VALÈNCIA. Corría el 26 de mayo de 2015 cuando un irreconocible Marcos Benavent reaparecía en las puertas de la Ciudad de la Justicia de Valencia meses después de dimitir como gerente de Imelsa y con el caso Taula prácticamente recién iniciado. Las grabaciones que realizó durante años a dirigentes del PP y que apuntaban a un supuesto entramado de cobro de comisiones ilegales a cambio de adjudicaciones públicas en varias administraciones de la Comunitat ya se encontraban en manos de la Fiscalía.
Aunque el secreto de sumario tardaría más en levantarse y el estallido de la operación con las detenciones fue posterior, allí acudía Benavent a colaborar desde el principio con la justicia tras la denuncia contra él de la propia Diputación. "Yo era un yonki del dinero" o "va a salir mierda a punta pala" fueron sólo algunas de sus célebres frases que todavía son recordadas de aquel día.
Con estética hippie, tatuajes, pulseras y discurso de delincuente redimido tras un supuesto viaje catártico, se convirtió en un personaje mediático. Pese a su presunta participación en los hechos que todavía se investigan y que apuntan a multitud de delitos, su actitud despertó cierta simpatía y trato benevolente. Incluso entre los propios investigadores pese a sus salidas de tono o sus afirmaciones sin pruebas en ocasiones.
Desde entonces, cada aparición pública era un espectáculo y se asoció su figura y todo lo que afirmaba al final de una etapa, la del PP, en las instituciones de la Comunitat Valenciana. La persona que había propiciado el inicio de un caso que venía a ser el paradigma de la gestión de aquella época.
De eso han pasado más de seis años. La instrucción de Taula, dirigida por el juzgado de Instrucción número 18 de Valencia y la Fiscalía Anticorrupción, lleva ya once piezas separadas, tres de ellas encaminadas al juicio oral, e innumerables informes de la Guardia Civil. Con la necesidad de un mayor acelerón de la macrocausa, ahora cuenta con una nueva piedra en el camino. Y es que el reconocido 'yonki del dinero' vuelve a ser Marcos Benavent.
Este miércoles volvió al escenario habitual, la puerta de los juzgados, pero ante unos acontecimientos muy diferentes. Un cambio de abogado ha supuesto el vuelco a su estrategia judicial de total colaboración. Ahora, ésta pasa por intentar hacer que la causa salte por los aires con peticiones de nulidades de las principales pruebas e, incluso, por defender al exministro Eduardo Zaplana.
Benavent ya no quiere sacar mierda a punta pala ni enchufar el ventilador. Tampoco es hippie, sino más bien hipster. Una nueva estética para un cambiazo de personaje que, eso sí, optó por llevar para la ocasión una mascarilla biodegradable incrustada con semillas de flores que se puede plantar una vez usada.
Ni a la entrada ni a la salida atendió a los medios como siempre. Se limitó a decir que estaba "bien" y que en cinco años "había hablado muchas veces" y había sido "lo más amable posible".
Ya no habrá más show de la corrupción. Los partidos de la izquierda ya no serán los que hagan uso de sus declaraciones. Ahora, a quienes benefician son a los principales acusados de Taula (como el expresidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus) y de Erial.
La Audiencia Provincial expone las trampas del partido para financiar las campañas de 2007 y 2011. En esta última no se ha podido demostrar el origen de los fondos