VALÈNCIA. Llama la atención que en algunos círculos del emprendimiento se empiece a hablar ya de la industria 5.0. De hecho, este es el nombre de una de las verticales de las startups finalistas de la competición global de South Summit de este año.
No llamaría la atención de no ser porque hasta hace unos meses estábamos evangelizando sobre la urgente necesidad de adaptar nuestras fábricas a los nuevos modelos productivos y la digitalización. Que se lo cuenten a Diego Sáez, socio director de MESbook y tal vez una de las personas que más sepan de la industria 4.0 en nuestro país.
Hasta antes de la pandemia, Sáez se recorría una media de 200 fábricas al año explicando la necesidad de recuperar la competitividad de nuestras factorías para recuperar el control de la producción fabril, ahora en manos de terceros, abrazando la nueva tecnología y con una buena gestión del cambio. Estas son las bondades de la industria 4.0.
Se trata de hacer los procesos industriales más eficientes y más baratos, algo que requiere una inversión que pocas fábricas españolas, en su mayoría micropymes, se pueden permitir. Consciente de que la industria lo inunda todo, el mensaje que traslada Sáez en su recorrido es que no hace falta deshacerse de todo el legado, salvo tener asegurado el retorno de la inversión a corto/medio plazo, dada la rápida obsolescencia de la tecnología, pero sí que se incorporen mejoras que puedan integrarse de forma inteligente en el equipamiento disponible.
El objetivo es que las fábricas vayan dando poco a pocos los pasos necesarios para recuperar la fortaleza de un sector que en los años 80 representaba en nuestro país más de un 30% del PIB y ahora no alcanza de media el 15%.
Y si no hemos recuperado aún los niveles de los 80, ¿qué hacemos hablando de la Industria 5.0 cuando la 4.0 continúa en mantillas? La explicación la ofrece Oriol Pascual, experto y fundador del proyecto recientemente lanzado Stage2, primera aceleradora de startups Industrial Tech con apoyo de capital riesgo en España.
“Claro que seguimos pendientes de hacer los deberes de la industria 4.0, pero son conceptos distintos. Fue a raíz de la pandemia cuando en la Comisión Europea se empezó a hablar de la Industria 5.0 como un cambio de paradigma que, más allá de la productividad y la rentabilidad, promueve una industria alineada a otros valores como el bienestar humano, la resiliencia o la sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, la Industria 4.0, a grandes rasgos, se relaciona con la fábrica conectada, la digitalización y el uso de las nuevas tecnologías. Hacer más con menos. Esa es la principal diferencia que yo observo entre un concepto y otro”.
Desde esta perspectiva, la industria 5.0 sería complementaria a la 4.0 en cuyo caso sí representa una evolución. Serían como los valores que han de acompañar a esa transformación industrial. Sin embargo, según la Comisión Europea, la cuarta revolución industrial se está focalizando demasiado en la digitalización de procesos y el uso de la inteligencia artificial o la robótica para incrementar la productividad y la eficiencia, dejando de lado aspectos como el rol de los trabajadores que intervienen en el tejido productivo o la transición hacia modelos de desarrollo más sostenibles.
Conforme a la definición que hace la Comisión Europea, la industria 5.0 se centraría en tres elementos principales: el ser humano; la sostenibilidad medioambiental y la resiliencia. No obstante, ello no quiere decir que prescinda del uso de las tecnologías. De hecho, la Comisión cita entre las aplicables algunas como los gemelos digitales y simulación; la inteligencia artificial; tecnologías de transmisión, almacenaje y análisis (Big data) o tecnologías para la eficiencia energética, el uso de energías renovables, el almacenamiento y la autonomía.
En esta linea, entiende Oriol Pascual que tecnologías para la transformación industrial, pueden servir todas. No es pues ese el problema ni los sectores, sino más bien una cuestión de saber aprovechar la calidad científica que surge de nuestros laboratorios y trasladarla a una industria que aporte valor añadido con equipos basados en la ciencia y la ingeniería; ganarse la confianza de los inversores y el apoyo de las Administraciones Públicas más propensas en nuestro caso a impulsar el sector servicios.
Opina también Pascual que la apuesta por la renovación debería tener una respuesta conjunta de todo el territorio comunitario. “No podemos seguir pensando que competimos con Alemania o Francia. Nuestros competidores están en Estados Unidos y China, mercados al que ningún país comunitario puede hacer frente en solitario”.
Uno de los objetivos que persigue Pascual con Stage2 es poner en valor el sector industrial. Cierto que el ecosistema ha favorecido los últimos años a proyectos más orientados al desarrollo de software o los negocios digitales, pero entiende que es necesario aumentar la apuesta por el hardware porque la vida no se restringe a estar sentado detrás de un portátil.
En la misma lucha se encuentra Pedro Carrillo, fundador del evento Industry Talks cuya misión principal es comunicar y difundir los avances industriales en nuestro país. “La industria lo mueve todo -dice- Puedes ser el mejor en servicios, en comercio, en turismo, en movilidad… lo que sea, pero si no tienes a alguien que te fabrique el patinete o el coche eléctrico, no tienes nada. Lo que yo pretendo con este medio es dar visibilidad a lo que hace la industria para la sociedad. Mires donde mires, ahí está, desde la silla en la que te sientas hasta el grifo que canaliza el flujo del agua. No entiendo por qué hay que recordar algo tan básico, pero así es”.
El tercer webinar del ciclo organizado por la Cámara de Comercio de Castellón pone de relieve la relevancia de los datos que genera el Internet de las Cosas en la Industria 4.0 y del talento para gestionarlos