CASTELLÓ. Las fritas, esmaltes, colores y tintas cerámicas ya conocen al detalle su impacto ambiental. Tras dos años de arduo trabajo, desarrollado por el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) y coordinado por la patronal esmaltera Anffecc, este sector castellonense ya cuenta con el sello que acredita la huella de carbono de sus productos y de esta industria en su conjunto.
Más allá del importante avance en sostenibilidad, siempre relevante, la noticia puede llegar a tener también impacto en las cuentas de resultados de las compañías. En este sentido, desde Anffecc reconocen que esta acreditación "puede permitir a las empresas mejorar sus procesos productivos y también su rentabilidad, al contar con información detallada y cuantificada sobre el impacto medioambiental que conlleva la elaboración del producto en todas las fases del proceso".
De hecho, el análisis y resultado sectorial dado a conocer este viernes, que sirve "como indicador general", señala el secretario general de Anffecc, Manuel Breva, va a permitir a todas las compañías asociadas "realizar análisis más pormenorizados sobre sus productos".
Asimismo, este avance ambiental va a suponer que las empresas sumen valor añadido al producto, lo que a la larga tiene una repercusión económica en la relación con el cliente. Sobre esto, desde Anffecc inciden en que el sello sostenible obtenido diferenciará a las firmas castellonenses "de sus competidores en terceros países, al poder proporcionar información a los clientes, tanto nacionales como extranjeros sobre el impacto de los productos de forma detallada y cuantificada".
Con ello, la industria de las fritas y esmaltes española, radicada en la provincia de Castellón marca un nuevo hito innovador, un aspecto que tradicionalmente la ha diferenciado del resto de productores del mundo.
En concreto, el avance se ha logrado tras más de dos años de trabajo por parte del ITC en un proyecto que ha financiado la Generalitat Valenciana. Gracias a ello, los productos del sector han sido registrados con el sistema internacional Environdec y se han determinado las Declaraciones Ambientales de Producto -que miden todos los impactos ambientales que puedan tener, desde la obtención de la materia prima hasta la llegada al cliente- y las Huellas de Carbono -un aspecto concreto de aquella y que se refiere a las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera a lo largo de su vida útil-.
Esto se ha materializado para cada uno de los siete productos básicos con que trabaja el sector: fritas, granillas, esmaltes en base seca, esmaltes en base húmeda, esmaltes micronizados, pigmentos inorgánicos y tintas de inyección digital.
Todo esto no ha sido una labor fácil, pues en muchos de los casos los fabricantes utilizan fórmulas magistrales propias, lo que ha requerido una gran confidencialidad en todo el proceso investigador. Desde Anffecc destacan que el proyecto "ha requerido de una importante labor de recopilación y proceso de datos, análisis, monitorización y auditorías, y se ha salvaguardado además con estrictas medidas de seguridad para preservar la confidencialidad de los datos de las empresas participantes".
El sello ambiental obtenido, que ya tienen otros sectores industriales, entre ellos el azulejo, acredita además la importante labor en la reducción de emisiones que el sector esmaltero castellonense ha llevado a cabo en las últimas décadas, algo a lo que ha contribuido de forma considerable la oxicombustión (añadir oxígeno al combustible de los hornos). De esta manera, desde que se inició el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea en 2005, el sector de las fritas y esmaltes ha mejorado notablemente su eficiencia energética, con una reducción de la ratio de emisión de CO2 a la atmósfera de más del 40%.