VALÈNCIA. La energía fotovoltaica se ha convertido en los últimos años en la fuente de energía alternativa de mayor crecimiento, y parece el motor indispensable para alcanzar los objetivos climáticos que se están marcando las administraciones regionales a escala global. Hay movimientos concretos de cara a una transición energética; mientras cada vez son más países que se están comprometiendo para reducir las emisiones contaminantes. Entre los más concretos -y con planes de acción oficialmente publicados- están los europeos, que buscan lograr 'emisiones cero' hasta 2050. Los chinos vagamente estarían dispuestos a cumplir en 2060, mientras los americanos han vuelto a la mesa de debate de los acuerdos de la conferencia climática de París, lo que hace entrever que su intención sería de al menos acercarse a los objetivos marcados por los europeos.
Lo que se pretende es exigente y forzará que los estados liberen capital para incrementar sus capacidades de producción energética alternativa durante las próximas décadas. Es tanto que solo EE UU tiene previsto desbloquear 2.000 millones de dólares para lograr electricidad sin carbono hasta 2035. Se trata de mucho dinero si lo ponemos en el siguiente contexto: los países por ahora comprometidos con la causa del cambio climático representan casi un 60% de la populación mundial. Aflorará, por tanto, un volumen de fondos considerable con destino en proyectos energéticos de futuro. Algo que como inversor se debe tener muy en cuenta.
En todo el debate de la transición hacia las energías limpias, mucho indica que la solar puede tener un rol trascendente. Es una industria que ha ido mejorando sucesivamente su ratio coste/rentabilidad durante la última década, lo que ha proporcionado un crecimiento exponencial frente a otras opciones. Avances en su tecnología, economías de escala y cadenas de suministro competitivas la convierten en una alternativa muy rentable. Y, lo más importante, es que ya camina por su propio pie, sin necesidad de subvenciones al haber logrado reducir sus costes un 85% desde 2010.
En muchos países ya compite con las fuentes de energía más económicas y la tendencia -según un estudio de Bloomberg- habla de otra posible rebaja de coste del 70% hasta 2050. Sin duda, datos que hacen pensar que deberá ser un pilar energético de magnitud en el mundo de mañana. Así también lo pronostica la agencia internacional de energía (IAE) que habla del nuevo 'rey energético' y vaticina que debería cubrir durante estos años venideros una tercera parte del crecimiento mundial de la demanda, con previsión de una inversión adicional total de 4.200 millones de dólares en su infraestructura.
Se trata de una inversión muy focalizada, pero de amplio universo para un inversor. El movimiento hacia energías limpias -y en concreto la energía solar- trae beneficios para las empresas, que se sitúan a lo largo de la cadena de valor que se va generando por la iniciativa del movimiento sostenible. Desde compañías proveedoras de recursos materiales hasta productores de componentes o de sistemas para el sector en cuestión, todas se beneficiaran de alguno u otro modo. Por supuesto también los socios financieros, que aportan capital necesario para el buen desarrollo de los proyectos. El inversor debe analizarlas bien y valorar su potencialidad en beneficiarse indirectamente de los efectos colaterales del movimiento hacia la energía solar.
La reducción de emisiones también trae consigo una fuerte expansión de nuevas tecnologías, que hoy por hoy se encuentran en pañales. Las empresas que sean capaces de traer soluciones con garantías a estas necesidades estarán en el foco de los principales inversores. Incluir activos a su cartera de inversión que están centradas en energía solar -o en su cadena de valor- aporta mayor alineación a inversiones sostenibles , mientras le permite participar en una de las temáticas con mayor potencial de crecimiento en los próximos diez años.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF