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CHIPS EN EL BELVEDERE  / OPINIÓN

La venta del siglo y la pregunta de Morse

31/03/2022 - 

En lo que llevamos de crisis de la pandemia, hemos vivido la venta de VLC Photonics a Hitachi; la salida a Bolsa con una valoración de 3.500 millones de dólares de la Flyware fundada como Peertransfer por Iker Marcaide, aquel visionario insomne que estrenaba futbolín y mesa de ping pong en la fiesta de apertura de su despacho del Edificio Europa; la fusión de Imegen con las empresas de diagnóstico genético Genycell Biotech y Health in Code en un grupo comandado por Alantra Private Equity; la adquisición de uno de los pocos estudios de videojuegos AAA españoles, Elite3D, por la compañía 2K; y ahora la operación del siglo, la compra del Instituto Valenciano de Infertilidad (Ivirma) por el fondo norteamericano KKR, comandada por Morgan Stanley y Arcano. La cantidad que se maneja ronda los 3.000 millones de euros, casi el doble de lo que preveían algunos analistas en noviembre pasado. A seguir.

Cuatro operaciones en las que la propiedad pasa a manos extranjeras y ninguna tiene relación con la industria, ni la distribución, ni la logística, ni el turismo, ni la agricultura. Sectores estos cuya situación, en medio de tanta incertidumbre e inflación, se resume en parte en una anécdota: cuando un agente, a instancias de un fondo interesado en comprar industrias, consultó a varios empresarios recientemente por compañías interesantes en la Comunitat Valenciana en las que invertir, la respuesta de la mayoría fue exactamente la misma: “la mía”.

Tenía razón el fundador del Centro de Emprendedores del MIT, Kenneth Morse, tratado como presunto delincuente por nuestra Generalitat en uno de los episodios más sonrojantes que se han protagonizado en nombre de la Comunitat Valenciana con repercusión internacional. Cuando Morse todavía venía a València y se reunía con innovadores, les formulaba en esos encuentros una cuestión demoledora: “¿A qué creéis que tienen más miedo los emprendedores españoles que al fracaso?”, y añadía él mismo con voz de cuchillo: “Al éxito”.

“Hay talento en España y disponer de Sudamérica es una gran ventaja, pero necesitamos ver equipos que no estén esperando a vender su empresa por 50 millones cuando pueden alcanzar un valor de 1.000 millones”, me dijo a modo de confidencia la parisina Sofia Hmich, del fondo londinense Inex Ventures, en un evento en el Veles e Vents. “En Londres nos pasa al revés, no tenemos empresas con tecnologías disruptivas”, allí son menos creativos, en efecto, “pero se generan proyectos ambiciosos”.

Sólo se puede aplaudir la visión y la habilidad negociadora de Antonio Pellicer y José Remohí en la venta de Ivirma a KKR, faltaría más. Han tenido la voluntad y la determinación de conquistar el mundo, han pensado a lo grande y se han apoyado en la palanca de la innovación de base tecnológica. Organizar una puja global con aspirantes de la talla de Cinven, Nordic Cap, Amulet, PAI Partners o Carlyle, facturando 420 millones de euros, está al alcance de muy pocos escogidos.

Además, han tenido el ojo de aprovechar la volatilidad en la que está inmerso el mercado, con una banca en actitud de máxima cautela, incapaz de suscribir ya todo el riesgo, dando entrada a otros actores para la financiación de deuda y contribuyendo a exacerbar el interés en este tipo de operaciones, aunque el precio multiplique por 20 los ingresos. Que no le hablen de volatilidad a Delivery Hero, que ha perdido más de la mitad de su valor desde que anunció la compra de Glovo. Y para después de Semana Santa se avecina cambio de tercio en el mercado.

El tejido emprendedor e innovador valenciano ha mostrado una clara evolución en esta última década como acreditan las operaciones mencionadas al principio, equiparables a las que en otros tiempos protagonizaron grandes grupos industriales, aunque a otra escala. La tarea pendiente es dar el paso de ser grandes creadores de oportunidades de inversión a recuperar la senda de ser un territorio de sagas empresariales, esta vez de base tecnológica.

Se echa en falta en la maquinaria de dinamización del ecosistema innovador valenciano esa pieza que contribuya a construir proyectos intergeneracionales, ese punto de encuentro entre la visión empresarial y la vanguardia científica, que conecte a foros de impulso del talento emprendedor, como Valencia Startup y Lanzadera, con la clase empresarial asociada a la industria.

Y se echa en falta sobre todo a la Generalitat, la gran ausente en materia de innovación tecnológica de élite. Debería trazar una estrategia potente para tener capacidad de influencia en el proceso de generación de empresas de base tecnológica y en el de su conexión con los inversores internacionales. No todo es un problema de dinero, a veces hay que querer estar ahí. Ahora mismo ni está, ni se la espera.

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