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POLÍTICOS AL HABLA / OPINIÓN

Hablemos del enemigo

Foto: EVA MÁÑEZ
29/08/2024 - 

Algunos en política consideran que la mejor manera de atraer votos es identificar un enemigo, aunque éste no sepa ni que existes. Ya sean los catalanes, los inmigrantes, o los comunistas. Así el enemigo, creado artificialmente, se convierte en el culpable de todos los males y sirve para conducir la frustración de la ciudadanía generada por la mala gestión. Y, con esto, se evita que se hable de los errores o incapacidades de la gestión propia.

Un ejemplo nos lo dio el Conseller de Sanidad cuando nos anunció en Corts que éste sería el peor verano en atención sanitaria, pero decidió que en lugar de implicarse buscando soluciones para cubrir las plazas necesarias de médico, era mucho mejor culpar a la Ministra de Sanidad, que no tiene competencias en este asunto pero es de izquierdas. Un modo habitual en el PP de esconder sus carencias. El resultado ha sido que 800 de las plazas de médico previstas no se han cubierto, cuando ya eran 2.500 menos que bajo el gobierno anterior. No obstante él se habrá quedado la mar de tranquilo culpando a su enemigo.

El conseller y la ministra de Sanidad en una imagen de archivo. Foto: ROBER SOLSONA/EP

También tenemos al clásico enemigo catalán. Mientras el PP no tiene una propuesta de modelo de financiación y se dedican a estudiar la presentada por Compromís con toda la desgana del mundo, parece mucho más rentable hablar de los catalanes y sus acuerdos. ¿Cuál es la propuesta del PP valenciano o español? Nadie lo sabe. No hace falta presentar ninguna, basta atacar al enemigo catalán.

Otro de los grandes enemigos del pueblo para la derecha es el peligro comunista. Una coartada estupenda para renegar de cualquier impuesto y, en el fondo, cuestionar las políticas de bienestar que no interesan, identificando el Estado Social con el comunismo. La última víctima de esta antigua estrategia ha sido la candidata demócrata en EEUU Kamala Harris, cuyo programa económico ha sido calificado como Kamunismo por algún medio poco afín a sus postulados. Su oponente Donald Trump no ha dudado en hacer circular imágenes creadas con Inteligencia Artificial de ella rodeada de símbolos comunistas.

Kamala Harris. Foto: EP/CONTACTO/ROD LAMKEY

Mientras, en estas latitudes no hace mucho que salió a la luz que el gobierno del PP, desde el Ministerio de Interior, había estado espiando a miembros de izquierdas del Congreso. Más de 69 diputados fueron víctimas de este espionaje ilegal ordenado desde el PP y para cuya ejecución necesitaron a cientos de policías que actuaron sin amparo legal alguno, todo ello con el objetivo de acabar con una opción política legítima. Al parecer, la gran coartada para llevar a cabo este golpe a la democracia fue considerarlos “comunistas” y, por tanto, extremadamente peligrosos. Desde mi punto de vista, un motivo más, junto a los continuos fraudes electorales declarados por Sentencia, para que esa opción política pierda definitivamente la confianza de la ciudadanía.

Y sin duda es a ese enemigo "rojo" al que apela el PP cuando aprueba la derogación de la Ley de Memoria Democrática Valenciana, e impone con su mayoría un panfleto franquista que se atreve a llamar "Ley de concordia" y que acaba de entrar en vigor. Una ley que no condena la dictadura, que justifica el golpe de Estado franquista contra la legalidad democrática y que deroga la legislación basada en los derechos de verdad, justicia y reparación, como garantía de no repetición. Además, en este caso utilizan otra coartada bastante despreciable, tal es mencionar a las víctimas del terrorismo junto a las víctimas de la dictadura, en una burda instrumentalización, pues no les otorgan derecho alguno. Niegan derechos a las víctimas de la dictadura por considerarlas "rojos" y, en consecuencia, formar parte del "enemigo".

Protesta de la oposición durante la aprobación de la Ley de Concordia en Les Corts Valencianes. Foto: JOSÉ CUÉLLAR/CORTS

En definitiva, crear la figura del enemigo no es más que una coartada para justificar golpes a la democracia, con recortes en derechos sociales y en derechos humanos y esconder las propias vergüenzas de su pésima gestión.

Apelar a los miedos de la gente para gobernar contra la gente, contra la mayoría. 

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