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La industria de la inmortalidad

La idea de la eterna juventud, de vivir más pero mejor siempre ha sido una cuestión que la ciencia ficción ha planteado. Ahora, la Ciencia da un paso más para reducir los años de vida en los que la calidad de vida es menor por los achaques de la edad 

11/08/2023 - 

VALÈNCIA. Desde comienzos del siglo XX hasta ahora, la esperanza media de vida de los seres humanos ha pasado de los treinta y cinco años a los setenta, exactamente el doble. En algunos países la media se supera, como es el caso de España que, con una esperanza de vida de ochenta y cinco años, se encuentra entre los tres países más longevos del mundo. Se trata de algo extraordinario en la historia de la humanidad. Según explica Juan Carlos Izpisúa Belmonte, se debe, principalmente, a la notable reducción de la mortalidad infantil, a la aparición de las vacunas y los antibióticos y a la higiene. Todo ello consecuencia de avances científicos. 

Izpisúa Belmonte es un bioquímico natural de la localidad albaceteña de Hellín y licenciado en Farmacia por la Universitat de València. Actualmente es el vicepresidente primero de Altos Labs, una empresa biotecnológica ubicada en San Diego (EE. UU.), donde investigan la programación del rejuvenecimiento celular para restaurar la salud y revertir el envejecimiento. La tecnológica está apadrinada por el capital de algunos de los hombres más ricos del mundo, como Jeff Bezos, quien habría invertido tres mil millones de dólares en la compañía, o Yuri Milner, otro multimillonario ruso de nacionalidad israelí.

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Con tan poderoso pulmón financiero, Altos Labs se permite incluir en nómina a lo más granado de la ciencia internacional en su área de actuación. Así, Izpisúa comparte plantel con el premio Nobel de Fisiología y Medicina Shinya Yamanaka, descubridor de qué células adultas pueden reprogramarse para convertirlas en pluripotentes; o Steve Horvath, conocido por su trabajo sobre los relojes epigenéticos del envejecimiento.

Toda esta inteligencia de lujo está al servicio de una única misión: «restablecer la salud y la resistencia de las células, mediante programas de rejuvenecimiento celular para revertir las enfermedades, las lesiones y las discapacidades que pueden producirse a lo largo de la vida», definen en Altos su razón de ser. 

Curar el envejecimiento

«Yo trabajo en el re-ju-ve-ne-ci-mien-to, que es muy distinto del envejecimiento activo. El envejecimiento nunca es saludable, porque cuando envejecemos cada vez estamos peor de salud. Yo me enfoco en un concepto distinto, basado en que cada vez seamos más jóvenes», subraya José Luis Cordeiro, ingeniero y futurista venezolano-español, formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Suyo es también el libro La muerte de la muerte, cuyo epílogo corresponde al prestigioso abogado Antonio Garriges Walker y está prologado por Aubrey de Grey, gerontólogo biomédico inglés, otro gurú de la eterna juventud. 

«Hoy sabemos que el envejecimiento está controlado por los genes y que se puede revertir. El premio Nobel de Medicina de 2012 —John B. Gurdon y Shinya Yamanaka— se le concedió a un científico que tomó células viejas y las volvió jóvenes. Hoy sabemos que el envejecimiento es reversible, una enfermedad curable», asevera Cordeiro. La fecha que suele poner para que los avances científicos nos pongan al borde de la inmortalidad es 2045. 

Con este discurso lleva Cordeiro años recorriendo distintos foros, tanto científicos como de emprendimiento. El último, el South Summit Madrid celebrado en junio. Allí compareció exponiendo el caso de Liz Parrish, a quien se le atribuyen 52 años cronológicos y 21 biológicos, después de haberse sometido a un tratamiento de terapia génica.

Cierto que a Parrish se la puede considerar ‘arte y parte’ de esta industria puesto que, además de humanitaria y defensora de la genoterapia, es también directora ejecutiva y fundadora de la empresa biotecnológica BioViva Science, en la que investigan tratamientos para interferir en el proceso de envejecimiento de los humanos. 

En cualquier caso, hay que aclarar que la comunidad científica, al menos en España, no reconoce sus logros teniendo en cuenta que se ha saltado los cauces reglamentarios: «supervisión ética, publicación en una revista revisada por pares, etcétera. No es posible tener una mínima certeza sobre qué ha hecho. Por otra parte, ningún tratamiento debe ser aplicado sin antes superar ensayos aprobados por las entidades regulatorias», advierten desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Avances científicos

Quien sí cuenta con el beneplácito y el respeto absoluto de la comunidad científica es el microbiólogo ilicitano Francisco Martínez Mojica, descubridor, a comienzos de la década de los noventa, de una técnica que él mismo bautizó en el nombre de CRISPR, el germen del que luego surgirían revolucionarias herramientas moleculares de edición genética.

El potencial de esta herramienta es brutal, dada su capacidad para editar el genoma de los seres vivos y corregir lo defectuoso, todo aquello que va mal, incluyendo enfermedades raras y de cura insospechada hasta el momento. CRISPR puede compararse con un editor de textos con el que se pueden copiar y pegar párrafos enteros y trasladarlos de un lugar a otro, pero con los posibles errores ya eliminados. Se consigue así alterar el libro de instrucciones que hace que, por el motivo que sea, las células empiecen a comportarse de manera errónea y a transferir información fallida que deriva en la aparición de la enfermedad. Se basa en reprogramar las células genéticamente para que prosigan con la información adecuada, el equivalente a la salud. 

Otra línea de investigación se basa en los telómeros y la telomerasa y España cuenta también con un referente mundial gracias a  la científica alicantina María Blasco. A grandes rasgos, se trata de activar la enzima de la telomerasa para mantener vivas las células y alargar los telómeros (extremos de los cromosomas). 

Cada vez que una célula se multiplica, los telómeros se acortan perdiendo así una cantidad pequeña de ADN. Viene a ser algo parecido a lo que sucede cuando se hacen sucesivas copias de fotocopias hasta que al final se pierde la calidad y es imposible descifrar el contenido.

Por último, la fabricación de órganos sanos mediante la ingeniería de tejidos y las células madre, es otro campo de investigación en el que están consiguiendo grandes avances. Persigue reemplazar un órgano dañado por otro sano sin recurrir a un trasplante. El límite actual lo pone la ciencia en el cerebro, el único órgano que, por ahora, no se podría cultivar en un laboratorio. 

Vivir como la reina Isabel II

«Esto va de vivir más y vivir mejor y hay dos caminos para conseguirlo: aplicar la ciencia para aumentar la expectativa de vida, y buscar soluciones que nos mantengan durante más tiempo libres de enfermedades», apunta Juan Cartagena, cofundador, junto con Clara Fernández, de Rosita Lonvegity, una startup de biotecnología digital nacida en Valencia con una app para el entrenamiento en longevidad.

Así, por un lado, está lo que se llama Lifespan y, por otro, el Healthspan. «El primero se basa en aumentar la expectativa de vida en el ser humano el máximo posible, mientras que en el segundo, la ratio que se tiene en cuenta es el tiempo duran,te el cual una persona se mantiene saludable y libre de enfermedades», detalla Cartagena. Además, concreta que «en la primera, hemos crecido hasta situarnos en torno a los ochenta y cinco años; pero en la segunda, la de los años de vida saludables, estamos, más o menos en los sesenta y cinco años. Es decir, que vivimos veinte años con baja calidad de vida».

Acortar esa distancia de veinte años entre la esperanza de vida y la vida saludable es lo que persiguen en Rosita, invitando a las personas de sesenta años a empezar a trabajar desde ya para mejorar el Healthspan. Para Juan Cartagena, lo suyo sería que todos pudiésemos vivir como la reina de Inglaterra Isabel II, activa hasta pocos días antes de fallecer a la edad de los noventa y seis años.

Al contrario de lo que sucede en la Lifespan, pendiente de los desarrollos científicos, en la industria del Healthspan buena parte de la responsabilidad recae sobre cada uno de nosotros. «Como humanos, no solo existe el derecho a que nos cuiden cuando caemos enfermos, sino también la obligación indilegable de hacer todo lo que está a nuestro alcance para preservar la salud y que, cuando llegue la tecnología, podemos aprovecharnos de ella». Esta es la propuesta de Rosita entrenando a las personas, todavía sanas, a partir de los sesenta años para alcanzar el rango de excelencia, mediante la creación de rutinas de ejercicio, una nutrición adecuada, llevando una vida activa y desarrollando una estrategia de salud que ganarle a la vida años de calidad.

La solución de Rosita Longevity se ampara en un sistema prevención, similar al que siguen en Japón o Singapur, donde habitan los ciudadanos más longevos del mundo. En este sentido debería virar el sistema sanitario español, en opinión de Cartagena, es lugar de esperar a intervenir cuando la enfermedad es ya patente conforme a los baremos establecidos.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 106 (agosto 2023) de la revista Plaza