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el interior de las cosas / OPINIÓN

Llueve sobre Fez

20/01/2020 - 

Llueve sobre Fez, intensa, rabiosamente, con ese ímpetu que precisa la tierra seca. Las gotas de agua se multiplican en el tejado de la vieja casona, junto a la puerta de Bab Lahdld. En el riad todos duermen, alguna colega periodista se asoma al patio interior para contrastar que las previsiones meteorológicas se han cumplido en la madrugada. Nadie camina en el amanecer de la ciudad santa marroquí. Las primeras horas del domingo, acompañadas por este temporal que recorre los mapas del tiempo, ofrece el silencio del vacío en la ciudad peatonal y más grande del mundo. El bullicio se ha detenido por unas horas en las casi 9.000 callejuelas de la Medina más grande de los países árabes. La capital marroquí del islam se despierta perezosa, a la espera de una tregua climatológica. Entre los primeros aromas dominicales del pan de trigo duro recién hecho, el cielo lucha por quitarse las nubes grises y mostrar el espléndido azul de las mañanas africanas. Desde València, la colega y escritora Fina Cardona-Bosch, transmitía este sábado, en su artículo semanal de Valencia Plaza, estas sensaciones. Amar el comienzo del día es un placer y un lujo. Estar espabiladas desde la punta del alba estimula y refresca las neuronas, un ejercicio diario imprescindible. Amar el comienzo del día es fundamental y sentirlo, además, bajo la madrugadora lluvia en la Medina de Fez y con un humeante café árabe, es otra historia. Mucha historia.

Amar el comienzo del día es fundamental y sentirlo,además, bajo la madrugadora lluvia en la Medina de Fez y con un humeante café árabe, es otra historia. Mucha historia.

Cardona-Bosch cuenta también que esta semana pasada nos han desbaratado la mente  con los nombres de un prolongado Consejo de Ministros. Un Gobierno que va mostrando su amplísimo organigrama con fuerza, perspectivas, buenos deseos, y, al mismo tiempo, arrastrando un buen cargamento de hemeroteca que la derecha ya se ha dedicado a descargar, vomitando y difamando, en las redes sociales. El objetivo de estos peligrosos grupos políticos es tensar, todavía más, a esta sociedad maltrecha y ultrajada por quienes no van a superar su pérdida electoral. La derecha siempre llama dos veces, y  otras muchas más que nos ha ido enseñando la historia del pasado siglo. Pero en este pequeño país mediterráneo que habitamos nos regeneramos constantemente y este fin de semana hemos lanzado al fuego purificador de las barracas de Sant Antoni todo lo malo que nos rodea. Los botargas de Els Ports, les santantonades, els dimonis de Morella, las vidas escenificadas del santo, la celebración del solsticio de invierno y la vida de la buena gente del campo, nos entregan cada mes de enero una de las más bellas estampas de la historia propia. Son los paisajes culturales de una identidad y de una lengua que debe protegerse y fomentarse más que nunca frente a quienes buscan la confrontación y la destrucción. Las brasas de las grandes hogueras han limpiado el aire de personajes y elementos tóxicos. Entre el fuego, la nieve y el agua hemos recuperado por unos días la mejor calidad del aire que respiramos. Tan sólo por unos días.

Han llegado las primeras nevadas de este año. La comarca ha sido bendecida por la nieve que comenzó a caer al mismo tiempo que llovía en Fez. Morella vuelve a estar cubierta de blanco, prodigando el silencio que se produce cuando nieva, el recogimiento, los gozos infantiles en la Alameda, y ese olor a la leña de carrasca que queman sus chimeneas. Se han promulgado al mismo tiempo las primeras alertas climatológicas y las advertencias de precaución en las mismas carreteras que siempre se cierran cuando nieva. Estamos lejos de la tierra celestial de Els Ports, pero estamos cerca del espíritu mediterráneo y abierto que emerge en los mercados ambulantes semanales, entre bambalinas observamos los pasos apresurados de los habitantes de la Medina de Fez por ese desordenado mapa de sus calles, sintiendo que son los mismos que recorrieron nuestros antepasados en aquella tierra de los prodigios que se ha ido transformando  en la historia, entre guerras y alianzas, en un territorio de convivencia conquistada que camina decisivamente hacia el futuro.

El objetivo de estos peligrosos grupos políticos es tensar, todavía más, a esta sociedad maltrecha y ultrajada por quienes no van a superar su pérdida electoral 

Querida Minerva, te siento caminar a mi lado por las pequeñas calles de la Medina de Fez. Nosotras, que decidimos no viajar nunca a Marruecos por su permanente opresión al pueblo saharaui, estamos aquí, paseando por el zoco, perdidas en este laberinto de  pequeños espacios para mercaderes y artesanos, sintiendo el penetrante y amado aroma de las especias, ese valioso comino que nos deleita cuando cocinamos la mutabbal o el baba ganoush que nos enseñara Yasira, la esposa de Mohamed, en aquella poderosa casa de Betlem. El mismo comino que nuestra querida Sonia cocina en L’Aplec de València para empoderar la berenjena y otras verduras. Las especias nos unen. Los olores de Fez, pestilentes en las Tenerías pero fascinantes en el resto de la Medina, nos recuerdan el paso de la historia común. La misma sabiduría árabe que creara los sistemas de riego que aún distribuyen el agua en nuestras huertas, que condimentara los pucheros, las verduras y la repostería que hoy seguimos degustando, que nos enseñara la reflexión, el pensamiento, una cultura profunda y prestigiosa. De ahí venimos, presintiendo que en otra vida ya habitamos en una Medina, escuchando desde los diversos minaretes las llamadas a la oración que recita el almuecín que ayer comenzaron  en Fez con el Imsak, a las 06.39h.

Hemos volado sobre el Andalus, cruzado el estrecho y sobrevolado las montañas del Rif salpicadas de nieve. Hemos viajado, además, con la maleta llena de las emociones que han dejado los aplausos tras el estreno de Âtman, el Comiat, el último baile de la compañía valenciana Ananda Dansa. La potencia del espectáculo dirigido por Rosángeles Valls estremeció al público que llenó el teatro Martin i Soler del Palau de Les Arts de València. Desde la oscuridad, muerte, dolor y la soledad viajamos a la luz, la supervivencia y la fuerza de las mujeres, recorrimos la necesidad de seguir adelante y luchar, soñar, reír, bailar. El alma en pleno desarrollo. En la magnífica coreografía de Valls participaron bailarines que han integrado la trayectoria de casi cuarenta años de Ananda Dansa. Cuerpos en perfecto movimiento, pasos que mostraron el desgarro de la muerte, el asesinato de mujeres y niños, la orfandad de las víctimas de la violencia machista, el triste viaje a la nada que emprenden tantas y tantas mujeres. Y la luz, la danza de la vida, el tránsito del tiempo, recuerdos, esas maletas y cajas que arrastramos en las mudanzas anímicas. Las hijas y los hijos que parimos, sus primeros pasos, la simbiosis de cuerpos , mentes, afectos. Y las palabras interpretadas por Rebeca Valls, con esa belleza y determinación del arte de la escena que ella domina, con la esperanza dibujada en sus gestos. La vida que empuja, que crece, que nos une. La felicidad de las mujeres.

Las brasas de las hogueras de Sant Antoni han limpiado el aire de personajes y elementos tóxicos. Entre el fuego, la nieve y el agua hemos recuperado por unos días la mejor calidad del aire que respiramos

Desde acá, en el corazón marroquí, también seguimos escuchando los primeros llantos del pequeño Biel que empieza a acoplarse a la vida, al mundo que lo ha recibido entre amor, esperanza y alegría. Clara y Miqui, sus padres, han sentido el repentino cambio de la existencia, el nacimiento de un hijo. Biel llegó tras la primera luna llena y el primer eclipse lunar del 2020. Una noche de frío y humedad, en el mismo Hospital General de Castelló que naciera su padre, cerca del Hospital Provincial que naciera su madre, y próximo a la carretera comarcal que le llevará a Morella periódicamente. Biel llegó con una sonrisa y con lágrimas poderosas, un bebé que se demoró en la ruta de salida y que asomó con la fuerza de los más de cuatro kilos de su peso. Como sucediera en el nacimiento del también pequeño Aimar, el parto fue largo y doloroso, al igual que todos los partos de la historia de las mujeres, y, como en todos los partos, la vida se expande velozmente, rugiendo de dolor y lagrimas. La espera que compartí con Juan y Vallivana aquella noche del pasado domingo fue emocionante. El relevo generacional, dicen, la descendencia perpetuada. Una madre que revive el parto de una hija que trae un hijo al mundo. Otra madre que recuerda el nacimiento de su primer hijo ahora en su papel de padre. Estremecidas por los recuerdos y la felicidad de ser madres. Aquellos hijos que tuvimos, aquellas mujeres que fuimos.

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