VALÈNCIA. Tengo un amigo que no destaca en nada, pero todo lo hace con interés y cariño. Para quererle solo con estas credenciales es porque es un buen tipo. Entre locutor de radio, publi y otras labores con las que entretener su tiempo, va al gimnasio, cuida sus músculos y también lo que pasa por su estómago. Así, todos los días desde hace un par de años, y el resultado es evidente. Un paquete de cerveza ya no es su six pack fetiche. Se ha puesto cachas, se ha puesto brackets, se ha puesto el six pack a un palmo encima del paquete y, encima, disfruta de la envidia de un puercomorfo como yo.
[Un inciso] Mi círculo más cercano piensa que me he convertido en ese amigo amargado que siempre lleva la contraria, al que le falta tacto, es un gruñón y nunca parece estar feliz. No es así. Solo es que soy paciente, honesto, crítico y observador. La vida es lo más aburrido de todo lo que nos pasa, así que decidí jugar mis cartas a la provocación. Nivel amateur, claro. Decir lo que piensas y poco más, que ya ves. Eso sí, desde que tomé esa elección, todo me va peor. Digo yo que, ya puestos a tirarme al charco, me habría gustado ser de los que se pasan por el forro los pecados capitales, pero no, siquiera tuve güebos ni para eso.
[Sigo con mi amigo] Ahora el muy ñordo se mira en todos los espejos, charcos, escaparates y pompas de jabón que encuentra en su camino. No puede evitarlo. Son unas décimas de segundo, donde le da tiempo hasta de posar. Ridículo, ¡¡¡qué chorrazo que le metería!!! Si le hiciera un retrato ahora, aparecería desnudo, montado en un podenco, con una mano sujetando un espejo, la otra bien agarrada a su miembro y las pelotas tensas desbordando entre sus dedos; porte seguro de sí mismo, como en posesión de la verdad. Ánimo amigo, aunque me lo pones duro, te quiero un montón. Ánimo amigo, estoy seguro que de esta también saldrás.
Este amigo me anima si me ve alicaído. Una vez me dijo que tuviera paciencia, que toda mi mala suerte era a cuenta de algo que estaría por venir. Algo así como que andaba pagando facturas por adelantado de un algo bueno que pronto me llegará. De esto hace más de veinte años, y sigo esperando.
Vivimos en un planeta de recursos limitados que se agotan, ¡y no tenemos otro!; con una esperanza de vida cada vez mayor, que ¿ pa qué?, y una economía en lucha creciente. Faltarían media docena de guerras más y colocar otros cuantos tanques para así encontrar la paz. Por si fuera poco, y esto debe ser lo bueno que me está por llegar, pronto serán Fallas una vez más. Sí, ya está aquí la exaltación a lo hortera, el aquello de quemar para renacer y alguna ofrenda más. Pero, tranquilo, enseguida Semana Santa, y después el Rocío, los sanfermines, moros, cristianos, un montón de tazas más y vuelta a empezar. Y a mí, que soy más de un buen polvo que de paella; de cocido que de un buen polvo, y de confinamiento que de cocido, me toca aguantar, como a muchos otros. Caramba confinamiento, ¡¡¡jamás pensé que te iba a echar de menos!!!
En casa tengo tres coches y tres motos. Familia numerosa, ¿vale? Todos viejunos y amigachos del CO2. En poco tiempo con ninguno de ellos podré circular en nombre de la contaminación. Pues me parece muy bien. El mamón insiste, que tranquilo que la cosa me va a llegar.
Cuando me veo en un espejo pienso que estamos en el lado malo del reflejo. Mi amigo no puede ser tan capullo. Así que paciencia, gruñón, que aún puedes empeorar.