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tribuna libre / OPINIÓN

Escuchemos el silencio: de las personas y de las empresas

Foto: AAPIMAGE/DPA
2/08/2022 - 

Nos enfrentamos a un contexto social económico que muchos tildan de desalentador, pero la realidad es que desde los inicios de la humanidad siempre nos hemos enfrentado a situaciones desalentadoras. Desastres naturales, crisis económicas o guerras han sido una constante que hemos tenido que sortear, en mayor o menor medida, de manera cíclica. Lo que marca la diferencia ahora es que estamos más formados e informados en general, que tenemos más medios para afrontar las adversidades. Y aunque tengamos que recurrir a experiencias del pasado o nos veamos obligados a cambiar los hábitos adquiridos, el ser humano es camaleónico por naturaleza y perfectamente capaz de adaptarse a estas situaciones. 

En el caso de las empresas, el contexto de alta inflación y aumento de los costes de materias primas nos ha llevado a hacer este esfuerzo camaleónico, preparándonos para lo que el momento requiere de nosotros. Hemos analizado lo que tenemos y lo que necesitamos y el resultado es la eliminación de aquello que no nos aporta ahora, aunque lo haya hecho en el pasado. Por ejemplo, en el caso de Gourmet hemos analizado todos los seguros que teníamos y nos hemos cuestionado cuáles son realmente los que necesitamos. También hemos cambiado los horarios de fabricación en función de las horas más económicas de la energía, hemos ajustado los inventarios para contar solo con lo que nos hace falta y hemos trabajado en el surtido de las referencias para adaptarlas a lo que el consumidor está pidiendo ahora mismo.

Por su parte, el sector primario tendrá que hacer cábalas para poder salir adelante, valorar su rentabilidad y poner en cuestión sus negocios tal y como estaban concebidos hasta ahora. En cuanto a los fabricantes, los que estamos en medio, nos va a tocar cambiar prácticamente todo el modelo de negocio porque, si no, será insostenible. Pagamos todo a nuevos precios y no vendemos a los precios que corresponden estos cambios; esto nos deja en una posición de riesgo. Por parte de Gourmet, estoy seguro de que saldremos adelante con el apoyo de todos nuestros trabajadores, a los que le hemos ido contando lo que está pasando desde la trasparencia y con la mentalidad de que somos todos uno: empresa y trabajadores.

Del lado del consumo, debemos ser conocedores los que nos dedicamos a la alimentación de que van a cambiar los hábitos que hasta ahora pensábamos que habían venido para quedarse. Los consumidores compraremos de otra manera centrada más en el ahorro, fijándonos en lo más barato y confiando más en las “marcas blancas” (las marcas de los distribuidores). De hecho, llevamos dos meses detectando este cambio de comportamiento. Seguramente reduciremos nuestras salidas de ocio, poniendo el foco en salir menos pero mejor, aplicaremos esto de “poco pero muy bueno”. Igualmente, nos plantearemos nuestra manera de desplazarnos priorizando el uso del transporte público para ahorrar en combustible.

Es indiscutible que muchas familias y empresas vamos a pasar dificultades, igual que lo hemos hecho en otras ocasiones como la pandemia o la anterior crisis económica. Pero lo que hemos sacado de experiencias anteriores es que aprendemos a adaptarnos siempre, y aunque habrá empresas y personas que se queden atrás, creo que con lo aprendido bien aplicado seremos capaces de dejar que caigan los menos posibles. Hemos cambiado, hacemos las cosas de forma diferente, estamos más sensibles y, aunque a veces parezca mentira, nos importamos los unos a los otros. Hemos descubierto que solos no podemos ir a ninguna parte, que nos necesitamos.

No soy un gurú, pero sí algo atrevido, y mi recomendación para este contexto pasa por repasar las ya dañadas cuentas familiares y de las empresas. De todas las cualidades de las que disponemos hay una que siempre es recurrente: ese economista que todos llevamos dentro. 

Repasemos las necesidades reales y empecemos a quitarnos lo que no necesitamos. Seamos honestos, aunque a veces nos dé algo de vergüenza; si no podemos pagar la hipoteca, el alquiler, la electricidad o la deuda con la tarjeta de crédito, anticipémonos. Vayamos de cara, expliquemos nuestro caso -que no será el único- y pidamos ayuda a quien corresponda. Yo abogo por activar nuestro modo de buenas personas, aunque en ocasiones pensemos que los demás no lo son.

Soy perfectamente consciente de que estamos todos ya agotados de que nos digan que nos apretemos el cinturón, hay personas que ya no tienen más agujeros en los cinturones. Asumamos nuestra responsabilidad sin la obligación de tener que hacer más esfuerzos, miremos dónde estamos económicamente, qué recursos tenemos y qué podemos hacer con estos. Quizá es el momento de plantearnos si el trabajo que tenemos es el adecuado, si es un buen momento para cambiar de trabajo, de ciudad o de país. Quitémonos miedos, que son enemigos de los avances y de las decisiones. Hace poco escuché que una de las acciones más inteligentes de las personas es marchase a tiempo de todo: de ese trabajo en el que no queremos estar, de esa pareja que no nos aporta, de esa amistad tóxica… de todo excepto de la vida, porque la vida siempre nos tiene un AS guardado en la manga.

Jaime Álvarez es director general de Gourmet

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