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SOPA DE PESCADO / OPINIÓN

Indeseables

Foto: RICARDO RUBIO/EP
26/03/2024 - 

VALÈNCIA. Desde que hace ya unos meses me ofrecieran esta ventana quincenal en forma de columna, he pretendido entretenerles a todos ustedes, queridos lectores, invitándoles a reflexionar sobre aquellas cuestiones que por razón de su actualidad la mayoría de ustedes conocen y que considero marcan las pautas que guían la "cosa" pública en estos agitados días en los que el debate político se torna hosco, excesivamente polarizado, y en no pocas ocasiones, poco constructivo.

No tienen ustedes por qué saber a que dedica este humilde Senador no ya su tiempo libre como reza la canción, sino tampoco cuáles son las tareas que ocupan la mayor parte de mi tiempo y de mis preocupaciones y que, últimamente, mucho tienen que ver con el escándalo mayúsculo que entorno a la figura controvertida de Koldo sigue ocupando titulares y amplio espacio en el panorama mediático que cubre la escena política española.

Tampoco tienen por qué saber que en el Senado se ha creado una comisión de investigación que tiene como objeto poner luz al oscuro mundo de las comisiones que algunos desaprensivos cobraron cuando los españoles vivíamos nuestra hora más oscura en tiempos de pandemia.

Lo cierto es que mientras el Gobierno decidía un confinamiento, declarado inconstitucional pocos años más tarde; mientras vivíamos con alarma como el número de fallecidos por la Covid-19 afectaba a decenas de miles de personas; mientras esperábamos una vacuna que apenas éramos capaces de vislumbrar en el horizontes; mientras nuestros padres, hijos, hermanos y amigos caían enfermos; mientras nuestros mayores sufrían la soledad de su confinamiento y la enfermedad en las residencias para la tercera edad; y mientras el personal sanitario, los funcionarios, policías y todos aquellos que sostuvieron nuestro país, como digo, en nuestra hora más difícil, libraban una batalla heroica pagando por ello un precio muy alto.

Un policía reparte mascarillas durante el confinamiento. Foto: RAFA MOLINA

Mientras todo eso pasaba. Mientras los españoles fuimos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro en términos de serenidad, solidaridad y responsabilidad. Mientras tanto, unos pocos se dedicaron, como decía Balzac a "hacer de su provisión a cestadas".

Fueron unos pocos pero no puedo evitar decir, a pesar de que este no es el tono que deseo para mis artículos, fueron unos miserables, fueron unos indeseables y que lo que hicieron fue asqueroso y que no son pocos los males que no puedo evitar desearle a estos hijos del golferío.

Los españoles, conscientes de lo que nos jugábamos lo hubiéramos entendido todo. Hubiéramos aceptado pagar las mascarillas y el material de protección a cualquier precio con tal de salvar la vida de nuestros compatriotas y la del personal sanitario que se enfrentó a la enfermedad con heroísmo y con apenas material de protección.

Y los españoles lo hubiéramos entendido todo porque somos un pueblo maduro, un pueblo responsable que, en todo momento, fue muy consciente de lo que estaba en juego. Lo hubiéramos entendido todo, pero siempre que aquellos que estuvieron al frente de la nave hubieran sido honestos, transparentes y no hubieran permitido ni los comités de expertos inexistentes ni estas comisiones millonarias que estamos conociendo en estos días.

Personas con mascarillas en València. Foto: KIKE TABERNER

La Agencia Tributaria explica en sus informes que el precio al que en China los intermediarios compraron las mascarillas estuvo entre los 1,1 y los 1,2 euros por unidad. La AEAT explica que el precio al que estos intermediarios vendieron a Soluciones las mascarillas ascendió a entre 1,29 y 1,32 euros por mascarilla y que esta empresa vendió las mascarillas a Puertos del Estado, a Baleares, a Canarias, a ADIF, a 2,5 euros por mascarilla y al Ministerio del Interior a 3,27 euros.

Y todo a través de empresas pantalla, recurriendo a comisionistas y empresas interpuestas hasta lograr sacar con apenas esos contratos 16 millones de euros de beneficio. Según la AEAT el beneficio ascendió al 35% del dinero que la administración del PSOE decidió pagar gracias a la intermediación de ese socialista llamado Koldo cuyo ejemplo Pedro Sánchez loaba en su Manual de Resistencia que vio como su patrimonio crecía exponencialmente hasta el punto de que su hija con apenas dos años fue capaz de comprarse un piso en Benidorm a su nombre.

Indignante.

Pero ¿quieren saber ustedes lo que aún me cuesta más entender? Porque estos comisionistas y/o empresarios de pacotilla como Juan Carlos Cueto, Iñigo Rotaeche o Víctor de Aldama (amigo este último de Begoña Gómez mujer del Presidente del Gobierno) porque no fueron capaces de conformarse con obtener este beneficio ilegítimo y desproporcionado, encima lo hicieron todo a través de sociedades interpuestas, pretendiendo desgravarse lo que no se podían desgravar y desviando dinero a paraísos fiscales y todo para no pagar impuestos.

El presidente del Zamora CF, Víctor de Aldama. Foto: RICARDO RUBIO/EP

Una avaricia y un ejercicio de indignidad moral insoportable de una panda de golfos mal nacidos que pensaron que eso de sostener los servicios públicos, la sanidad, la educación, los servicios sociales …. No iba con ellos. Vivían en La Moraleja, conducían Ferraris pero fueron incapaces pagar impuestos e incluso de presentar la declaración de la renta.

Sinceramente espero que sobre ellos caiga el peso que determine el servicio público de justicia, e incluso que disfruten de las “comodidades” del servicio público penitenciario si así se decide.

Asquerosos.

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