el muro / OPINIÓN

Impacto emocional

Foto: Eduardo Manzana
21/08/2022 - 

En apenas unos días, o unas horas, y no sabemos cómo acabará la semana, la Comunitat Valenciana se nos ha quemado de norte a sur. Sin esperarlo, pero de forma contundente. Un aviso muy serio. Hemos visto cómo desalojaban a familias, pero también cómo nuestro patrimonio medioambiental desaparecía. Para los medios afines es estadística, número de hectáreas. Pero sin base ecológica y menos psicológica. Sólo son números informativos, como los muertos de una guerra o los de la Covid, pero no la guerra en sí porque no interesa hablar de consecuencias hasta que las suframos como humanidad. Los números pertenecen a las instituciones. No valoran en su día a día consecuencias y menos aún cicatrices.

Tardaremos lustros y décadas en volver a reconocer una identidad, como en Gandia cuando un incendio asoló su territorio hace unos años. Nadie se acuerda.

Es lamentable a veces escuchar a los pocos políticos que quedan en pie dando la cara, aunque algunos lo están haciendo frente al fuego o como pueden -Puig, Bravo, Ángel…- y mostrando su actitud más solidaria y resolutiva pese a las circunstancias. Pero están. Otros/as, del ramo y con responsabilidades continúan de vacaciones. Estarán muy lejos. Ni están, ni se les espera. Viven en su mundo distante y discurso sin ofrecer alternativas. Hablan siempre de reconstrucción, o de ayudas. Es el mismo discurso, como si una ayuda económica lo solucionase todo, desde la memoria, al olvido. Pero no a fondo perdido. Sin embargo, la desgracia de La Palma de Canarias hace tiempo que desapareció de nuestras vidas. ¿Qué es de ella? Como también, qué es de las guerras que se diluyen entre discursos económicos.

Bejís. Foto: Eduardo Manzana

Los políticos salen al paso con verborrea. Creen que son convincentes, aunque hace tiempo que la sociedad desconfía. Sólo aspiran a resultados inmediatos. Son palabras. Es lo que nos dan. Tenemos demasiados errores de sistema y sistémicos. Esto es, una fachada o un disfraz de que les aleja de los problemas reales, hasta que un loco, estilo al de Salman Rushdie, “Uside” para À Punt”, se lo explica sin contemplaciones porque está harto de la naturaleza de su destino o porque ya lo ha perdido todo.

No todo es culpa del cambio climático. Eso es el discurso fácil cuando se han marchitado/quemado décadas de ecosistema y se han puesto en valor o en duda vidas, desgarros que perdurarán en la memoria y la economía de una parte importante de nuestra sociedad. Claro que afecta el cambio climático, pero también la ausencia de prevención o de mantenimiento de nuestro ecosistema. Unos incendios, como los que estamos viviendo, arruinan vidas humanas y de animales que jamás volverán o al menos no podremos comprobarlo porque todo tiene sus tiempos.

No mata por sí mismo el cambio climático salvo en países sin medios; mata aquello que se descuida o se deja llevar: desde las construcciones en lugares rurales sin permiso urbanístico, hasta el descuido de la conservación que es el principio o la base de la naturaleza urbana y ecológica. Que se los pregunten a los fiscales de Medioambiente sobre un país que ha sabido alicatar la fachada litoral y reconvertir lo rústico en urbano sin pensar en riesgos o alternativas.

Bejís. Foto: Eduardo Manzana

Si llevamos lustros sin atender o invertir en la prevención no sé que esperamos; si abandonamos el mantenimiento de teatros, fachadas o auditorios para gastarlos en fiestas, pues al final se caen. El problema es la ausencia de conservación, prevención y medios. Son tres principios de la lógica y la propia naturaleza humana.

Está muy bien que el presidente Sánchez nos quiera demostrar su interés entre baños de sol diciendo y agitando que ha prometido medios para los incendios de nuestra autonomía. Faltaría más. Eso no hace falta anunciarlo. Tampoco aporta nada Feijóo volviendo a su bucle ideológico. No es tiempo de batallas.

El problema o la noticia estaría en saber de qué medios disponemos aquí o allí `para hacer frete a problemas de esta naturaleza. Y ese mismo razonamiento sirve para derecha e izquierda que, por lo general, rápidamente se quitan de en medio ante los problemas que ellos mismos no han atendido o han heredado. Aquí hay para todos estos mediocres.

Vamos para ocho años de nuevos gobiernos autonómicos en algunas comunidades, que ya son, pero hemos continuado pensando en comisionados y nombramientos. Como si ahí acabarán los problemas.

Bejís. Foto: Eduardo Manzana

Al final dejan veinte aviones para sofocar el fuego al que atribuyen a lo que sea. “Estamos muy preocupados” se les escucha decir. Pero no están todos, ni todas, ni todes.

Quienes van a las fronteras a rescatar refugiados son ONG, o a la limpiar playas, voluntarios. Suerte que tenemos un Ejercito al que siempre recurrimos como justificación para una guerra, un incendio o una inundación.

Este tipo de catástrofes naturales que no tienen culpable, salvo la propia naturaleza, debería de servir como labor pedagógica. Si tan preocupados están algunos en que no sepamos la Historia, al menos deberían de servir como escenario para que las nuevas generaciones conozcan in situ cómo nos podemos quedar sin nada en unos minutos y somos tan frágiles. No existiría mejor clase de Ciencias Naturales que nuestros herederos fueran testigos de lo que perdemos todos en un incendio de magnitudes desconocidas y descontroladas. Eso también es educación y no todas esas pamplinas políticas que no conducen a nada salvo al enfrentamiento cansino y provinciano de lengua y RH.

Además de visitas de escolares a museos y exposiciones de tercer nivel, pero que justifican número de visitantes, mejor llévenlos a los desastres naturales. Entenderán mejor la realidad y estarán mejor formados para los retos que les esperan. Un impacto emocional es la mejor lección.

Y ahora salgamos todos ahí fuera, observemos y hagamos examen de conciencia sobre lo que tenemos, queremos y perdemos a causa de la estúpida naturaleza humana.

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