VALÈNCIA (EFE/Nuria Cano y María Vicente). Dos años después de su adopción masiva e improvisada ante la pandemia, el teletrabajo parece haber llegado para quedarse, aunque solo para algunos sectores y compañías, en la mayoría de los casos combinado con presencialidad y con muchas dudas aún entre empresas y trabajadores.
En abril de 2020, en el peor momento de la pandemia, el 20 % de los ocupados, unos 3,56 millones de personas, teletrabajaron en España, el doble de los que lo hacían un año antes en un país donde esta opción era minoritaria.
Dos años después, y con altibajos por las restricciones aplicadas en las distintas olas, es desarrollado por 2,75 millones de trabajadores, el 13,57 %, aún por encima del 8,2 % que lo practicaban a finales de 2019, con 1,6 millones de ocupados.
"Los datos actuales del teletrabajo en España muestran un gran retroceso respecto a la situación que se vivió durante el confinamiento y los meses posteriores, pero a pesar de ello sigue teletrabajando un porcentaje de personas más elevado que antes de la pandemia", señala a Efe la profesora de Estudios de Economía y Empresa de la UOC Eva Rimbau.
"Las cifras anteriores están muy lejos del potencial de teletrabajo en España, dado que un 35 % de las personas ocupadas afirman que su trabajo les permitiría teletrabajar total o parcialmente", añade Rimbau.
Los motivos son varios, citan los expertos. Por un lado, muchas personas que podrían teletrabajar prefieren no hacerlo por la falta de contacto social con los compañeros, las dificultades para la desconexión laboral, la sobrecarga de trabajo o porque su domicilio puede no ser adecuado.
A esto se une que muchas empresas no tienen voluntad de implantar el trabajo a distancia o no disponen de los medios tecnológicos.
Otra de las piezas clave en la implantación del teletrabajo pasa por la regulación acordada en septiembre del año pasado y que establece, entre otros puntos, la necesidad de firmar un acuerdo con el empleado que vaya a trabajar a distancia más del 30 % de la jornada semanal durante un periodo de tres meses (no llega a dos días a la semana), obligando en ese caso al empresario a pagar algunos gastos que ello implique.
También se establece que las empresas deberán recoger la ley en un convenio o acuerdo colectivo en un plazo de un año o en un máximo de tres años, en caso de así acordarlo con los representantes de los trabajadores.
La socia responsable del área laboral de BDO, Montse Rodríguez, explica que el teletrabajo "llegó de golpe" y "sin que hubiera una cultura ni empresarial ni entre los trabajadores".
Rodríguez asegura que la pandemia ha acelerado la implantación sin margen para ir probando el mejor modelo para cada empresas.
"Íbamos a llegar, pero en más tiempo. (...) No se ha podido probar con ensayo-error", apunta.
"Muchas empresas no saben bien cómo adoptarlo de forma más estructural", añade Rodríguez, que cree que la ley de teletrabajo aprobada ha supuesto un freno para la adopción de más días de trabajo a distancia, fundamentalmente, por el tema de la compensación de gastos, especialmente en pymes.
"Las empresas lo ven como una ventaja más que ofrecen a sus empleados y no como un ahorro de costes, así que se cuestionan por qué deben pagar por ello", apunta.
Otro de los elementos que dificultan ese "teletrabajo pospandemia" es el encaje del registro horario, advierte Rodríguez, que cree que muchos temas terminarán judicializados con un posible "efecto rebote" de vuelta a la oficina.
Otra de las variables que ha entrado en juego ha sido que esta modalidad laboral adquiera un sesgo de género y que, interpretado como una forma de conciliación, termine lastrando más a las mujeres.
"Se deberá evitar la perpetuación de roles y se deberá tener en cuenta el fomento de la corresponsabilidad entre mujeres y hombres", recoge la legislación, pero, en la práctica, la realidad es otra.
"Ha supuesto un grave retroceso en términos de corresponsabilidad", reflexionaba esta semana el responsable de digitalización de UGT, José Varela.
En cifras, los datos de la EPA reflejan un cambio en el peso del teletrabajo tras dos años de pandemia: entre las mujeres supera en más de un punto al de los hombres, de forma que el 14,19 % de las trabajadoras teletrabajó en el último trimestre de 2021, frente al 13,04 % de los hombres.
Antes de la pandemia era mayor el peso entre los trabajadores, ya que trabajan a distancia el 8,81 % de los hombres y el 7,6 % de las mujeres.
"Para evitar nuevas desigualdades", aconsejan desde UGT, hay que usar las herramientas disponibles para invertir esta tendencia negativa con la negociación colectiva a la cabeza.
A cierre del año pasado, solo 123 convenios colectivos (el 13,55 % del total) contaban con acuerdos sobre condiciones de teletrabajo, beneficiando a algo más de un millón de trabajadores, el 30 % de los acogidos a convenio.