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Errejón rima con delación

EDUARDO BRIONES (EP)
3/11/2024 - 

Una lectora persistente, que no se pierde ni un Tibio y los difunde entre sus amigos, me ha pedido que escriba sobre lo que ha venido en llamarse el caso Errejón. De entrada, solo me interesan las denuncias que se hayan presentado ante la policía o el juzgado. Las comunicaciones en redes sociales, máxime si son anónimas, no me inspiran la menor confianza. No pasan por ningún filtro y, antiguo que soy, yo creo en la calidad informativa. Igual que, en vez de leer los comentarios sobre Genética que puedan salir en esas redes, recurro a los manuales de autores prestigiosos o a revistas como Nature, no leo las denuncias sexuales que solo aparezcan en esas redes. Si no van acompañadas de las correspondientes denuncias oficiales, las considero chismorreo, una degradación que suelen evitar los buenos periódicos. Ya sé que hay muchos inconvenientes para que las mujeres acosadas denuncien en los juzgados, pero es la única vía con garantías en una sociedad democrática. Lo digo porque creo en la presunción de inocencia, que solo la garantizan los jueces. De hecho, me repugna el grito de victoria que ha emitido una destacada dirigente izquierdista: ¡Por fin el movimiento feminista ha vencido a la presunción de inocencia! Como prefiero el feminismo del plan antiguo, el que creía que ese movimiento se esfumaría si aceptásemos que basta con sentirse mujer para serlo, entiendo que el objetivo a lograr es la plena igualdad entre los hombres y las mujeres, que no cargarse la presunción de inocencia. Porque, en ese caso, pasaríamos de la denuncia a la delación. Y, cosa notable, en plena dictadura nazi, más de la mitad de las detenciones injustas se producían a raíz de delaciones de alemanes corrientes. No volvamos a las andadas, que también los nazis sentían que tenían buenos motivos para perseguir a los judíos sin respetar ninguna garantía.

"Los estudios con primates muestran que los niveles de testosterona se incrementan en los machos que logran hacerse con el dominio de la banda"

Los hombres y las mujeres relacionadas con este caso formaron primero Contrapoder y luego llamaron Podemos al partido que fundaron. Esos nombres indican que para ellos lo esencial era el poder, lo que quedaba corroborado por su idea de que el cielo se tomaba por asalto. Así que no me extrañaría que, algunos de ellos, también manifestasen su afición al poder al mantener relaciones sexuales. Esa afición, que solo un psiquiatra podría dictaminar si era una adicción, los convertía en políticos extremadamente eficaces, pero podía ocasionar algunos efectos colaterales de tipo machista. Ciertamente Podemos cambió el escenario político español hasta el punto de que, por vez primera desde la República, hubo ministros comunistas en el Gobierno. Un éxito impresionante, que nos habla de la valía política de sus dirigentes. Por eso, dado que ahora Podemos ha quedado excluido, sería interesante explorar si alguien de su cuerda ha jugado algún papel en la actual eclosión de delaciones.

Por ser justo, me temo que el objetivo de lograr el poder a toda costa no solo opera en el mundo de la extrema izquierda, sino que está bastante generalizado. De ser así, no sería improbable que también otros políticos, de distintos colores, mezclen su afición al poder con el sexo. Y quien dice políticos dice empresarios, sindicalistas, artistas y, en general, todos los gremios que detenten alguna clase de poder. Tajo hay, pues, para lograr separar culturalmente el sexo del poder, si es que eso es antropológicamente posible, cosa que ignoro. Los estudios con primates muestran que los niveles de testosterona se incrementan en los machos que logran hacerse con el dominio de la banda. Esperemos que nuestro componente psicosocial y espiritual, e incluso religioso si es el caso, nos permita superar moralmente a los demás primates. Después de todo, hemos pasado del Homo erectus al Homo sapiens.

"yo no creo en el 'Solo Sí es Sí', sino que soy partidario de decir claramente 'No' cuando proceda"

He guardado el escándalo mayor para el final: yo no creo en el 'Solo Sí es Sí', sino que soy partidario de decir claramente 'No' cuando proceda. Mientras que en las democracias está permitido todo lo que no está expresamente prohibido, en las dictaduras está prohibido todo lo que no esté expresamente permitido. Y yo prefiero las democracias a las dictaduras, incluidas las del proletariado. Las democracias se dotan de códigos penales y consideran que solo merecen reproche las conductas que hayan tipificado previamente. Desde luego, no elaboran listas de todo lo permitido para luego considerar delictivo lo que no esté en esa lista. Pues bien, el esquema 'Solo Sí es Sí' es afín a ese hipotético código positivo, mientras que la sana costumbre de negarse a lo no deseado se parece al código penal habitual. Esto parece una disquisición de teología recreativa, pero tiene mucha importancia. El esquema 'Solo Sí es Sí' puede chocar fácilmente con la presunción de inocencia, que prima en democracia. De hecho, el patente fracaso de la ley sobre conductas sexuales que promovió Podemos se ha debido en alguna medida a haberse inspirado en el esquema 'Solo Sí es Sí'. No era que los jueces fuesen unos machistas, sino que creían en la presunción de inocencia y se atenían a la ley en sus propios términos.

Por cierto, la presunción de inocencia también vale para las denunciantes: no procede poner en duda sus quejas salvo que se demostrase claramente su falsedad. No es que tengamos que aplicar por sistema el "hermana, yo te creo", pero tampoco el "hermana, yo no te creo". Hay que estar a las pruebas, tanto para los presuntos agresores como para las posibles víctimas. Ya sé que la democracia puede resultar irritante a veces, pero la alternativa es siempre mucho peor. No caigamos en la tentación populista de cargarnos la presunción de inocencia. De ahí al linchamiento solo habría un paso.

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