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La España real que algunos no quieren ver

Foto: EFE/BIEL ALIÑO
24/08/2023 - 

Parece que algunos empiezan a darse cuenta de cuál es la España real. Hay una España deseada por la derecha donde todos hablamos castellano, vamos los domingos a misa y a los toros y nos compramos el Hola emocionados para ver dónde se va a esquiar el rey. Una España que acepta el liderazgo de Madrid y acata el libre mercado. Una mayoría silenciosa que decía Rajoy, aunque en realidad de silenciosa no tiene nada: es muy muy pesada.

Por desgracia para ellos esa España no existe. Y a los hechos me remito, no a mis ganas. Si por mí fuera, habría elegido nacer en un país con una sola lengua española y un sentimiento de pertenencia fuerte de todos sus habitantes. De esa forma dejaríamos de discutir por temas identitarios y nos pondríamos a luchar contra la desertización acuciante, por ejemplo. Pero el caso es que no es así. Somos un país con cuatro lenguas españolas (¿alguien duda que el catalán, por ejemplo, no es una lengua española?) y con algunas identidades regionales que no se sienten cómodas en el actual modelo de Estado. Guste más o menos, esta es la realidad de nuestro país.

Zapatero ya lo intuyó e intentó atajar el problema del independentismo catalán antes de que surgiera. La ciudadanía catalana votó el Estatut en un referendum y ganó el sí. El problema estaba resuelto pero llegó Rajoy y lo paralizó porque sí, sin dar demasiadas razones, pues si leemos el Estatut veremos que no es para tanto. Y entonces el independentismo cogió fuerza. Porque toda acción tiene su reacción y mucho más aquellas decisiones que se toman de forma tajante y sin contar con gran parte de los implicados.

En política, la única forma de avanzar es mediante negociaciones y pactos. Lo está viendo el PP: o negocias cada paso que das o tus actos te volverán como un boomerang e incluso pueden tirarte del caballo, como le pasó a Podemos. Es lo que se llama reacción y es de primero de política. Solo se puede avanzar lentamente, pactando, convenciendo, cediendo, teniendo en cuenta todas las sensibilidades. Y no menospreciándolas como hace la derecha con todo lo que no huela a la España de la meseta. Que si el vasco es una lengua de segunda que si la república y el federalismo son cosa de comunistas.

Pues Estados Unidos, Alemania o Suiza son repúblicas federales. ¿Son comunistas estos países? ¿Fueron Trump y Merkel líderes comunistas? ¿Son los bancos suizos el último reducto comunista?

Felipe de Bélgica, Trump, el secretario general de la OTAN y Merkel, en la cumbre de la OTAN. Foto: EFE/S. LECOCQ

La cuestión es que el modelo actual del Estado español no gusta a muchas de las partes que lo conforman. La derecha lo tiene claro: si no están cómodos es porque son malos españoles. Porque solo hay una forma de ser español de bien. Y el problema se solucionará cuando catalanes, vascos, socialistas, republicanos, federalistas, etc. cambien sus ideas y se hagan gente de bien.

¡Pues ojalá fuera tan fácil!

Imaginen que una jubilada de Alzira que ha hablado valenciano desde niña, dijese de pronto: Ché, la meua llengua no és la bona, soc una espanyola de merda, así que ahora hablaré en perfecto castellano. ¡Viva la lengua de Cervantes!

Imaginen que un demócrata que opina que todos debemos ser iguales ante la ley y por eso se opone a la existencia de la monarquía dijese de pronto: Vaya, ¿cómo he estado tan equivocado? Pero si un rey es lo mejor que le puede pasar a un país. Míralo que flamante en su regata. Seguro que somos la envidia de franceses y alemanes. ¡Viva el rey! 

Imaginen que algo hace clic de pronto en la cabeza de un ecologista y dice: ¿Cómo he estado tan ciego? Voy a hacerme constructor y a forrarme construyendo en parajes protegidos. Total, vida solo hay una y el dinero es el centro del mundo. Pues ganaré dinero y el que venga detrás ya se apañará. ¡Viva el pragmatismo liberal cortoplacista!

Imaginen a ese señor homosexual que de pronto recapacita y se da cuenta de que su vida ha sido un error y dice: a partir de ahora solo saldré con señoras, esto del homosexualismo ha sido una enfermedad transitoria, una locura juvenil, un capricho personal, pero voy a buscar una buena esposa y me voy a casar con ella: ¡Viva el sexo heteronormativo y los pechos turgentes!

Pues miren, dudo mucho que nada de esto ocurra, así que asumamos de una vez que hay muchos malos españoles según el baremo de las derechas. De hecho, los españoles malos son mayoría según las últimas elecciones. Por poco, pero lo son, Y aunque no lo fueran sería ridículo hacer de menos a una parte tan grande de la población.

Así que Pedro Sánchez no vende España a nadie. Pedro Sánchez busca pactos y soluciones. Parches por ahora hasta que asumamos  de una vez que necesitamos un nuevo modelo estatal. Un modelo que probablemente pase por el federalismo.

¿Y qué hay del referendum de Cataluña?, pensarán algunos. Porque los partidos catalanes no se conforman con el federalismo… Pues miren, yo he estado siempre a favor del referendum a pesar de que adoro Cataluña, muchísimo más que todos esos que la odian pero no aceptan que se independice, como ese marido celoso que odia a su mujer pero no la puede ver lejos de él.

En primer lugar porque creo que los pueblos deben poder elegir quién son.

En segundo lugar, porque estoy convencido de que ganaría el no.

Foto: PAU VENTEO/EP

A no ser que PP y Vox se hagan con el gobierno de la nación, empiecen a tratarlos de nuevo como si su identidad no fuese legitima y la reacción al respecto vuelva a fabricar independentistas en cadena.

Aunque muchos lo negarán, no es por casualidad que ETA dejase las armas durante el gobierno de Zapatero y tampoco lo es que con Pedro Sánchez el número de independentistas se haya reducido muchísimo. El PP azuza la lucha regional porque da votos. Siguen hablando de ETA muchos años después de que haya desaparecido y demonizando a vascos y catalanes. Según ellos es la izquierda la que rompe España. La izquierda que se esfuerza por entender las diferentes formas de sentirse español, integrar, pactar y consigue calmar las aguas independentistas. Esa es la que rompe España. Ellos, con sus insultos a Bildu (elegido en las urnas democráticamente nos guste o no), su boicot al cava catalán, su retirada de las banderas LGTBIQ+ o sus etiquetas de mal español si no respetas al rey crean un clima de convivencia genial. 

Y si alguien no lo ve es porque no le interesa verlo. ¡No dejemos que la realidad nos tape nuestras creencias!

Conclusión: ha llegado el momento de replantearnos el modelo territorial para encajar a todos. A nadie nos gusta del todo pero es lo que hay.

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