VALÈNCIA. Crear comunidades está de moda. Lo hacen grupos de profesionales especializados en un área determinada, las marcas, los emprendedores o los infuencers con miras, en muchas ocasiones, a crear luego su propio proyecto empresarial. Pero crear una comunidad no es sencillo, hace falta picar mucha piedra en las redes, interacción constante, aportar valor y saber gestionarla para fidelizar a los integrantes.
Referente en España en la creación y dinamización de comunidades es Bosco Soler, creador de SinOficina, un proyecto al que se refiere como un “coworking online” y en el que aglutina y conecta a expertos de todo tipo en emprendimiento online. En su caso, la forma de monetizarla es a través del cobro de una membresía de pago trimestral o anual a todos los participantes. Sinergias empresariales, intercambio de ideas, conocimiento y otros recursos formativos son algunos de los beneficios que obtienen los más de 700 miembros de esta comunidad. Este proyecto ha servido para que el nombre de Bosco Soler figure en la lista de las 100 personas más creativas en el mundo de los negocios en España de la revista Forbes.
También para emprendedores, pero en este caso orientada a los fundadores y CEOs, hace meses que se lanzó en España WeTribu, una comunidad exclusiva fundada por Tomás Andreu y Gonzalo Míguez con el propósito de ayudar a los líderes de las compañías a través de “un espacio de encuentro auténtico, reflexión estratégica y colaboración efectiva entre pares”. Para su dinamización han desarrollado una estrategia que combina coaching de liderazgo, consultoría de transformación organizacional, formación y capacitación y facilitación de networking. También en este caso, la comunidad se mantiene mediante el pago de una membresía.
Pero también empiezan a proliferar la creación de comunidades cuya finalidad no es monetizar directamente a través del pago de una cuota. Detrás de muchas de ellas se encuentran marcas de influencers que, una vez que se han hecho fuertes en una temática concreta, aprovechan la popularidad alcanzada para crear su propio proyecto emprendedor.
Uno de los casos más sonados corresponde al nutricionista Carlos Ríos fundador de Realfooding quien, tras muchos años predicando en redes -1,5M de seguidores en Instagram- las bonanzas de reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, se animó a lanzar productos en esta dirección bajo su marca propia. Más que de comunidad, Carlos Ríos habla de movimiento apoyando sus productos, que ahora pueden adquirirse en grandes superficies, en 4 pilares principales: salud, sostenibilidad, apoyo a productores “de comida real” e innovación.
También en el segmento de la comida saludable quieren hacerse un hueco los fundadores de la marca en B3tter Foods, creada por Álex Boisse, natural de Castellón, y Adriá Cruz, de Girona. Antes de emprender, Boisse era ya creador de contenidos y un conocido influencer y youtuber con más de 450.000 seguidores en redes sociales hablando de nutrición, lifestyle y viajes. Se postula, asimismo, como referente en el mundo vegano y concienciación medioambiental. Ahora, define su misión al frente de la marca de snacks veganos y saludables como un firme compromiso por “mejorar la industria alimentaria. Destapando las mentiras que hay en el mundo de los ultraprocesados y los snacks, pero a la vez ofreciendo alternativas 100% saludables”. Entre sus objetivos destacan “informar al consumidor del efecto de los alimentos en su salud, mejorar su salud y ofrecerle alternativas saludables” además de introducir innovación en el mercado.
La comunidad de B3tter, alimentada por Boisset, no para de crecer. La clave del éxito la encuentran en el hecho de querer ser algo más que una empresa que vende productos. “B3tter informa, cuenta historias, ayuda a mejorar la vida de las personas y tiene un contacto muy cercano con la gente. Prácticamente son ellos que eligen los próximos productos que se sacarán. Creemos que cuando se hacen las cosas con pasión, corazón y honestidad, la comunidad es algo que sigue solo. La comunidad no es algo que buscamos sino algo que viene por hacer las cosas bien, dice Boisset.
La estrategia que suelen aplicar estas nuevas marcas “es elevar el producto a otro nivel. Además de hacerse primero fuertes en un territorio muy concreto y crear una filosofía en torno a esa temática, buscan la opinión de los usuarios e involucran a los seguidores en la concreación de la marca”, explica Alvaro Justribó, cofundador de Mazinn, una consultora generacional especializada en ofrecer servicio a las marcas y empresas que quieren conectar con la generación zeta.
Para ello, los mismos fundadores de Mazinn han creado una comunidad propia de la que forman parte cerca de 10.000 ‘zetas’ a quienes ofrecen voz y un espacio donde “poder cincelar las marcas que van a consumir. Es algo muy básico, pero muy lógico que no se hacía antes”, dice Justribó. Con ese propósito empezaron a construir una red por toda España de jóvenes que participan al más alto nivel en sesiones de opinión, reuniones y procesos de cocreación con las marcas interesadas en acertar con este segmento poblacional.
La comunidad de Mazinn, representa el principal activo diferencial de otras empresas con propuestas similares y, aunque ellos paguen a los participantes, Justribó está convencido de que “el dinero no es el driver, es algo adicional, pero lo que de verdad les motiva es poder dar forma a las organizaciones del presente y del futuro, contribuir, en la medida de lo posible, a que se hagan las cosas de otra forma, más a su gusto. En eso radica la magia y el poder de las comunidades, donde confluyen personas con un ámbito de interés compartido. Cuantos más son, más fuerza tienen para cambiar lo que no les gusta”.