el interior de las cosas / OPINIÓN

La vida es eterna en cinco minutos

13/09/2021 - 

 Morella regala un cielo inmenso, transparente, azul. Es la luz que abre el otoño en este paisaje oceánico de montañas. Los primeros silencios de la mañana se van disipando para recibir el bullicio, el estruendo de las motos que han transitado, durante todo el fin de semana, por la carretera N-232 en dirección a Alcañiz. La comarca de Els Ports ha acogido a numerosas personas aficionadas y a sus vehículos que se trasladaban a la capital del Bajo Aragón. El rugir de los motores se sumaban a la celebración del Gran Premio de Aragón MotoGP. Un evento que no se celebraba desde que comenzara la maldita pandemia y que sabe a cierta normalidad, a pesar de las necesarias restricciones contra el covid.

La lluvia, que sigue descargando con la furia de las tormentas, ha pintado los paisajes morellanos de un intenso verde. El agua ha purificado y refrescado las estampas cotidianas, y en la no celebración de la Fira de Morella, las abuelas “ferian” a sus nietos, a pesar del cabreo monumental de madres y padres, y sintiendo que hace muchos años la experiencia era propia, como el enfado con las abuelas. Malcriar a las siguientes generaciones parece ser ley de vida, quizás por esa necesidad de atención, del calor infantil y de esas dos sonrisas espléndidas que llenan los días.

Foto: A. P. S.

La Fira de Morella no se celebra desde septiembre de 2019. Cada segundo fin de semana de septiembre la Fira regresaba para dejar las mejores transacciones ganaderas, para admirar a los mejores perros guía, para adquirir la maquinaria agrícola más avanzada, para degustar embutidos y quesos de otras comarcas, aragonesas, catalanas, para comprar el mejor bacalao salado del mundo. Esta cita, además, tenía el atractivo de detenerte frente a las paradas de ferretería y estar observando, abstraída, la infinidad de tornillos, destornilladores, martillos, clavos, tijeras, cuchillos y navajas de Albacete, utensilios metálicos de cocina… La Fira es pura vida, es la convivencia de centenares de personas que se encuentran en el Paseo de la Alameda morellana. La multitud sabe a gloria en estos pueblos que se vacían a partir de septiembre. Y la Fira es para “feriar” a los nietos que, hace tiempo, recibían cada año una pequeña navaja de un abuelo que se emocionaba paseando con ellos. La No Fira no es lo mismo, pero perdura esa sensación de dar la bienvenida al otoño prematuro a todos los colores de la vida. Porque entre montañas late demasiada vida.

La primera quincena de septiembre guarda un brillo especial en el campo, en la metamorfosis del verde, el camino hacia el ocre, el amarillo, en el aroma de las primeras setas, en los primeros fríos matinales, en la vuelta al colegio de las niños y niños que son el futuro de estas comarcas. Un doce de septiembre, una mujer parió a un niño feliz, a un joven inquieto, a un buen periodista, a una buena persona. La vida sigue corriendo entre estas piedras, y el pequeño Biel, y su inmensa sonrisa, es el relevo de aquel niño que también corrió por estas calles. En estos días de septiembre, otro pequeño, Aimar, juega con su primo, con ese camión ‘feriado’ que traslada motos al circuito de Alcañiz, esperando a otro bebé que será también septiembre, el mes más bello del año.

El día once de septiembre reúne tremendas realidades: Golpes de estado, Diadas, el atentado terrorista contra Joan Fuster en 1981 y, ahora, dos décadas ya del #11S. El 11 de septiembre, de 1973, fue el día de la muerte del presidente Salvador Allende tras el asalto al Palacio de la Moneda y el terrible golpe de estado que sumió a Chile en la oscuridad y la crueldad de dieciséis años de dictadura militar y miles de víctimas inocentes. Mi querido amigo y colega Ernest Nabàs, que sufriera en Santiago el horror del golpe de estado de Pinochet, recuerda siempre a Víctor Jara, el cantautor detenido y asesinado, así como las palabras de Pablo Neruda en su libro póstumo Confieso que he vivido, cuando el poeta compartía un infinito dolor por la muerte del compañero Allende. “En Chile se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la constitución y la ley, la democracia y la esperanza. Del otro no faltaba nada. Tenía arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y de cadena, monjes falsos y militares degradados…”

Foto: A.P. S.
Otro 11 de septiembre también nos ha grabado en la memoria las terribles imágenes del mayor atentado terrorista de la historia contra las Torres Gemelas de Nueva York que arrasó más de tres mil vidas. Era 2001 y el terrorismo sigue asesinando miles de vidas inocentes en demasiados países. Una espiral de violencia que reside en la industria de las armas, en los intereses concretos de los siempre señores dueños del planeta. Lo estamos viendo con dolor y rabia en Afganistán. Tras veinte años, las vidas perdidas no han servido para nada, y la población civil queda en medio de la nada, desprotegida y sometida, sobre todo las mujeres. Siguen las preguntas sin respuesta sobre el protagonismo, en la sombra, de Arabia Saudí en los atentados del 11-S, las maniobras geopolíticas de los EEUU, las decisiones europeas… demasiados movimientos internacionales que seguimos sin conocer y que han fracasado. Los señores de la guerra han llenado la historia con sus lides, cantares de gesta y cruzadas. El 11-S significó también reafirmar la cruzada contra la cultura árabe, al margen del castigo al terrorismo, que no es lo mismo. Aquel trío de la fatídica foto de las Azores que precipitó la invasión de Irak, la insoportable risa de aquel presidente español con los pies sobre la mesa, el peligroso poder de aquellos tres señores que mintieron al mundo. Desde entonces, la mentira es un arma de destrucción masiva. 

Como recitara y cantara Víctor Jara, la vida es eterna en cinco minutos… Hoy seguimos recordandoy recordamos a las miles de Amanda que hay en el mundo. …Te recuerdo Amanda, la calle mojada, corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel… 

Muchos no volvieron, tampoco Manuel.  

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