El Partido Popular va desgranando su programa electoral. Tenía curiosidad por saber lo que aporta Daniel Lacalle a esta candidatura y si se dejaba notar en la parte económica. Pero no hay una memoria económica que lo acompañe. Esto ya es tradición en los programas que hemos ido analizando anteriormente en el resto de formaciones que compiten en las próximas elecciones. Cuantificar no debe ser políticamente correcto.
Para aquellos que esperaban una revolución van a tener que esperar. El programa económico va más en la línea habitual que viene siguiendo el Partido Popular, anuncios de bajadas de impuestos y contención del gasto, que no reducción. Esto es importante, por más que saquemos la curva de Laffer a pasear, la recaudación no va a aumentar por el mero hecho de una bajada de impuestos; mejorará si la bajada de impuestos va acompañada de medidas que dinamicen la economía, mejorará si el ahorro que se presupone pasará a estar en manos de ciudadanos y empresas se destina a la inversión a largo plazo. Todo lo que se quede en consumo tendrá un efecto limitado.
En este sentido, los populares se muestran a favor de mejorar fiscalmente el tratamiento del ahorro con la deducción de la vivienda habitual y los planes de ahorro. Adicionalmente, también se plantea reformar la fiscalidad de los fondos de capital riesgo como medida para mejorar la financiación del emprendimiento. Estas pueden ser buenas medidas y espero que un cambio de mentalidad necesaria en la clase dirigente. Para invertir y gastar lo primero es ahorrar, no se puede vivir eternamente de deuda pública.
Para invertir y gastar lo primero es ahorrar. no se puede vivir eternamente de deuda pública
En lo referido a los impuestos, el Partido Popular busca la reducción y eliminación. Una reforma del IRPF, reduciendo todos los tramos y fijando el máximo del 40% (sería el más bajo que hemos tenido), la supresión del Impuesto de Patrimonio o Actos Jurídicos Documentados para la vivienda habitual. Y para las empresas, Impuesto de Sociedades con tipo máximo del 20% y reducción de las cotizaciones en la contratación de jóvenes y parados de larga duración.
Para el control del gasto, el Partido Popular se reitera en la aplicación de la regla del gasto, eso que en los días pares es un recorte de derechos, una limitación de la acción política; y en los impares, una medalla por la reducción de las deudas en los ayuntamientos. Esto es todo lo que tienen que decir del gasto, se me hace corto. Comprometerse a reducir deuda y limitar el gasto a los ingresos es tan necesario como impopular. No obstante, no se nombra por ninguna parte medidas destinadas a la reducción del gasto, sí a su control, pero no a su reducción. Esto es importante, la sostenibilidad del Estado del Bienestar pasa por una reducción efectiva de la deuda pública y eso necesariamente nos lleva a una reducción del gasto por un largo periodo de tiempo.
Para los autónomos, se alarga la tarifa plana a tres años y se amplía la jubilación activa al 100% de los autónomos.
el programa económico se queda corto y revolución no es el término adecuado
En materia de pensiones se sigue con los mismos planteamientos que ya tenían, la revalorización de las pensiones estará ligada al IPC y la sostenibilidad del momento; al igual que el PSOE, difiere la solución del problema a un aumento del empleo que permita una mejor recaudación y se evite una reforma integral del sistema de pensiones necesario, pero que tendrá un alto coste político.
Los detractores de este programa económico argumentan que el Partido Popular va a poner en riesgo el Estado del Bienestar. Algunos ya han estimado lo que va a suponer esta reducción de ingresos, que se cifra entre 15 mil y 20 millones de euros, sin tener en cuenta los posibles efectos que tengan en la economía los ahorros generados. Esto supone un 5% del actual Presupuesto General del Estado. Por más que retorzamos los números, el Estado del Bienestar no se va a desplomar. Sí que puede suponer un hecho importante que no puedan controlar ni reducir los gastos, ya que eso afectaría al déficit y la deuda pública, lo que haría saltar las alarmas en Europa.
Considero que el programa económico se queda corto, revolución no es el término adecuado. Creo que acierta en los planteamientos encaminados a reforzar el ahorro y la inversión, pero me deja con dudas en todo lo que se refiere a gasto público y sostenibilidad de las pensiones. También hay que considerar que esto de bajar los impuestos ya lo contaron una vez y no lo cumplieron, la coartada fue la crisis. Quizá las urnas les den una segunda oportunidad de redimirse.