MURCIA (EFE). Las empresas de la industria alimentaria están dedicando más esfuerzos al reciclaje y la reutilización de envases como alternativas para evitar el pago del impuesto al plástico, en vigor en España desde el pasado enero.
La responsable del grupo de Packaging del Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), Lorena Rodríguez, explica a EFE que las empresas se pueden ahorrar ese coste con los materiales reciclados, que ya ofrecen numerosas soluciones para el envasado.
El impuesto al plástico afecta a toda la industria con un tipo impositivo de 0,45 euros por cada kilogramo de plástico no reutilizable que fabrique o adquiera a terceros.
Dicha tasa costará a la industria alimentaria unos 690 millones de euros, a lo que se suman otros 1.150 millones por el impacto de la responsabilidad ampliada de las empresas en la gestión de los residuos, según cálculos del sector.
Una reciente encuesta de la plataforma EsPlásticos, que reúne a los actores vinculados al plástico, muestra que el 80 % de sus empresas ha reducido las ventas tras la introducción del impuesto mientras afrontan un mayor gasto en adaptarse a la normativa.
En otra parte de la cadena alimentaria, las plataformas de reparto y la restauración están trabajando con formatos reutilizables, introduciendo, por ejemplo, nuevos sistemas de recogida de envases como los que ya existen para las botellas de vidrio.
"Este tipo de soluciones son más fáciles de implantar en el sector de la restauración porque son ciclos cerrados. La reutilización implica que yo utilizo un envase y luego alguien lo gestiona, lo limpia y lo vuelve a poner a disposición", afirma Rodríguez.
La experta destaca que también se está trabajando en alternativas al plástico y cita el proyecto Oceánide, en el que participan Aimplas, la Universidad de Valencia y la empresa Almuplas, con el apoyo de Nutrinovex y la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI).
Por el momento, han conseguido desarrollar pequeñas muestras de envases monouso aceptados por la legislación a partir de algas o almidón que pueden emplearse en la fabricación de tarrinas para helados, embutidos untables y quesos para su posterior utilización en heladerías y charcuterías.
"El sustrato papel como tal no presenta las propiedades que requiere el alimento que contiene en la mayoría de los casos. Por eso necesita un recubrimiento o un polímero aplicado diferente para poder otorgarle esas propiedades", detalla Rodríguez.
Añade que actualmente están trabajando en la mejora de las propiedades y el próximo paso será la obtención de prototipos.
En la búsqueda de envases más resistentes, la responsable de Aimplas asegura que hace falta cambiar materiales o mejorar los existentes ya que, por ejemplo, "una botella de agua fabricada en PET no soporta procesos de limpieza ni altas temperaturas".
Aparte del impuesto al plástico incluido en la nueva ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, el Gobierno español adaptó en 2022 la normativa para obligar a reducir las botellas de plástico de un solo uso en un 20 % para 2030, fomentar la venta a granel de alimentos y aumentar los envases reutilizables.
Además, la Comisión Europea quiere que todos los embalajes de la Unión Europea sean reciclables o reutilizables para 2030.
Rodríguez destaca el crecimiento que están teniendo los envases para la comida rápida o la preparada, como aquella que se vende en los supermercados y solo hace falta calentar en el microondas.
"El consumidor está cambiando su manera de consumir, por lo que nos vamos adaptando a lo que va solicitando y desarrollando nuevos envases para los supermercados, los mayoristas y el resto del sector de la alimentación", apunta la especialista de Aimplas.