VALÈNCIA. A Emilio Aragón le quedan pocas cosas por tachar de la lista de oficios creativos. Ha trabajado como compositor, actor, escritor, cantante…. En el mundo del cine ha hecho de productor, director y hasta de guionista. Antes de todo eso fue Milikito de Los Payasos de la Tele, y ahora, como adulto, sigue disfrutando de crear para los más pequeños. Lo hace con un “doblete” que llega a la ciudad de València: la presentación de su libro infantil Telmo Lobo. El misterio del capitán de la editorial Alfaguara y tras los mandos de la dirección -y producción junto a Antonio Banderas- del musical Godspell, que podrá verse en el Olympia hasta el próximo 15 de diciembre.
Ambas son relatos presentados a un público juvenil en las que este “creador de historias” disfruta plenamente de poder contar siempre cosas nuevas y con un enfoque único y rompedor. En el libro genera un universo propio que se rige con sus normas y en Godspell se basa en la película de los años 70 que intenta actualizar al presente. Para él ambos trabajos implican el significado de la creación en su máximo esplendor y su manera de hacer las cosas, porque es de la filosofía de que “si tienes claro lo que quieres contar puedes hacer lo que quieras”.
“Una historia implica saber escribir y contarla. Hay que tener en cuenta muchos factores, pero si eres directo con lo que quieres decir y cómo lo quieres decir el medio es lo de menos. Ahora estoy en la fase de subir mis historias al escenario o contarlas sobre el papel y eso tiene que ver menos con ese germen de la idea”, apunta el creador, quien admite que disfruta de todos los procesos por igual.
En su caso, tanto en el libro como en la obra de teatro, se dirige a un público que se mueve por nuevas franjas, a partir de los 9 años, al que hay que saber contarles las historias correctamente, adaptando los lenguajes, pero sin pecar de infantilismo, tal y como le enseñó su padre: “Creo en la belleza de que algo sea divertido y entretenido. Mi padre trabajaba con niños y es de los que me enseñó que no infantilizar algo es importante para llegar a todo tipo de públicos y que a los niños no hay que hablarles como si fueran idiotas”.
Jugando con diferentes formatos y navegando entre el acierto y el error, intenta innovar siempre en el medio para contar las cosas, con motivo de generar un contenido único: “Cuando arriesgas puede ser todo un desastre absoluto y también puede funcionar estupendamente. Para mí todo va rodado cuando el equipo se entrega por completo y cuando hay confianza entre todos, cuando lo que propongo me lo devuelven elevado. En toda creación hay momentos de catarsis y de dudas, nada es tan fácil, pero basta con plantearse todo poco a poco como un reto nuevo”.
En el caso de su libro juvenil, Telmo Lobo, Aragón juega con sus propias normas a la hora de crear su universo de aventuras, y no pensar en un solo a un público objetivo le permite generar un relato más enriquecido: “Cada lectura tiene la versión de quien la lee según sus referentes y eso beneficia al sector literario. Es un reto crear mi universo con mis reglas, aunque me gusta pensar que puede llegar a cautivar a los jóvenes en una época donde hay tantos estímulos visuales en las redes y en los videojuegos”.
Respecto a la creación de personajes, disfruta de estimular esa parte de la imaginación en sus lectores para que puedan inventar en su cabeza el personaje perfecto mientras que en el escenario le gusta generar el espacio de la historia que cuenta: “Le ponemos cara, ambientación y un ritmo único. En escena todo es una gran creación, desde la música hasta los guiones”.
Ahora mismo está preparando la segunda parte de Telmo Lobo para continuar con su relato de aventuras y, por otro lado, está trabajando en una nueva película junto a Fernando Castets -con quien estuvo trabajando guion en su película Pájaros de papel- en la que están “puliendo la historia y terminando de tocar el guion”. Mientras hace todo esto, recibe las ovaciones del público de pie por Godspell y se emociona al oír a madres y padres que confiesan que a sus hijos les ha encantado la historia de Telmo Lobo, algo que para él es “el mayor regalo”, sobre todo cuando viene de inventar sus mundos y asumir los riesgos. El actor, músico, guionista y también director -porque más apellidos no le caben- explica que con estos encargos está viviendo un momento muy dulce de su carrera en el que se siente muy motivado para crear, en un momento vital en el que “puede enfrascarse en lo que le gusta” mientras sigue haciendo “un poco de todo”.