Quisimos cambiar el mundo y seguimos luchando por cambiarlo. Antes éramos las de siempre. Decenas, cien, mil, miles. El 8M del pasado año fuimos centenares de miles y millones. Este año hemos sido más, hemos ido más lejos. Ha sido otra jornada histórica, bellísima, impresionante y muy emocionante. Hemos entrado de pleno en la agenda pública y lo hemos hecho sin tutelas, aunque en el escenario electoral se esté utilizando perversamente el feminismo. Ciudades llenas de mujeres unidas para manifestar su cansancio y hartazgo de seguir discriminadas, ninguneadas, invisibles, maltratadas y asesinadas. Para combatir a quienes niegan la violencia de género, derechos y libertades. Fuimos centenares, decenas de miles de mujeres jóvenes, mayores, madres, hijas, hermanas, abuelas, nietas, trabajadoras, paradas, cuidadoras.
Cada mujer que salimos a la calle el 8M lo hicimos por todas. Por nosotras, por la vida invisible, humillada y maltratada que nos ha marcado la reciente historia, por la larga y constante lucha defendiendo derechos y justicia social. Por ellas, por las más mayores, su memoria y su dignidad, por las jóvenes, para que conquisten el futuro, para que sean mujeres libres y puedan romper todos los techos establecidos. Por ellas que ya no están, que fueron asesinadas, agredidas, por las que sobreviven cargando graves secuelas de la violencia machista. Por ellas, centenares de mujeres que deciden quitarse la vida para escapar del dolor psicológico y el sufrimiento. Por ellas que son abusadas, acosadas, esclavizadas, mercantilizadas. Por todas. Salimos a la calle para gritar, una vez más, que las mujeres somos una mayoría imparable, invencible.
Fue muy emocionante sentir la multitud en las calles de Castellón, la masiva concentración de Morella, la enorme manifestación de Valencia, las acciones en todos los rincones de este pequeño país mediterráneo. Fuimos centenares de miles de mujeres en esta España que el mundo entero miró con orgullo como ejemplo de la movilización feminista y de la fuerza de las mujeres.
Situar el debate de la igualdad y el feminismo sobre la mesa pública, política y mediática ha sido un éxito que debemos proteger y seguir promoviendo. No podemos parar, y unidas somos fuertes.
Fue muy emocionante sentir los gritos, las palabras, el calor que unía a generaciones de mujeres y la creciente presencia de hombres, jóvenes, mayores. Estremecía ver a una abuela con su nieta adolescente y con el mensaje escrito en el trozo de una caja de cartón Lo que no pude, lo que no tuve para mí, que sea para vosotras. No dejéis de pedirlo. Me conmovió ver tantas y tantas mujeres jóvenes diciendo Tranquila mamá, hoy ninguna va sola por la calle. Otro de los mensajes, No nos vamos a caer, nos han crecido alas en todas las cicatrices, resumía el dolor y la victoria, el vuelo de las mujeres que planea sobre las cabezas de sus monstruos y enemigos.
Estamos en campaña electoral, con todos los colores políticos ondeando como banderas de batalla que persiguen la gloria. Con políticos machistas que se convierten en feministas, que son bienvenidos si realmente han evolucionado hacia el mundo de la razón y la justicia, pero que serán rechazados si sus discursos por la igualdad son postizos, por muchos pañuelos morados que anuden en sus cuellos de manifestación sin corbata. Deseemos que la incorporación masiva de la figura del político feminista sea sincera, real, certera. Porque, entonces, serán uno más entre nosotras. Porque se necesita incorporar a los hombres en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Porque están creciendo políticas y políticos que quieren a las mujeres calladas y solas.
Una de las estrategias del sistema patriarcal es deslegitimar el feminismo y proteger los privilegios de la masculinidad. Como, además, se ponen en cuestión temas sobre los que cualquiera se siente con derecho a opinar, resulta extremadamente fácil confundir, mezclar conceptos y generar un estado de opinión en el que nada es lo que parece. Es el análisis de Octavio Salazar, feminista, profesor de Derecho en la Universidad de Córdoba y escritor, que presentaba hace unos meses su novela Autorretrato de un macho disidente junto a Carmen Alborch. Salazar y Alborch advirtieron de un rearme patriarcal como consecuencia del avance de las mujeres. Asimismo indicaban que internet, el espacio virtual, las redes sociales y los medios de comunicación siguen siendo fuente de educación social. Visibilizar la violencia machista, las violaciones, el acoso, ha situado estos delitos, que siempre han existido, en primera línea del debate público. Muchos jóvenes comienzan a identificar comportamientos machistas en su entorno, aprenden la importancia de respetar y valorar a las mujeres.
Y también habrá que estar alertas, vigilando que los discursos políticos y mediáticos no sean una trampa para seguir usando a las mujeres. Estamos escribiendo la historia de este país. La historia de las mujeres.
Pero frente a estos avances, hay un sistema acostumbrado a frenarlos. Los medios de comunicación demostraron el pasado 8M, el 25 de noviembre y estos días, que pueden ser conciencia y altavoces para promover igualdad y señalar el machismo. Pero tan solo vivimos picos de audiencia, intentos de ser conciencia social. Hay medios que han tomado partido e informan con profesionalidad, perspectiva de género y empatía sobre las víctimas de la violencia, que apoyan los avances de las mujeres, que provocan la solidaridad en una sociedad silenciosa.
Pero la derecha, el fascismo y su discurso antifeminista están manipulando, confrontando. Esta campaña electoral augura el abuso político hacia las mujeres, hacia más de la mitad de la población. Situar el debate sobre la mesa pública, política y mediática ha sido un éxito que debemos proteger y seguir promoviendo. No podemos parar, y unidas somos fuertes. Porque muchas mujeres han perdido el miedo, porque la sociedad tiene que alcanzar la igualdad real, efectiva. Y también habrá que estar alertas, vigilando que los mensajes políticos y mediáticos no sean una trampa para seguir usando a las mujeres. Estamos escribiendo la historia de este país. La historia de las mujeres.