CHIPS EN EL BELVEDERE  / OPINIÓN

Larry, Marvin y el presidente de la química

6/01/2022 - 

A veces resulta complicado transmitir la importancia que tiene para España y para la Comunitat Valenciana que un investigador y emprendedor de la Universidad de la Alicante sea presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). Quizás ayude decir que es el único representante de nuestro país al frente de una unión científica internacional. Y vaya con la IUPAC.

Recientemente, Javier García me hizo llegar un informe del United Nations Environment Programme, según el cual la industria química mundial doblará sus ventas hasta 2030, y alcanzará los 6,6 billones de dólares (más que el PIB de Francia)… sin contar a las farmacéuticas. Y, en la clave de bóveda científica de ese sector crítico para todos los demás sectores, desde la salud a la microelectrónica, desde las baterías del futuro a los fertilizantes inteligentes, ahí está la IUPAC.

Fundamentalmente, Javier además de ser un genio, con esa incansable productividad intelectual que caracteriza a la cantera del MIT, es una excelente persona. No es sencillo que una inteligencia como la suya aúne ambas cualidades. Lo demuestra en las cosas grandes, como su extraordinaria aceleradora de personas Celera o su voluntad de colaborar con instituciones públicas y privadas, desde el World Economic Forum a la Fundación Rafael del Pino, la Sociedad Americana de Química o la Academia Joven; y lo demuestra también en los pequeños detalles. En un paseo entre viñedos de La Rioja, por ejemplo.

De modo que ahí estaba yo, dándole vueltas a cómo explicar lo que ha conseguido Javier García. Y no era fácil encontrar una forma diferente de hacerlo. Hasta que comprendí que no era el más adecuado para cumplir ese papel. Claro. Debía ceder estas líneas a Lawrence B. Edwards, profesor de ingeniería química en el MIT entre 1962 y 1990, periodo en el que fundó Aspen Technology (1981), líder mundial en software para la industria de procesos químicos.

Dos años antes de acceder a la presidencia del American Institute of Chemical Engineers (AIChE), Edwards fundó, junto a Javier García, la empresa Rive Technology. Que sea él quien nos hable del valor de nuestro científico. Así es como Larry cuenta lo sucedido en una conversación celebrada en 2012 y editada por el Science History Institute.

“Dejé AspenTech [en 2002 y completamente de la junta en enero de 2005]”, comienza su relato. “Estaba interesado en trabajar con empresas emprendedoras. Antes de dejar el cargo de CEO, Andrew Dougherty, una persona que había trabajado en AspenTech y a quien conocía muy bien, había conocido a Javier. Javier se presentó en el concurso MIT 50K y Andrew lo había ayudado en la planificación empresarial. Nos presentó y Javier me contó lo que había desarrollado”.

Se trataba de “un nuevo catalizador para el refino de petróleo, un nuevo catalizador de zeolita, y quería comercializarlo. Pensé: ‘En mi posjubilación, una de las cosas que quiero hacer es trabajar con algunas empresas emprendedoras jóvenes’, así que acepté”, continúa Larry B. Edwards. “Dije: ‘Tal vez esta sea una posibilidad’. Primero pensé que solo sería un asesor, tal vez lo presentaría a algunas personas, le ayudaría a encontrar un CEO y cosas así. Hablé con algunos de mis amigos en capital de riesgo, y uno de ellos me dijo: ‘Bueno, mira Larry, si quieres que sea un éxito, deberías poner un poco de tu propio dinero y tal vez aceptar servir como CEO’. Ni siquiera había pensado en hacer eso. Entonces pensé: ‘¿Por qué no?’ y lo hice. Acepté unirme a Javier como CEO, recaudar algo de dinero y poner en marcha esta empresa”.

Explica Edwards que “la zeolita es un material cristalino formado por átomos de silicio, oxígeno y aluminio, y tiene una estructura regular que se repite, similar a una jaula, [con un espaciado de] 0,7 nanómetros. La reacción catalítica tiene lugar en los sitios activos”, pero el problema es que las moléculas grandes como las del petróleo “no pueden entrar en el cristal de zeolita. Tienen que agrietarse en la superficie, y lo que hizo Javier fue encontrar una manera de poner poros más grandes en el material cristalino, llamados mesoporos”.

“Javier había tomado algunos datos como parte de su investigación postdoctoral. Había enviado algunos de sus cristales originales a un laboratorio de pruebas en Canadá. [Demostraron] que [con la zeolita mesoporosa de Javier] se obtiene un rendimiento drásticamente mejor de gasolina y diésel por unidad de crudo, por unidad de materia prima”.

“Así que accedí a unirme a él. Eso fue en 2005, aproximadamente en agosto o septiembre”, sigue contando Larry. Mientras tanto, “había estado investigando posibles inversores, algunas personas que conocía de AspenTech [. . .]. En total, recaudamos un poco más de un millón de dólares de alrededor de una docena de inversores iniciales y obtuvimos capital riesgo de Charles River Ventures, una firma líder. Recaudamos en total unos cuatro millones de dólares para formar la empresa”.

En aquellos momentos iniciales, dice Edwards, “Dave Tippeconnic, que había sido director ejecutivo de CITGO [y vicepresidente ejecutivo y director de Phillips Petroleum], aceptó formar parte de la junta. Dave me dijo: ‘Necesitas conocer a un tipo llamado Marvin Johnson’. [Cuando estaba en Phillips Petroleum], Marvin inventó una forma de pasivar los metales pesados, como el níquel y el vanadio, utilizando antimonio como agente pasivante. Es un inventor. Tenía unos 79 u 80 años. La primera vez que el presidente Reagan ofreció la Medalla Nacional de Tecnología en 1985, Marvin Johnson fue uno de los ganadores. En ese evento, hubo unas quince personas honradas, por lo que era un genio certificado”.

“Marvin se interesó bastante en esto y reprodujo la receta de Javier en su cuarto de la lavadora. Usó frascos Mason como reactor y agregó cáustico, [tensioactivo] y zeolita, tenía que levantarse cada tres horas para dar una ligera vuelta a los frascos porque tardaban toda la noche en generarse esos mesoporos. Se convenció de que era reproducible, y por eso nos ayudó a recaudar el capital inicial. Cuando los inversores de semilla vieron que Marvin estaba a favor de ella, pensaron: ‘¡Bueno, tiene que funcionar!’”, relata.

“También había hablado con otro buen amigo mío, Jim Katzer, quien escribió el libro de texto sobre procesos catalíticos. [Era un jefe técnico] de la generación anterior de desarrollo de catalizadores de Mobil. Jim pensó: ‘Sí, seguramente tenemos algo aquí. Si esto puede hacer lo que creemos que puede hacer, puede tener un impacto en el refino’. Con todo ese respaldo, recaudamos el millón de dólares en financiación semilla. Eso le permitió a Andrew dejar su trabajo en AspenTech y unirse a la empresa a tiempo completo”.

“Teníamos espacio en [One Canal Park en Cambridge subarrendado de Exeter Consulting]. Luego recaudamos el dinero de Charles River Ventures. Mientras tanto, Marvin Johnson salió de su retiro y construimos un pequeño laboratorio en Oklahoma en las afueras de Bartlesville. Fue como un trabajo de zorrillos. Estaba en una antigua tienda donde vendían pienso para ganado, pero ya no se usaba para eso. Compramos una campana porosimétrica. Teníamos vasos de precipitado [y otros artículos de vidrio]. Contrató a un par de ex técnicos jubilados de Phillips y empezamos a intentar reproducir el experimento de Javier. En 2007 recaudamos otros tres millones de dólares y agregamos otra [firma de capital de riesgo, Advanced Technology Ventures (ATV), por lo que en total] habíamos recaudado siete millones de dólares. Sabíamos que necesitábamos construir un laboratorio”.

“Construimos un laboratorio en Princeton y contratamos a algunas personas. Marvin estaba realmente listo para retirarse para entonces. Le estaba fallando la vista, así que cerramos el laboratorio en Oklahoma y abrimos uno en Princeton, donde secamos la zeolita por aspersión para hacer un catalizador. Seguimos desarrollándolo y seguimos agregando espacio y personas. [A principios de 2007, habíamos] contratado a Larry Dight, quien dirigía el laboratorio de desarrollo de catalizadores de Engelhard, pero luego se fue después de que BASF los adquiriera [. . .]”.

“[En 2008] contratamos a Nth Power, un inversor de la costa Oeste en tecnología limpia que nos dio el dinero para construir un laboratorio en Princeton, donde ahora tenemos unas treinta y cinco personas. En diciembre de 2010, recaudamos otros veinte millones de dólares aproximadamente del Grupo Blackstone y ahora nos estamos asociando con W.R. Grace. Son el mayor fabricante de catalizadores del mundo”.

El relato concluye en 2012. Unos años después, Grace compró Rive Technology y continuó la expansión de la compañía. Javier García es un activo para la Comunitat Valenciana y para España, la pregunta que debemos hacernos es si queremos jugar en su liga, o no.

next