CASTELLÓ. Forman ante todo un “equipo humano”, dicen las hermanas y médico estomatólogas Obdulia y María Luisa Fernández Ybarra bajo la atenta mirada de su madre, Pilar del Rey, de 89 años y una de las primeras médicas analistas de Castellón.
Son un equipo sanitario al que unen además 20.000 sonrisas: las de los pacientes que han construido la historia de su clínica odontológica, con un trayectoria de 35 años. La última, la encarnada por el también dentista (y nieto de Pilar), Jorge Querol. A sus 33 años, él es el tercer vértice, junto a su madre, Obdulia, y su tía María Luisa, de la renovada clínica dental Fernández Ybarra. Un proyecto al que la actual crisis sociosanitaria no ha echado el freno y que estrena nueva etapa a partir del 14 de diciembre en sus instalaciones de la calle Dolores, en pleno centro neurálgico de Castelló, y con una plantilla interdisciplinar de 15 profesionales.
Mucho ha llovido, recuerda este equipo familiar, desde el origen del proyecto. Desde la consulta que el marido de Pilar del Rey, el reconocido cirujano Francisco Fernández de Ybarra, regentó en un espacio anexo al domicilio familiar, en la plaza Clavé 24. Aquí, en Castelló, desarrollaron su proyecto laboral y personal esta pareja de cartagenera y zaragozano unidades de su etapa universitaria: “Fuimos compañeros desde segundo de carrera”, apostilla Pilar. Y aquí, en ese céntrico número 24 del conocido como ‘descarregador’, compartiendo conocimientos (y espacio) con sus padres, iniciaron su trayectoria profesional Obdulia y María Luisa, dos de los seis hijos del matrimonio. Eran los primeros años de la década de los 90. “Mi tía iba a la clínica los sábados, mientras terminaba la especialidad de Ortodoncia”, explica Jorge, quien no escatima halagos hacia sus abuelos, responsables en cierto modo de que la vocación por lo sanitario fuera una constante generación tras generación.
Una vocación que en la familia han interiorizado con naturalidad, siguiendo los pasos del abuelo Francisco (fallecido en 2013), quien no dudaba en asegurar que un cirujano “es un ser humano normal y no alguien infalible”, y de la abuela Pilar: “Fue una pionera, en la orla de su promoción como analista clínica eran 80 hombres y dos mujeres”, relata con orgullo Jorge. De su etapa universitaria, en plena década de los 40, también tiene palabras Pilar. “Fui de las pocas mujeres en cursar Medicina, pero es cierto que al menos en la facultad de Valencia no había diferencias entre hombres y mujeres en el trato académico”. Ella es transmisora de vocaciones, pero asegura que la suya le vino casi de casualidad, por parte de un pariente lejano que era su médico de cabecera en Cartagena, donde vivió de niña y adolescente.
Ahora mira con orgullo el proyecto emprendido por sus hijas y su nieto. Porque sí, la idea, “madurada y estudiada”, de “impulsar un nuevo concepto de clínica dental”, de dar “un paso más” a pesar del contexto actual y sumar un espacio amplio en el que “poder dar continuidad a esos 35 años de experiencia profesional” y seguir “aglutinando sonrisas” ha cruzado ahora los caminos de Obdulia y Jorge con el de María Luisa. Segunda y tercera generación confluyen en un proyecto impregnado por el espíritu pionero y emprendedor de Pilar. Como se mezclan también tradición e innovación. “La cercanía, proximidad y transparencia con el paciente configuran la parte de tradición que hemos querido preservar, completándolo con la última tecnología y conceptos un tanto revolucionarios”, añade Jorge.
El giro que a juicio de sus responsables representa esta nueva fase de la clínica Fernández Ybarra lo denota el mismo vestíbulo que da acceso a los 400 metros cuadrados dedicados a la salud dental, que recuerdan más por su interiorismo y aroma al vestíbulo de un hogar que al de una consulta sanitaria. “Transmite confort y tranquilidad, eliminando esos miedos innecesarios que a veces siente la gente a la hora de ir al dentista”, señala Jorge Querol. Una impresión que corrobora su abuela: “Es una clínica cómoda, sencilla y que reúne todo lo que se necesita para trabajar bien, aunque claro, ¡qué voy a opinar si son mis hijas y mi nieto!”, reconoce entre risas.
La innovación se mide también en la incorporación de un espacio para la recuperación del paciente tras la cirugía, y que se suma a sus diez gabinetes, sala de fotografía y esterilización y un laboratorio anexo 100% digital. Dos salas de espera, para garantizar las distancias y reforzar las ya extremadas medidas de higiene y los protocolos Covid; tecnología de vanguardia (radiografía digital, escáner intraoral3D y microscopio dental); o la oferta de un servicio de odontología y estética facial son otro delos pluses que evidencian los aires renovados de la nueva consulta. Sin olvidar la también estrenada imagen de marca: un arcoíris de sonrisas, variadas e idiosincráticas, que se suceden y proyectan.