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Las miserias y grandezas de la amistad que han interesado a más de 100.000 espectadores

Jordi Ballester, Diego Braguinsky y Àngel Fígols protagonizan la versión en valenciano de El plan en el Auditori de la Vall d'Uixó el próximo 21 de enero 

16/11/2022 - 

VALÈNCIA. Imaginad que sois íntimos de un dramaturgo que se inspira en el día a día para sus obras. Imaginad que vuestras conversaciones compartidas acaban nutriendo la trama de una pieza que desde 2015 está de gira por España, se ha representado en Ecuador, Perú, México, Colombia y Panamá, cuenta con versiones en turco, japonés, francés e italiano, y en 2019 dio pie a una adaptación cinematográfica protagonizada por Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco. Es el caso de El plan, de Ignasi Vidal, una tragicomedia sobre la crisis existencial y económica de un grupo de amigos. Su autor quita hierro a los desencuentros que el género de la autoficción puede provocar en el entorno cercano: “Mi gente puede verse reflejada en el montaje, porque está plagado de referentes y situaciones vitales. Todos mis textos beben de mí, de mis parejas, de mis amigos y de mi prole, pero siempre les aviso de que voy a recoger algún momento o conversación y maquillo la realidad, a veces para mejorarla y otras para empeorarla”

Cuando escribió El plan en 2007, Vidal no tenía más ambición que ponerse a prueba como director de escena. De hecho, nunca pensó en ponerla en pie sobre las tablas. Aquel proceso personal que arrancó de la manera más ingenua, ya ha sido vista hoy en día por más de 100.000 espectadores y espectadoras. 

“Era un texto con el que buscaba divertirme en un momento complicado de mi vida, recordando todas aquellas batallas de bar con mis amigos. Aún no me había planteado la escritura y la dirección como forma de vida”, comparte este hombre de teatro barcelonés hijo de una vecina de Mislata.

La propuesta de tintes biográficos llega al Teatre Talia (y al Auditori de la Vall d'Uixó en enero) en un espectáculo en valenciano este próximo 23 de noviembre, y permanecerá en cartel hasta el 18 de diciembre. Para su traslación a la realidad local, su autor ha contado con la ayuda en dirección de Rebeca Valls y la complicidad del elenco, integrado por Jordi Ballester, Diego Braguinsky y Àngel Fígols. 

La trama arranca una calurosa mañana de verano en la que tres parados se reúnen en casa de uno de ellos para trazar una estrategia que les saque de la miseria. Un contratiempo les retiene y acaban enzarzados en un encadenado de incómodas discusiones donde vuelan los reproches y su amistad queda en un brete. 

Vidal extrae humor de un relato sobre sueños rotos “porque la autocompasión despierta la hilaridad y a la gente le encanta reírse de las desgracias de los demás, somos una panda de desalmados”. Bajo su parecer, el secreto del éxito internacional de una trama escrita desde vivencias tan particulares se debe a que recoge “problemas universales respecto a la amistad, el amor y la pareja, y sociales sobre la crisis y el desempleo”.

El plan podría estar ambientada en la barra de un local o en sus mesas, con sus cascos de tercios y los platos de aceitunas, cacahuetes y almendras, pero Vidal prefirió que la trama transcurriera en el salón de una casa: “Caso contrario no hubiera podido funcionar, porque no habría intimidad”.

Ni Pinter ni Tarantino, Mamet y Chéjov

Vidal participó en su adaptación al cine a cargo del debutante Polo Menárguez. El ritmo y el humor diferían de la obra de teatro original. Si su versión teatral fue acuñada como un Los lunes al sol escénico, el crudo retrato en la gran pantalla recibió comparaciones con el trabajo de Quentin Tarantino en Reservoir Dogs (1992) y con la obra teatral de Harold Pinter El montaplatos

El dramaturgo, actor y director rechaza todos los referentes que le han asignado. “Responde al afán de comparar algo nuevo cuando no sabes donde colocarlo”, considera. 

Entiende la asociación con la película de Fernando León de Aranoa, y la considera “una de las mejores de los últimos 25 años”, pero el contexto en el que concibió El plan dista del que enmarca el drama social protagonizado por Javier Bardem y Luis Tosar. El año que escribió su debut, España lideró el crecimiento económico entre los países avanzados. En 2017, nuestro PIB aumentó un 3,8 por ciento, más de un punto por encima de la media en la zona euro, que fue del 2,7. “Esta obra hablaba de perdedores cuando todos ganaban, conseguían créditos fáciles, compraban coches y casas”, argumenta.

El director de escena contrapone a los citados, dos autores que sí le han influido, David Mamet, “por esos diálogos en los que no se necesita explicar antecedentes, de donde vienen o que sienten los protagonistas”, y Antón Chéjov, “porque nunca sabes por dónde va a salir, se intuye que se está rifando una leche, pero no cuándo va a caer”.

Vidal se apresura a decir que él no es el maestro ruso del relato corto, sino un dramaturgo que practica un teatro que espera sea útil para la audiencia: “Me interesa el entretenimiento, pero solo si tiene una función práctica para la vida de los espectadores”. El padre de estos tres personajes les desea lo mismo a sus criaturas que al público que asista a sus miserias, “un curso de autoayuda y pensar que la angustia también pasa”. 

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