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disney+ adapta la franquicia de nicholas cage con lisette olivera y Catherine zeta-JONEs

'La búsqueda' para adolescentes: ¿robaría Hannah Montana la declaración de independencia?

3/03/2023 - 

ALICANTE. Ahora que faltan poco más de tres meses para que la magia del cine nos devuelva al aventurero por antonomasia, héroe de la infancia de aquellos que ya ponemos la vela del 4 o el 5 en las tartas de cumpleaños, es justo reconocer que en ausencia de nuevas historias de Indiana Jones (porque estamos de acuerdo en que 'El reino de la calavera de cristal', de 2008, fue abducida por la nave que abandona la pirámide precolombina al final de la cinta, junto con Shia LeBeouf), el histriónico Benjamin Gates de Nicholas Cage (¡qué gran Supermán ha perdido el celuloide!) cubrió un importante hueco en el cine de aventuras históricas, con sus dos entregas de 'National Treasure' en 2004 y 2007, traducidas en España como 'La búsqueda'. 

Mientras llega el enésimo ejercicio de nostalgia en forma de látigo y sombrero bajo el paraguas Paramount, esperemos (el tráiler promete) que esta vez digno de formar parte del canon porque Harrison Ford no tendrá muchas más oportunidades de noquear nazis, Disney se ha lanzado a estirar su propia franquicia de tesoros históricos, acertijos irresolubles, malos malísimos con mucho dinero que aún así quieren más, y héroes con complejo de mesías. Solo que esta vez no lo ha hecho con una tercera entrega protagonizada por el bueno de Nicholas (que amenaza con convertirse en otra causa perdida para el star-system), sino con una serie, siguiendo el ejemplo Star Wars que tan erráticos resultados le está dando. Y, bueno, por seguir poniendo pegas: que no hay nada de todo lo anterior.

Por partes. ¿De qué va 'La búsqueda: más allá de la historia', estrenada en diciembre y cuya primera temporada ya se puede ver completa en la plataforma de streaming de la casa del ratón? Jess Valenzuela, una joven mexicana, huérfana y que aspira a la nacionalidad estadounidense y a convertirse en agente del FBI, acaba por casualidad gracias a su trabajo en los trasteros de Cazasubastas en casa de un antiguo agente federal y gran maestre masón, interpretado por Harvey Keitel durante exactamente dos minutos de metraje antes de morir. Keitel sirve de conexión con el 'universo', como se dice ahora, de las películas y mete a Jess (la convence con medio de esos dos minutos en los que sale) en un juego del gato y el ratón para 'proteger' de los malos un tesoro milenario escondido por mayas, aztecas e incas (una joint venture, vaya) cuando llegó Hernán Cortés ("España, pide perdón"). Ah, y la mala es Catherine Zeta-Jones con peluca rubia, en otro caso de la epidemia de toma-el-cheque-y-corre que aqueja al Hollywood actual, con o sin afasia.

Pero Jess no solo es huérfana, mexicana y 'sin papeles' (esa es toda la vertiente social que se permite la serie), sino más lista que el hambre, no solo porque sea descendiente de una larga saga de protectores del tesoro, sino porque debe de tener más coeficiente intelectual (y más dedos en cada mano, además de un peinado más agradecido) que Lisa Simpson, y es capaz de resolver enigmas y acertijos que tampoco es que se hayan trabajado demasiado mejor que Robert Langdon en 'El código Da Vinci'. Cero unidades de tensión, vaya. Para dejarlo claro, en su primera aparición en pantalla resuelve un scape room mientras mira al infinito, como el doctor House cuando se daba cuenta de que no era lupus al ver volar una mosca. 

A Jess la acompañan su amiga afroamericana (Zuri Reed) con novio italiano (Antonio Cipriano), con el que mantienen una relación de aminovios abierta, o algo así, y su propio no-se-sabe-bien-qué-somos asiático (Jordan Rodrigues, que en realidad es australiano), por si no había quedado claro hasta ahora que Disney se ha vuelto súper diverso, abierto, integrador y empoderador. Pero además, pronto conoce al nieto cañón y cantante folk en sus ratos libres de Keitel, interpretado por Jake Austin Walker, que al principio reniega un poco pero al final se sube al barco de los cazatesoros. Perdón, de los protege tesoros. Ah, cabe destacar que Justin Bartha, el escudero y alivio cómico de las películas, retoma aquí a su personaje Riley.

Jess y Liam, la monísima pareja protagonista de la serie de 'La búsqueda'. Foto: DISNEY

La serie, en resumen, es un producto más propio de Disney Channel que de Disney+. Y por tanto, su target más aquellos (y sobre todo, aquellas) que aún ponen delante la vela del 1 o como mucho la del 2 en la tarta. No solo por su fotografía, banda sonora y porque la mayoría de escenas (cambiamos persecución en furgoneta a través de Washington por discusión en una tienda) se pueden rodar y de hecho se ruedan en decorados tipo de sitcom juvenil, sino porque la trama se arrastra lentamente a través del metraje, sin apenas tensión narrativa, y los diálogos de la protagonista con sus amigos, entre acertijo resuelto en diez segundos y acertijo resuelto en diez segundos (por cierto, no es necesario saber nada de historia, como en las películas, sino hacer puzles), se parecen más a los de Hannah Montana que a los de Tia Carrere en Relic Hunter. 

Tampoco se entiende demasiado, al menos en los primeros compases de la serie, qué bicho ha picado a Zeta-Jones (y a sus dos muy inútiles esbirros) para querer hacerse con el tesoro por las malas, cuando es evidente que no podrá terminarse todo el dinero que ya tiene. Ese problema lo tenía también el personaje de Sean Bean en la primera película, pero al menos estaba bien dibujado, como sus motivaciones, cosa que no llega a suceder aquí. Con todo, y sabiendo por lo que tenía que pasar Cage en 'La búsqueda' original, uno se hace la pregunta (e intuye la respuesta) clave: ¿seguro que Hannah Montana robaría la declaración de independencia de Estados Unidos?

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