

Sé de lo que hablo porque trato con dos rojos arrepentidos, uno compañero ya jubilado y otro camino de serlo. El primero hace votos para que el Gobierno pinocho sea derrotado en las urnas, y cree imprescindible que la derecha se una. El segundo expulsa bilis por la boca cada vez que le nombro a  don Ximo, a quien sólo le reconoce un mérito: como jefe de gabinete haberle llevado el neceser a Joan Lerma cuando este era presidente de la Generalitat.

Trasvase electoral del PSOE a las derechas

A la orilla derecha del río (recordad la teoría de las dos orillas del califa Anguita) llegan cada día miles de progresistas decepcionados. Los acogemos sin hacerles preguntas, para que se sientan como en su casa. Aquí encontrarán un ambiente de sana camaradería. Aún queda mucho espacio para que vengan otros. De hecho, las encuestas, si no están cocinadas por el señor Tezanos, constatan un trasvase de cientos de miles de votos del PSOE y, en menor medida, de Podemos a la derecha finolis del joven Casado y a los malotes de Santi el Asirio. Esos votos podrían compensar los que el presidente maniquí se comprará con la calderilla europea. Seguimos como en los tiempos de Romero Robledo, al dictado de los caciques.

Andrés Trapiello. Foto: A.PÉREZ.MECA/EP

“El cambio en España pasa, en gran medida, por el rojo arrepentido que hace acto de contrición. Merece nuestro respeto y debemos cuidarlo”

Ese movimiento sociológico es lento pero continuo. Gota a gota, como una tortura china para los once mil asesores vírgenes del presidente maniquí. Tendrá recorrido mientras este Gobierno continúe desangrándose en su charco de mentiras y torpezas. El cambio en España pasa, en gran medida, por la figura del rojo arrepentido que hace acto de contrición. Merece nuestro respeto. Debemos cuidarlo y mimarlo.

El rojo converso no está solo. Tiene dónde mirarse. Intelectuales como Fernando Savater, Félix de Azúa y Andrés Trapiello sentaron precedente al romper con su pasado de izquierdas. Los tres plantean hoy una nueva mayoría política en el país.  Como son inteligentes y pragmáticos, no piden la luna; se conforman con ser gobernados con un poco de sentido común y del ridículo. Pienso como ellos. Tampoco pido tanto, como diría mi admirada Megan Maxwell

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