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La tecnoadicción provoca estrés en casi un 30% de los jóvenes entre 18 y 34 años

21/04/2020 - 

CASTELLÓ. Falta de concentración, trastornos del sueño, nerviosismo o ansiedad son algunas de las consecuencias psicológicas derivadas del tecnoestrés, síndrome que causa la utilización de tecnologías de forma extrema y que afecta mayoritariamente a los jóvenes. El tecnoestrés, aunque no es una enfermedad en sí misma, sí tiene efectos y síntomas en el cuerpo. 

El doctor Sergio Arques, psiquiatra del hospital Vithas Castellón, da las claves para entender esta patología, así como unas pautas para moderar esta dependencia tecnológica. “Para los jóvenes de nuestra sociedad es un problema sentirse  excluido tecnológicamente. Las nuevas tecnologías como el móvil, la tablet, el correo electrónico y las redes sociales se están revelando como una nueva fuente de estrés, hasta el punto de que en el caso de los jóvenes entre 18 y 34 años, el porcentaje se eleva casi al 30%”, afirma el especialista. 

Para el doctor Arques es clave distinguir dos tipos de tecnoestrés: la tecnoansiedad y la tecnoadicción. En el primero, la persona experimenta altos niveles de activación fisiológica no placentera, pudiendo desarrollar fatiga física por exposición a la tecnología como dolores de cabeza, cervicalgia, cansancio mental o incluso fobia al uso de estas herramientas. “En cambio, -puntualiza el doctor Arques -, en el caso de la tecnoadicción existe un incontrolable impulso a utilizar las tecnologías en todo momento y en todo lugar,  durante largos períodos de tiempo, o incluso la necesidad de adquirir las últimas novedades  que salen al mercado, siendo este tipo de estrés el que los adolescentes son más propicios a padecer”.

Según el especialista, “los jóvenes al estar hiperconectados en el mundo virtual, se aíslan del entorno real y reducen las relaciones sociales cara a cara, perdiendo la capacidad de generar verdaderos vínculos; además, realizan múltiples tareas de forma simultánea y  esto genera tal dispersión en la atención que puede llegar a provocar trastornos de la concentración y memoria.  No es extraño que dicha  dependencia  pueda llevarles a sacrificar horas de sueño y a interferir de forma importante en su funcionamiento diario ”.
Incluso, señala el profesional, “existen casos extremos donde el tecnoestrés puede incluso desencadenar cambios de humor y  alteraciones de conducta al imponer reglas y restricciones en el uso de estos aparatos,  dando lugar a una importante frustración o desesperación cuando no se tiene a  mano un dispositivo para conectarse a la red”. 

La clave es convivir con las nuevas tecnologías de una manera saludable. “La realidad, -comenta el especialista-, es que vivimos en la era de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y debemos adaptarnos a ello  siendo  conscientes de  todas las ventajas que ha supuesto la revolución tecnológica para la sociedad, pero sin olvidar que la utilización inadecuada también puede tiene tener  ciertos  riesgos psicosociales para el individuo”. 

Tal como explica el profesional en psiquiatría, “desgraciadamente existe un problema de educación caracterizado por la ausencia de normas en muchas familias, algo peligroso en general pero que  con las nuevas tecnologías adquiere mayor relevancia dado que “significaría que todo vale”. Debemos tener claro que la incidencia de las tecnoadicciones afecta a todo el conjunto de la sociedad y debe prevenirse desde edades tempranas. Para ello, es indispensable contar con recursos formativos y material pedagógico que pueda servir de guía tanto para familias como para centros escolares”, y concluye “la solución no es odiar la tecnología, sino hacer un buen uso de ella, -puntualiza el doctor Arques -, y esa es la tarea principal de educadores y familias desde edades tempranas”. 

Establecer tiempos de uso de los dispositivos y fomentar otro tipo de actividades, tanto en casa como en los entornos sociales de los jóvenes, es clave. “Aconsejo limitar el horario de juego o de conexión de internet a un periodo determinado en el día o a días concretos, fomentar actividades que no requieran obligatoriamente del empleo de artilugios tecnológicos y reservar tiempo a la semana sin tecnología para fomentar la comunicación hablada y las relaciones personales”, agrega el especialista.  

Por otra parte, no se debe olvidar que los padres son  el ejemplo a seguir por  los hijos. “Es difícil inculcarles hábitos saludables en el uso de las nuevas tecnologías si no los observan en sus progenitores, por tanto, hay que predicar con el ejemplo. Por último, si cree que se  ha perdido el control sobre la situación, o bien se ha identificado el problema demasiado tarde,  sería conveniente consultar con un especialista”. 


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