CASTELLÓ. La galería Espai Nivi abre temporada tras cumplir 15 años de historia, presentando la exposición Del mito al dato del artista Juan Falcón García (Oviedo, 1985), que se inaugurará el 4 de marzo a las 18:00h. Inauguración que estará amenizada por la actuación del grupo musical LATnemirepse.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 30 de abril. Ha sido comisariado por el Doctor en Bellas Artes y profesor de la UPV Alejandro Mañas García y el texto para la sala escrito por la Historiadora del Arte y crítica Natalia Alonso.
Juan Falcón en su proyecto Del mito al dato analiza “la crisis de la memoria” en tiempos de infoxicación. Desde la pluridisciplinariedad (paisaje sonoro, fotografía, pintura y vídeo-instalación) el artista reúne una miscelánea de elementos procedentes de ordenadores, routers, DVD, cámaras, móviles... y los que estudia bajo múltiples ángulos y perspectivas que le empujan a cuestionarse las consecuencias que pueden derivarse de nuestro actual consumo de datos y de imágenes.
En palabras de Natalia Alonso, la investigación de Juan Falcón se introduce en la sobreabundancia de información y el dataísmo. En el control, la vigilancia y la usurpación de nuestros datos. Datos que son "el petróleo del siglo XXI". "Cualquiera tiene a su alcance las decenas y decenas de artículos que llevan este titular que, en primera instancia, puede parecer sensacionalista pero que cada vez es más verídico. No tentemos a las distopías que las carga el diablo. Sin la red y las infraestructuras tecnológicas muchas de las actividades que hacemos o de los trabajos que realizamos no podrían ser llevados a cabo. Su cese implicaría un colapso del sistema. Es lo que conlleva la hiperconectividad. Además, todos y cada uno de los dispositivos que utilizamos en nuestro día a día aportan información que cotiza al alza. Y la información es poder y es control. Si los datos son el petróleo del siglo XXI, los centros de datos son el panóptico que los (y nos) vigila".
La digitalización del mundo afecta a nuestra vida privada. No solo estamos hablando de permitir que las grandes corporaciones conozcan qué tipo de música escuchamos o qué deporte practicamos. Depositamos nuestra confianza en la tecnología como cuidadora. Lo hacemos porque nuestra memoria es frágil y perecedera. Lo hacemos porque nuestros recuerdos sabemos que se vuelven borrosos con el paso del tiempo. No recordar algo es como no haberlo vivido. Los ordenadores, cámaras digitales, móviles y demás artilugios archivan hoy gran parte de nuestros recuerdos. Las tarjetas de memoria son una extensión de nuestro yo.
Pero, ¿pueden nuestros hábitos digitales ofrecer una representación exacta de nuestra persona? ¿Y de nuestra psique? ¿Y de nuestras emociones? Si la base de datos aspira a apropiarse de la creación de significado sobre el mundo y también a ser su guardiana, ¿qué ocurre con el mito al que se refería Byung-Chul Han? ¿Qué sucede con la narración, con el relato? Y, más específicamente, ¿qué posición ocupan entonces la memoria y el recuerdo en el Big Data?, ¿los sometemos al yugo del algoritmo? Son algunas de las preguntas que el artista nos hace cuestionarnos en esta investigación.