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la periodista de vila-real llegó al país americano en las elecciones de 2o16

Esperanza Balaguer: "Desde que ganó Biden ha bajado el interés por los corresponsales en EEUU"

10/01/2022 - 

CASTELLÓ. Seguramente, nunca olvide Esperanza Balaguer las elecciones de 2016 de Estados Unidos. Cuando esta periodista de Vila-real se lanzó a la aventura de ser corresponsal, pisó el país americano con el firme convencimiento de que iba a cubrir la victoria de la que iba a ser la primera mujer presidenta. Pero lo que pasó no fue esto. No ganó Hillary Clinton. A los periodistas les pilló por sorpresa. No lo pudieron pronosticar y el 8 de noviembre Donald Trump se proclamó presidente. Todo un "shock" para los medios, y para el mundo entero.

Sin embargo, durante los cuatro años que duró su mandato, afirma Balaguer haber recibido encargos como nunca. La figura caricaturesca y tan polémica del empresario atrajo como pocas veces ha ocurrido la mirada extranjera, y en consecuencia, a los medios europeos. En estos años, la castellonense ha trabajado como corresponsal de La Voz de Galicia o la Cadena SER y como colaboradora de El País. Pero, cansada, en cierta medida, de las breaking news, también dedica sus horas la periodista a los reportajes más culturales. Esperanza Balaguer charla con Castellón Plaza del último lustro, aprovechando que ha venido unas semanas a España. 

-¿Cómo recuerdas la llegada de Trump al poder?
-Yo llegué a finales de septiembre, entonces no me dio mucho tiempo a conocer el país de una forma muy profunda, pero la gente que llevaba ahí tiempo también falló en los pronósticos. Pero sí, fui una de las personas que me equivoqué desde el principio, pensaba que iba a ganar Hilary Clinton y tenía incluso la noticia preparada para darla. Entonces llegó aquella noche, en la que, en realidad, los resultados fueron muy rápidos. Como iban de costa Este a Oeste, cuando llegó a menos de la mitad del país ya se sabía que había ganado Trump. Fue muy rápido y el shock también fue muy fuerte y sobre todo en una ciudad como Nueva York- que era donde estaba yo-, donde más del setenta por ciento era voto demócrata. Para ellos, Trump era un personaje caricaturesco; era casi impensable que llegara al poder. Por eso, al día siguiente la gente lloraba en el metro. Fue un shock total. El mundo del arte reaccionó enseguida con obras críticas. Tocaba analizar lo que había pasado. 

Como periodista te cambia totalmente la visión de lo que vas a escribir y lo que tu trabajo va a significar a partir de ese momento. Tanto por el contenido, como por la dirección de cómo escribir las cosas. Te cambia el foco de lo que es realmente interesante. Teníamos que escuchar a toda esa gente que había votado a Trump, porque se votó en muchos lugares, pero quedaba un centro del país que no estaba bien.

-Lo que está claro es que la victoria de Trump causó furor a nivel internacional y los medios de todo el mundo volvieron a interesarse por la figura del corresponsal. ¿Fue una buena época para trabajar como periodista freelance?
-Sí, sin duda. Fue una de las mejores épocas para trabajar y estar ahí. Ahora ha bajado el interés... desde el día que ganó Biden. Estados Unidos siempre va a ser Estados Unidos, sigue teniendo los mismos problemas, sigue teniendo el mismo interés. Sobre todo, la influencia; lo que pasa ahí luego tiene ecos en todo el mundo y es muy rápido además. Pero no cabe duda que el personaje de Trump era muy valioso para los medios. 

Foto: Antonio Pradas

-En aquellos meses también empezaron a viralizarse vídeos de youtubers o influencers que vivían en el país y explicaban su situación. ¿Puede llegar un momento en el que las experiencias individuales narradas por las redes eclipsen el análisis que ofrece un profesional?
-Eso es un reto que tiene el periodismo ahora mismo, pero sobre todo creo que el reto está en educar a generaciones más jóvenes, en saber distinguir lo que es el trabajo profesional de un periodista y los mecanismos que este tiene para comprobar si las noticias son verdad, a una persona que está solamente desde su casa contando cómo ve una situación. Hay que educarles para que vean la diferencia, porque se está confundiendo mucho a raíz de estos episodios, lo que es opinión y lo que es información. La gente no sabe distinguirlo, de ahí el reto. Me refiero sobre todo a la gente joven, porque es la audiencia mayoritaria de Youtube. Que no digo que la gente de YouTube sea mala, pueden haber muy buenos comunicadores, pero no deben olvidarse que además de estar en un sitio, hace falta cubrir una noticia hablando con los protagonistas. La opinión sin datos es un peligro.

-Durante la pandemia, los recortes de los medios de comunicación afectaron de lleno a los colaboradores. ¿También fue tu caso?
-Claro, cuando viene una crisis de este tipo lo primero que se recorta es al colaborador, al que no tienes que pagar una indemnización. A mí me afectó directamente. Perdí uno de los trabajos que tenía. Yo entiendo que esto es normal, pero quizá se debería poner en una balanza qué es mejor, si tener una persona en un sitio para cubrirte la información o tres haciendo teletipos en una redacción. Ese es el dilema de los medios grandes ahora mismo. Si buscar el clic de la web con noticias hechas en la redacción, cogidas de teletipos, y no originales, pero que están dando dinero, o no. Son decisiones empresariales y es evidente que la prensa está muy ahogada.

-¿Es entonces impensable en España que a un periodista se le pague por trabajar durante meses una sola información, como ocurre todavía en medios como el New York Times?
-Sí, aquí es imposible. Algún caso habrá, pero ahora mismo hay mucha diferencia entre periodistas veteranos que cobran buenos sueldos y el resto. Lo que más me fastidia es que los mismos medios somos los que criticamos la precariedad, opinamos sobre esto, pero dentro de nuestras propias casas hay contratos precarios.

Foto: Antonio Pradas

-Volviendo a tu etapa en Estados Unidos. Centraste buena parte de tu trabajo en seguir las protestas que se generaron tras la victoria de Trump. Más que un desencanto por su país, ¿qué encontraste en aquellas marchas?
-Encontré mucho activismo, algo que en España no conocemos ni llevamos dentro. Ellos llevan dentro el activismo y es una fuerza social muy potente, que tiene resultados. Observar eso fue una de las cosas más motivadoras que he visto en vida. Ten en cuenta que en cinco años -aunque los problemas del machismo, el racismo y la desigualdad estén ahí- se han conseguido muchos cambios, porque la reacción que se tuvo contra Trump fue muy fuerte. La gente tiene además una capacidad de organización admirable. Se reúnen por barrios, por intereses, por asociaciones, por luchas comunes que tengan... de una forma rapidísima. En el tema de George Floid fueron chavales que se conocían en la calle, los que motivaron la marcha y en una semana estaban convocando manifestaciones de diez mil personas o más. Yo me he quedado admirada con la fuerza que eso tiene. Pero es algo histórico, viene desde los años 60 con la lucha por los derechos civiles. El resultado se ha visto que funciona. Trump llegó al poder el 20 de enero de 2017, al día siguiente montaron la marcha de las mujeres. Yo me enteré de esto por un boca a boca y había tres millones de personas en Washington y marchas por todo el mundo. Y sin eso, nunca hubiera sucedido el movimiento me too, ni se hubiera conseguido una condena a Harvey Weinstein, ni la última, a Maxwell, o a Jeffrey Epstein. En solo cuatro años ha habido un cambio muy grande.

-¿Fue la protesta por el asesinato de George Floyd la gota que colmó el vaso?
-Sí, fue muy importante, porque el racismo es un problema muy enraizado y muy grave que tiene la sociedad americana. Aunque se han visto cambios ahí, porque se están empezando a condenar a policías y están habiendo cambios de inclusión en el trabajo. Estas acciones, por pequeñas que puedan parecer, empoderan y cambian la visión de quienes viven ahí. La llegada de Trump supuso una vuelta atrás muy grande, pero la reacción a esa circunstancia ha sido importante.

-¿Y, estabais los periodistas más preparados para la victoria de Joe Biden? 
-En las últimas elecciones ya no nos fiábamos de nada, pero toda esa movilización hizo que ganara Biden al final. A partir de ahora sí que no sabemos qué va a pasar. 

-Que una persona como Trump, que ha hecho declaraciones xenófobas, racistas, o misóginas, alcanzara el poder puso la voz de alarma en Europa, que temía el ascenso de la extrema derecha. Y ciertamente ha terminado pasando...
-Como decíamos, lo que pasa en Estados Unidos se repite como ecos en el resto del mundo y la estrategia de la polarización y la confrontación, de esa vuelta al origen identitario, nacionalista, triunfa a raíz de una situación de desigualdad que cada vez es más grande. En Europa, además, hablamos de una disminución de la cobertura del Estado y de una herencia de la crisis financiera donde los ricos han sido más ricos y los trabajadores más pobres. Lo veo como una corriente que atraviesa el mundo. 

La pregunta siguiente para mí es qué va a pasar en Estados Unidos en las elecciones de medio término. Parece que los demócratas van a perder la mayoría en el Senado, pero está muy ajustado. Vamos a ver cuál va a ser la reacción de la gente que apoyó a Trump. Si va a calar algo la victoria de Biden o si se van a envalentonar otra vez. Porque claro que pasa, viniendo de allí, después de que ganara Biden, veo que muchas de las cosas que dice la extrema derecha aquí son como algo anticuado, argumentos copiados a Trump que allí ya se han superado. 

-¿Tiene aquí la extrema derecha los días contados?
-Eso no lo sé, no tengo ni idea, no sé hacer predicciones de futuro. Hablo más de tendencias, pero me puedo equivocar. 

-Como sea, el asalto al Capitolio dio una última fotografía terrible de lo que ha supuesto el mandato de Trump. ¿Podrán los estadounidenses algún día superar esa brecha que divide el país?
-Creo que depende de que la gente pueda vivir mejor. Sobre todo hace falta invertir en educación, porque hay muchísima gente que al no tener dinero, no puede estudiar y eso les vuelve más influenciables. Les calan mensajes propagandísticos, que es lo que pasó con el asalto del Capitolio. Por adoración al líder terminan asaltándolo, pero hay mucha gente de la que estaba ahí que después se han dado cuenta de que les engañaron. Es tan locura, que al final espero que el sentido común vuelva. Pero también es verdad que los republicanos, que en su momento se pusieron en contra de Trump, ahora están obstaculizando las investigaciones para jugar con esa masa de gente que les pueda seguir votando. El partido republicano es el que tiene el problema... El futuro de los próximos años se decidirá cuando se sepa quién es su líder. O apuestan por figuras que beben de Trump, como Marjorie Taylor Greene, a quien hace poco le suspendieron la cuenta de Twitter por informar falsedades sobre el covid, o por un líder más echado a la antigua como Reagan o Bush. El partido parece que ha perdido el norte sobre su esencia. 

Foto: Antonio Pradas

-¿Qué es lo que más ganas tienes de hacer cuando vuelvas a Estados Unidos?
-Este año es importante por las elecciones de medio término, aunque son en noviembre. También falta ver cómo sigue la pandemia. Pero bueno, ahora me estoy tomando las cosas con más calma. El año pasado tuve mucho trabajo y además no abrieron las fronteras, entonces mi idea ahora es, si puedo escribir menos del día a día, del breaking news que llamamos, y hacer en su lugar piezas más largas.

-No solo haces información política, también escribes de cultura. En este campo, ¿qué tema que has escrito recientemente recuerdas con más cariño?
-Este verano fui a México a la casa del pintor Pedro Friedeberg y fue toda una experiencia. También un reportaje que estuvo muy bien fue el que hice sobre la Glass House de Philip Johnson, el que se considera como el primer arquitecto estrella. Es quien hizo también las torres de Madrid y dirigió el Moma. Pero el tema surgió porque en una presentación de un libro, me encontré al último hombre que vivió en esa casa, que era un amante de Johnson. Cuando murió, la casa pasó a ser patrimonio y solo está abierta para visitas. Este hombre no había vuelto nunca más a la casa y le acompañé. Siempre ha habido debate de si en ella se puede vivir o no y como es arquitecto nos lo explicó. Nos hicimos muy amigos tras ello. 

Y bueno sí, escribo de diseño, de arquitectura, de todo lo que me pidan. A mi me encanta también la historia de Nueva York, conozco muy bien la ciudad y me gusta mucho contar historias de ella. También hice, de hecho un reportaje, de Guastavino, el arquitecto valenciano que tanto caló allí. Al final me gustan las historias humanas, que creo que también son las que a la gente le interesan. 

-Pese a lo sobreexpuesta que está Nueva York, ¿dirías que no se la conoce tanto como se piensa?
-Nueva York es un personaje como tal, siempre está sobreexpuesta. Todo el mundo la conoce, la ha visto en películas, pero vivirla es muy diferente, en el sentido de que, la gente es muy abierta. Siempre digo que en Nueva York puedes salir de tu casa solo, pero nunca vuelves sin haber hablado con alguien. Y esto te exige también una energía muy alta las 24 horas. Pero, si le das, la ciudad te puede dar muchísimo. 

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