VALÈNCIA. El audiovisual está sufriendo una transformación que es visible para todo el mundo, incluso por el propio público, que conoce de sobra cuáles parecen ser las tendencias en un cambio de consumo sin precedentes en el sector. Pero detrás de las cámaras también suceden cosas: varios cambios legislativos, que incluso trascienden el ámbito nacional, apuntan a un momento de cambios bruscos para adaptar al nuevo contexto en diferentes materias. Sobre los retos que se abren entonces reflexionaron ayer en la sala 7 del Rialto varios invitados de la asociación de productoras AVAPI, en colaboración con PIAF y EGEDA.
La primera mesa versó sobre la adaptación de los rodajes para ser más sostenibles. No solo es un imperativo moral y ciudadano, también lo empieza a ser para acceder a las subvenciones públicas. El Ministerio de Cultura, en la convocatoria de ayudas selectivas de este año ya exige una certificación de sostenibilidad, aunque aún no hay empresas que puedan hacerlo de manera oficial. El Institut Valencià de Cultura (IVC), aún algo más laxo, pide también un plan para medir y reducir el impacto ambiental y un documento que sirva de revisión del mismo. “Este año es una declaración de intenciones, pero el camino va a ser ese, y no será más tarde de 2024 cuando ese certificado sume puntos o sea obligatorio en las diferentes líneas de ayuda”, señalaba Jose Luis Moreno, exdirector adjunto del IVC y actual subdirector de gestión del mismo ente.
Los rodajes deberán incorporar una serie de rutinas que ahora mismo les son mayoritariamente ajenas. Calcular y reducir la huella de carbono, si bien pasa mayoritariamente por el uso de combustibles y energía, tiene otras muchas implicaciones. Desde la cantidad de recursos que se utilizan para escenografía, hasta los químicos del maquillaje, o evitar el consumo de carne roja en el catering (porque su producción emite siete veces más que otros tipos de carne). Todo cuenta, todo es importante, todo suma y todo resta. Al final, una empresa deberá certificar cuál ha sido el impacto: “nunca será neutral, pero hay que intentar que sea el mínimo posible”, ha señalado Paloma Andrés Urrutia, de la consultora especializada Mrs. Greenfilm.
Para hacer realidad este nuevo paradigma en las producciones, Andrés Urrutia propone que los cambios empiecen “desde el guion”, intentando adaptar las historias para que la producción pueda ser más sostenible (por ejemplo, no proyectando acciones cuyo rodaje puedan poner el riesgo un entorno natural; o incluyendo elementos simbólicos de concienciación, como que el espectador vea que en las casas hay cuatro basuras para reciclar). Por todo ello, las grandes producciones podrían empezar a buscar perfiles especializados para hacer esta auditoria y controlar que durante el rodaje se aplican las medidas para evitar grandes impactos en la huella de carbono. Por ello, José Luis Moreno adelantó que han propuesto a la Universitat de València crear un curso específico para formar Eco-managers, una nueva figura que se irá incluyendo progresivamente en el organigrama durante los rodajes.
José Jaime Linares, presidente de APPA (Asociación de Profesionales de la Producción Audiovisual), señaló que las principales dificultades para implantar las medidas propuestas son los ritmos inmediatos naturales de los rodajes; y por otra, convencer —sobre todo a actores y actrices— de tomar conciencia para reducir logística, como compartiendo coche. “A lo mejor haría falta también hacerles una formación sobre la importancia de esto también a ellos”, ha bromeado el productor.
La certificación verde es una realidad que avanza a pasos agigantados. La València Film Office ya publicó una guía con consejos para hacer los rodajes más sostenibles, al igual que la Academia de cine. Ahora parece que llega la fase en la que las recomendaciones empiezan a ser exigencias. La mentalidad del “que no falte de nada” actual asegura que el cambio no será fácil para la industria.
En 2021, un cambio legislativo dejó la puerta abierta para que las productoras no tuvieran que constituirse como una Agrupación de Interés Económico (AIE) para acceder a los incentivos fiscales. Además, fomentaba que inversores, como pudieran ser los fondos, financiaran a las productoras, al poder estar traspasarles los incentivos fiscales. Pero dos consultas vinculantes al Ministerio de Hacienda tumbaron la manera en la que se habían estado haciendo durante año y medio.
En las últimas semanas, las asociaciones de productoras a nivel estatal han estado limando una modificación, que se votará en unos días en el Senado junto al texto que regula los impuestos extraordinarios a las eléctricas y a la banca. “Ahora mismo hay más inversores que productoras ofreciendo sus proyectos”, ha señalado en la segunda mesa redonda sobre nuevas vías de financiación Mabel Klimt, directora del área de Media Entertainment de Elzaburu.
De hecho, ya empiezan a haber empresas especializadas en poner en contacto productoras y posibles inversores. Ignacio Segarra, de Yunit, explicó a las productoras valencianas el intríngulis del nuevo modelo, del que podrían beneficiarse tanto las producciones grandes como las pequeñas. El gran cambio es el de conseguir liquidez antes garantizando a la persona que presta el dinero la contraprestación de esos beneficios fiscales. Fondos a coste cero y que se reciben antes de la producción.
En todo caso, AVAPI también quiso contar en la mesa con Xavier Simó, presidente de Inlea, que defendió la posibilidad de financiación a través de la tecnología blockchain. Ni criptomonedas, ni tokenizar patrimonio de la sociedad: la propuesta de Simó es la de generar NFTs con productos relacionados con la producción. No hace falta que sean imágenes, también pueden ser experiencias, o entradas… Todo para hacer de ello una nueva fase de financiación con los cimientos del crowdfunding. “El año que viene en Estados Unidos ya veremos productoras vendiendo entradas de preestrenos y estrenos que negociarán directamente que los exhibidores”, ha proyectado. Otro giro de 180 grados en la industria que tendrá que madurar, pero que parece una posibilidad verosímil.
Una y otra mesa reflejan una cuestión: la legislación apunta a un momento de inflexión en la industria cinematográfica. Ahora queda saber cómo desarrollará esta transición y cómo afecta al producto final, a lo que el público percibe.