VALÈNCIA (EFE/Mercedes Salas). La guerra de Ucrania ha desestabilizado en un mes los mercados agrícolas y está obligando a realizar cambios políticos para salvar el abastecimiento de alimentos y amortiguar los precios.
Tras cumplirse un mes de la invasión rusa, las alarmas sobre sus consecuencias en la agricultura, la pesca y la alimentación igualan, o incluso superan, las alertas desatadas durante la pandemia en los países desarrollados.
La reducción de materias primas de Ucrania y de Rusia puede desembocar en hambrunas, pérdidas económicas para la industria y encarecerá la comida.
La Unión Europea (UE) y sus Gobiernos, entre ellos el español, se ven obligados a pisar el acelerador para dar soluciones.
Estas son las lecciones obtenidas y los efectos del primer mes de guerra para la agricultura y la alimentación.
Ucrania y Rusia destacan entre los principales exportadores de materias primas.
Rusia proporciona el 16 % de las exportaciones de trigo y Ucrania el 10 %, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés) de 2021-2022, procesados por la Fundación Bertelsmann.
Ucrania lidera la producción y exportación mundial de girasol, con un 30 % y un 50 % del total, respectivamente; en maíz es el sexto productor y el cuarto exportador (con el 17 %) y en trigo destaca su quinta posición como exportador (12 %).
En segunda posición se sitúa Rusia en las producciones de girasol (25 % del total mundial), cebada y en las exportaciones de trigo (17 % del total), girasol (25 %), si bien en producción triguera ocupa el segundo puesto.
España, país deficitario en cereales, compra a Ucrania el 27 % de sus importaciones de maíz y el 62 % de las de girasol.
El secretario general de la patronal de comerciantes de cereales (Accoe), José Manuel Álvarez, declara que en España el abastecimiento está garantizado hasta mayo o junio, pero las existencias son inferiores que las habituales de estas fechas.
No obstante, España ha flexibilizado los requisitos para importar cereales de Argentina o de Brasil.
Por otra parte, el encarecimiento del gasóleo reduce los ingresos de las empresas en la agricultura y en la pesca.
Las movilizaciones y los paros en España en esta última semana, entre ellos los amarres de la flota, son una prueba de las dificultades en la cadena alimentaria.
La UE ha acordado actuaciones para facilitar el abastecimiento agrícola y paliar los efectos de la guerra.
Excepciones a las normativas de la Política Agrícola Común (PAC) para poder sembrar barbechos o la ayuda a la retirada de carne de porcino del mercado figuran entre las medidas.
Además, la Comisión Europea (CE) ha activado la "reserva de crisis" de la PAC por valor de 500 millones de euros, 64 para España.
Y tanto de las reuniones del Consejo de Agricultura como de las cumbres de líderes comunitarios emerge un mensaje: la UE debe reforzar su autonomía alimentaria.
Por otra parte, la UE transita hacia la aplicación de la reforma de la PAC en 2023 y cada vez más voces reconocen que habrá que recurrir con frecuencia a ajustes para garantizar que se mantenga la producción interna.
Ante este panorama, los objetivos del Pacto Verde europeo están "bajo presión", según un estudio de la Fundación Bertelsmann
Las organizaciones agrarias y cooperativas insisten en revisar las ambiciones ambientales de Bruselas, entre ellas la estrategia "De la Granja a la mesa", que fija metas de reducción de fertilizantes, pesticidas e incluso de consumo de carne.
"La UE no es una burbuja en el mundo y lo primero que tenemos que hacer es garantizar los suministros", según el responsable de Accoe, patronal partidaria de revisar las restricciones comunitarias a la entrada de transgénicos.
Que la bajada de la oferta de dos países haya alterado todo el comercio mundial, por la guerra o las sanciones, lleva a pensar en la necesidad de "replantear las reglas del juego", según fuentes del sector.
Incluso se compara la incertidumbre actual con la pandemia, que provocó carencias alimentarias en muchas partes del mundo pero no interrumpió la cadena de abastecimiento de la UE.
Los consumidores comunitarios van a sufrir también el encarecimiento de la cesta de la compra, una situación que en 2008 llevó a muchas familias a comer alimentos más baratos, altos en calorías y menos nutritivos.
La CE ha recordado a los Estados miembros la posibilidad de aplicar tipos de IVA reducidos y alentar a los operadores económicos a contener los precios y les invita a utilizar el Fondo de Ayuda Europea para los Más Desfavorecidos (FEAD), para proporcionar alimentos y asistencia material los más vulnerables.
Bruselas ha planteado también un conjunto de acciones para dotar a los campos de Ucrania de insumos y para facilitar el alimento de sus ciudadanos.