El gran déficit, más allá de la falta de medios, es el informativo institucional para atender a todos aquellos que quieren contactar con el sistema por una cuestión vital, como es la infección de covid, según asevera la doctora castellonense de Atención Primaria Estel Ortells.
Es bastante común escuchar estos días a familiares que se han contagiado de covid durante estas fiestas y las dificultades que han tenido no sólo de que le hagan una prueba PCR sino de contactar con su propio de centro de salud para comunicar que tienen síntomas y que quiere que le diagnostiquen, o simplemente verificar o ratificar lo que ha salido en un test de antígenos. Y si a ello, le sumamos los trámites para solicitar la certificación médica para la baja laboral, pues ya es una odisea.
La variante ómicron ha vuelto a tensionar los servicios de Atención Primaria. Eso es obvio, y nadie lo discute. Daría para varios días discutir sobre la falta de medios en el sistema sanitario en general, y en el valenciano, en particular. Que si las plantillas son escasas, que si los refuerzos llegaron tarde, que si las contrataciones son en precario, que si los protocolos han funcionado o no, etc...Pero hay un denominador común que ya empezó a fallar en otras olas de covid, pero que en esta, que se supone más leve, ha sido más evidente, y que era fácil de solventar: la comunicación. Uno puede entender lo de la falta de medios personales en el sistema, por los propios contagios de enfermeros y médicos, o por la falta de titulados; puede entender la saturación en los hospitales porque los medios físicos son los que son y un hospital o un centro de salud no se construye de la noche a la mañana -siempre queda la opción de derivar a la privada; uno puede entender que la aplicación falle por momentos o que te reprogramen una cita por covid de un día para otro... pero lo que es poco entendible en pleno siglo XXI y con los avances tecnológicos que existen es que llames al teléfono general de Sanidad o a tu centro de salud y que nadie te conteste. El silencio continuado genera, ha generado y sigue generando frustración.
El pasado viernes, en el programa de radio Pròxima parada de À Punt, entrevistaron a la médica de Atención Primaria del centro de salud Rafalafena de Castelló, Estel Ortells Ros. Y ella, además de hacer una radiografía de cómo está el sistema en la actualidad, y de impartir algo de pedagogía sobre las bajas laborales -se pueden tramitar con carácter retroactivo-, vino a decir que el gran déficit, más allá de la falta de medios, era el informativo institucional por parte de la conselleria para atender a todas aquellos que querían contactar con el sistema por una cuestión vital, como la infección de covid.
Y esa es una cuestión, la de la comunicación con la ciudadanía, que se puede solventar o enmendar en cualquier momento, y de esta manera descargar a los propios sanitarios de ese plus de trabajo que es informar a los pacientes sobre qué itinerarios o recomendaciones pueden o deben seguir para que sean atendidos. No digo ya que sean tratados o diagnosticados, sino que sean escuchados. Sin mencionar otras tareas sanitarias que podrían hacer otros especialistas para disminuir la carga de trabajo a la Atención Primaria, como dijo la propia doctora Ortells.
Pues eso, en algo tan básico como es la comunicación, Sanidad está fallando, cuando quizás era lo más fácil de solventar. Y mira que en otras cuestiones, como cuando anuncian las inversiones, sí que insisten, a los periodistas, en las bonanzas de sus propósitos y acuden a nuestros canales para propagar el mensaje. Ahora, en cambio, esa necesidad de informar era más urgente y necesaria o bien a través de un buen call center que atendiera a cualquier persona o a pie de centro de salud para que al menos le dijera los pasos a seguir. Todo lo otro -la saturación, los contagios, etc- es entendible, comprensible, incluso, por momentos, pero el silencio, repito, es frustrante, sobre todo, cuando la variante ómicron, además de ser más contagiosa y, por tanto, explosiva en un entorno familiar o laboral, ha generado tanta confusión entre un simple resfriado y un contagio de otra cepa con síntomas más evidentes.
Parece mentira que la administración falle en algo tan básico como la comunicación institucional cuando en otros escenarios pueden incluso llegar a saturarte o a desviar la atención.