No se me va de la cabeza la frase pronunciada por Travis Montaque, CEO Group Black, en la última edición del CES de Las Vegas: “Los creadores [de contenido: arte, imágenes, moda… esto es acotación mía] son las nuevas startup”.
El foco mediático de estos eventos suele ponerse sobre los escenarios principales y sobre lo más extravagante de la sala de exposición, y ahí mandan los argumentarios de ventas. De modo que, en unos, te puedes encontrar keynotes interesantes y de base tecnológica, como la del CEO de John Deere, John May, y otras realmente sonrojantes, como la que protagonizó el CEO de BMW, Oliver Zipse, con el acompañamiento autoparódico sin gracia del actor-empresario-político-activista-yloquetúquieras Arnold Schwarzenegger.
Y, en el recinto ferial, te llevas la sensación de que la batalla está en los nichos de mercado y, sólo en casos muy puntuales, en la capacidad de diferenciarse vía tecnología, una realidad que va a aterrizar al fin el fenómeno startup a su verdadera esencia. Lo cual no siempre resultará fácil de digerir.
La limpia del mercado distinguirá entre, por un lado, las empresas de reciente creación con una propuesta realmente disruptiva desde el punto de vista tecnológico, con capítulo especial para las deep tech, más pegadas a la ciencia; y, por otro lado, las startups de consumo, consumer facing, a las que estamos acostumbrados en nuestro país. En este segundo caso, el negocio mandará claramente. Hoy todo el mundo puede hacer una app.
Según el informe State of Venture del último cuatrimestre de 2022 que elabora CB Insights, consultora a la que suele citar, por ejemplo, el Gobierno de EEUU en sus análisis de sectores, de las 20 empresas que han recibido más financiación a nivel mundial en la fase inicial, es decir, capital semilla y angel y en ronda A, un tercio pertenecen al sector salud (la mitad sólo en el caso de las operaciones de inversión en ronda A), donde la aportación de valor y la tecnología suelen estar más claras. Cinco pertenecen al sector de Internet, cuatro al software no vinculado a internet ni al móvil y sólo una empresa se dedica al móvil y telecomunicaciones.
Volviendo a lo escuchado en el CES, como digo, las cosas más interesantes y que pueden crear nuevos campos de oportunidad se dicen muchas veces en los escenarios teóricamente secundarios. Aunque no se le habría podido asignar esa calificación, en efecto, de celebrarse en cualquier otra cita, a un espacio en el que Travis Montaque compartió conversación con la responsable de publicidad global de Netflix, Jeremi Corman, y la directora global de marketing de Riot Games, Francine Li. Verdaderamente se trata de empresas que han configurado un lugar digital para creadores de contenido, para conectar su trabajo con el mundo físico… y al revés.
La clave de la afirmación del CEO de Group Black acerca de que “los creadores son las nuevas startups”, radica en la rápida democratización de tecnologías que hasta hace poco parecían inalcanzables. Es muy interesante en ese sentido seguir al líder de inteligencia artificial de Google, Laurence Moroney, un ‘veterano de guerra’ en temas de tecnología capaz de asegurar, en plena fiebre de los generadores de texto como ChatGPT, que "todavía estamos al principio del ciclo de exageración de la IA, escucharemos varias promesas y expectativas de IA, que generarán un canal de desilusión".
Más allá de los hypes, Moroney invita a beneficiarse ya de las opciones disponibles para generar soluciones de IA adaptadas a las necesidades de las empresas aplicando lo que llama “aprendizaje de transferencia”. Consiste básicamente en aprovechar el trabajo ya realizado y cambiar unas pocas cosas, “es como subirse a hombros de los gigantes”.
Apoyándose en un modelo de visión artificial llamado MobileNet, capaz de reconocer 1.000 versiones diferentes de la misma cosa, un grupo de estudiantes indios ha sido capaz de calcular la contaminación del aire sólo tomando una fotografía del cielo con el móvil. Moroney los pone como ejemplo. Su solución mejora sustancialmente la información de la red de sensores AQI, mucho más dispersa.
Y recuperando de nuevo el hilo de la reflexión de Montaque, como territorio, la Comunitat Valenciana debería preguntarse cuál es su estrategia al respecto de esto de que los creadores son las nuevas startup. Porque en esa tendencia hay dos opciones a jugar: uno puede convertirse en una plataforma de agregación de contenidos de terceros, o en un espacio de creación de contenido. En ambos casos, se requiere un esfuerzo de innovación enorme, porque las recetas del pasado ya no valen. Pero, por favor, no nos quedemos en el lugar de simples usuarios, de simples pagafantas.
Pongamos como ejemplo el anuncio de Delta Airlines de que pone internet gratis a alta velocidad en sus aviones a partir del 1 de febrero, formulado también en el CES por su CEO, Ed Bastian. La broma le ha costado 1.000 millones de inversión, pero quizás les salga barato: van a tener a 150.000 usuarios distintos, durante los tramos de seis o siete horas que duran los vuelos, ‘cautivos’ ante una pantalla inteligente conectada a sus dispositivos electrónicos (“hasta seis me han dicho que llega a conectar un pasajero en el avión”, bromeó Bastian).
Es como tener una fuerte capacidad para decidir qué puede ver y a qué puede conectarse una ciudad de medio millón de habitantes… distinta cada día.
Me gusta mucho difundir un dato poco conocido que proporciona el tampoco demasiado mediático, muy a nuestro pesar, Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). Para colmo no es un dato suyo, sino de Eurostat, lo cual que para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Es este: el 92% de las pymes españolas no utilizan ningún sistema de inteligencia artificial. ¡Y nos encanta juguetear con ChatGPT! Pero el primer sector en nivel de uso es el de las agencias de viaje. Quién lo habría imaginado, por delante del sector TIC.
Obviamente es un tipo de soluciones de inteligencia artificial muy orientadas a la gestión de la experiencia de usuario y al marketing digital, porque cuando la estadística profundiza en actividades de más valor añadido, como las destinadas a trabajar con datos a gran escala, el sector turístico pierde varias posiciones. Pero se trata de una vía abierta más para posicionarse como una potencia tecnológica en ese ámbito. Quizás por ahí, ya sea como agregadores o como generadores de contenidos, la Comunitat Valenciana pueda hablar con voz propia. Démosle una pensada.