VALÈNCIA. El primer año de crisis sanitaria en España golpeó duramente al negocio de Ford España. Su beneficio se hundió un 94,4% en 2020 hasta los 6,1 millones de euros frente a los 110,1 millones logrados en el ejercicio anterior. Además, el parón de la economía mundial y la suspensión de la actividad de su planta en Almussafes durante algunos meses también provocó un descenso en sus ventas que cayeron un 20% hasta alcanzar los 6.655 millones de euros, según consta en sus cuentas anuales depositadas en el Registro Mercantil.
Asimismo, su resultado bruto de explotación o Ebitda se desplomó un 88,9% hasta los 7,90 millones, mientras que su fondo de maniobra se mantuvo negativo, lo que supone que los activos a corto plazo de la empresa son inferiores a las deudas y obligaciones en un año. Así lo explica la empresa en su informe de gestión, en el que achaca esta situación "al gran volumen de inversiones realizadas en la planta de Almussafes".
Por su parte, la multinacional estadounidense, cuyas instalaciones se ubican en la localidad valenciana de Almussafes, redujo un 78,1% sus inversiones en inmovilizado hasta los 134,80 millones. Las mismas que fueron financiadas, en parte, con fondos procedentes de sus operaciones de producción y distribución de vehículos, recambios y componentes generando éstas un desembolso total de 76 millones.
Según consta en su memoria de gestión, el volumen total de unidades de la marca Ford matriculadas en España ese año fue de 54.182, lo que supone una disminución del 35,3% con respecto a 2019. En concreto, fueron 38.978 turismos y todoterrenos, un 39,2% menos; mientras que se comercializaron 28.792 vehículos comerciales, un 30,6% menos que el año anterior.
Lo cierto es que el ejercicio de 2020 fue un año bastante oscuro para la factoría valenciana. Los efectos de la pandemia provocaron una fuerte sacudida en la planta con paradas de la producción, ERTE consecutivos y un duro despido colectivo. Nada más estallar a mediados de marzo la crisis sanitaria, la factoría suspendió la producción hasta mayo, cuando poco a poco retomó la actividad. Dos meses con las máquinas apagadas, que evidentemente mermaron la fabricación.
De esta forma, la producción aquel año de pandemia registró un descenso del 32% hasta los 235.344 vehículos fabricados. Por modelos, en Almussafes se sacaron al mercado: 75.393 unidades de la furgoneta Transit Connect; 120.922 coches del Kuga; 18.733 del Mondeo; 12.704 del S-MAX; y 7.592 vehículos del modelo Galaxy. El 96% de la fabricación en Almussafes, es decir, 226.046 unidades, se exportaron a otros mercados.
Respecto a la producción de motores y componentes, se alcanzaron los 247.928 motores, un 23,5% menos que en 2019. De ellos, el 95,4% se exportaron fuera de España. Mientras que se fabricaron 456.071 componentes mecanizados, un 75% más que el año anterior, de los que el 45,7% se exportaron fuera de España.
Como consecuencia de esta situación, el empleo se resintió de forma drástica. Así, la planta acumuló seis Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), además del despido de 350 trabajadores. Unos ajustes que dejaron tocada a una plantilla de unos 6.200 empleados, casi 3.000 personas menos que hace cinco años, cuando llegó a los 9.000 trabajadores.
En cualquier caso, Ford destaca que la factoría de Almussafes "sigue siendo una de las instalaciones de producción más importantes y eficientes del sector en Europa". "Es especialista en vehículos de alto valor y complejidad, fabricando más modelos que cualquier otra planta de fabricación de Ford en Europa", resalta. Unos atributos que se valoran ahora más que nunca en plena pugna con la planta alemana de Saarlouis para hacerse con los nuevos vehículos eléctricos que la multinacional lanzará al mercado europeo a partir de 2025.
Por el momento, se desconoce la decisión final y qué planta se llevará la nueva carga de trabajo. No será hasta junio cuando haya un anuncio oficial, lo que ha llevado estos meses a una fuerte competición por demostrar a la compañía las fortalezas y competitividad de cada una. Una carrera que también ha obligado a Saarlouis y Almussafes a tener que negociar fuertes ajustes laborales para intentar asegurar su futuro.