Es posible que hoy puedan ver, desde el avión que les lleva a La Habana, el tránsito de Mercurio por el disco solar y volver a sentir las caricias cósmicas que acompañan a los deseos. Ella viaja agitada por los recuerdos. El resto del grupo valenciano que despega esta mañana desde Madrid, también. Hay sensaciones anímicas que se adhieren a la piel. Aquella taciturna oscuridad que pesa sobre la ciudad cuando sobrevuelas la isla, los olores habaneros de tantos combustibles inventados, el ruido ensordecedor, estremecedor de tanta ternura y prodigio. La primera Habana que te llega al corazón es una atracción colosal. Imposible de olvidar. La vida ajetreada, melancólica, emprendedora, empoderada y prodigiosa de quienes sobreviven cada día cuando sale el sol. Una lucha constante tras varias décadas de ignominia gringa, de un bloqueo que ahora ha enloquecido, aún más, de la mano de uno de los peores presidentes norteamericanos, el necio y populista Trump.
Estos días, aquí, han sido delirantes, con despropósitos que aterran. Durante la semana se han ido sumando estupor, miedo, indignación e impotencia frente a una campaña en la que se ha ido blanqueando el fascismo en muchos medios de comunicación con un desparpajo sorprendente. Además, esta campaña también ha sido asfixiante para quienes han sentido que habría sido innecesaria si la izquierda hubiera mirado a los ojos y al corazón de la ciudadanía. Ha cundido la decepción y el cansancio. Menos mal que TVE contraprogramó, en La 2, un debate de un lunes con un magistral capítulo de Montalbano que, por cierto, provocó una mayor reflexión que nuestros representantes políticos. Llegados al final del túnel, del camino empedrado, de la carrera de obstáculos, hoy somos un país que seguirá luchando para que cambien muchas cosas.
Quienes ganaron bajan escaños, quienes perdieron, suben, quienes no deberían estar, se disparan, ascendiendo. Otros casi desaparecen. Con un escrutinio muy tenso, los resultados iban dando más miedo que las encuestas.
“Tengo miedo de la pérdida de la democracia, porque yo sé qué es la no democracia. La democracia se pierde poco a poco, en la indiferencia general, porque es cómodo no posicionarse, y hay alguien que grita más fuerte y todos dicen: que decida él”. Esta frase de Liliana Segre, 89 años, superviviente de Auschwitz, ha corrido velozmente por las redes sociales en un momento en el que Segre vive en Italia protegida por la policía desde hace unas semanas. Recibe centenares de amenazas de grupos neonazis, del nuevo fascismo que está extendiéndose por los países europeos. Aquí estamos validando ese discurso del odio, misoginia, homofobia, xenofobia, engullendo una deriva democrática ante la que habría que reaccionar con valentía y no con la cobardía de un sistema enredado en los juegos del poder. El desasosiego es desesperante.
Esta semana nos instalamos en otra realidad, paso a paso, por el Paseo del Prado habanero, la misma vía por la que entrara la Revolución en enero de 1959. La ciudad cubana vibrará el próximo sábado con su 500 Aniversario, con su lánguido transcurrir a cuestas, en medio de uno de los peores momentos del infinito bloqueo yanqui. La organización de este aniversario pretende ser un gran impulso, una llamada de atención mundial para que el pueblo caribeño pueda emerger, renacer, con la misma actitud que ha tenido Naciones Unidas que el pasado jueves volvió a rechazar con 187 votos el embargo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por Estados Unidos y conminó a ponerle fin, destacando su carácter ilegal y contrario al multilateralismo. Ya son 27 veces de rechazo desde 1992.
Estamos validando el discurso del odio, misoginia, homofobia, xenofobia, engullendo una deriva democrática ante la que habría que reaccionar con valentía y no con la cobardía de un sistema enredado en los juegos del poder
Y, en esto, llega el artista y diseñador Francis Montesinos que protagoniza esta semana dos jornadas de la celebración cubana Arte y Moda. Una conferencia sobre el diseño, el arte y la cultura, y un desfile, el jueves, València, Seda y Fuego #50AñosFrancisMontesinos. Y lo hará en el marco del aniversario. Los colores de la Habana Vieja se fundirán con la vida y sentimientos del artista valenciano. Su mirada, formas, telas vaporosas, el punto de infinitos colores , las luces mediterráneas, la seda, el fuego, la pasión, desfilarán en el mismo escenario, el Museo de Bellas Artes, que alberga más de treinta obras de Joaquín Sorolla, las mismas que podrían verse acá si avanzan las negociaciones emprendidas hace tiempo entre el gobierno cubano y la Generalitat Valenciana.
Hay que resolver, como dice el pueblo cubano, resolver desde la ruina, ingeniar, tirando para adelante, y si la cosa no está, hay que inventarla. La Habana es una ciudad sin terminar, inacabada, asimétrica, abandonada, como escribiera Alejo Carpentier. Una ciudad que pone flores todo el año, y el sol, y el inmenso mar. Es fascinante. Aquí, en esta orilla del Mediterráneo, también tendremos que resolver, inventar, fregarnos en el barro, porque esta democracia no se puede permitir el desaliento. No podemos sentir tantas melancolías. Como en los excelentes libros de Leonardo Padura, la vida es similar a su personaje Mario Conde, un hombre triste y agobiado, un recordador de mierda, un cabrón recordador de mierda que remata su amigo el Flaco. Porque la memoria es engañosa y la Habana de tanto decaer se fue a la mierda, según el policía habanero que describe magistralmente una realidad donde muchos sueños hubieran podido ser pero no fueron.
La Habana recibe a Francis Montesinos que protagoniza esta semana la celebración Arte y Moda con una conferencia sobre el diseño, el arte y la cultura, y el desfile València, Seda y Fuego
Mientras se surca el cielo atlántico pueden verse las estrellas, algún cometa y, también, la estela amarga que se queda anclada en este pequeño país mediterráneo. Mientras escribo estas últimas líneas comienzan a asentarse las encuestas finales de ayer al cierre de las urnas. Comienzan los temores, el susto, la cautela escénica. Nunca fueron buenas las segundas partes, ni las terceras, en caso de que suceda. Quienes ganaron bajan escaños, quienes perdieron, suben, quienes no deberían estar, se disparan, ascendiendo. Otros casi desaparecen. Con un escrutinio muy tenso, los resultados daban más miedo que las encuestas, aún con un partido socialista ganando. El resto, inquietante. Una larga noche de bloques que subían y bajaban. Con el 30% escrutado, a las 21h del domingo, en este país valenciano se daba un empate entre izquierda y derecha, con siete diputados de la ultraderecha. Con el 50% escrutado subía la izquierda, ganado el PSPV. Pero en Madrid, cuando acabo de escribir, solo se había escrutado el 20%. Es desasosegante. Hoy, aún con victorias celebradas, lo más difícil será abrir los ojos.
No necesito pensarlo para comprender que lo más difícil sería abrir los ojos. Aceptar en las pupilas la claridad de la mañana que resplandecía en los cristales de las ventanas…, y saber entonces que el acto esencial de levantar los párpados es admitir que dentro del cráneo se asienta una masa resbaladiza, dispuesta a emprender un baile doloroso al menor movimiento de su cuerpo (Mario Conde despertándose de una tremenda resaca. Leonardo Padura)