CASTELLÓ. La manera de elaborar el pan ha cambiado mucho en las últimas décadas. Y aunque todavía quedan hornos de leña -incluso se reabren algunos- para poder hornear la masa, la mayor parte del pan que se consume llega desde hornos de tipo industrial. “Pero eso no quiere decir que sea malo”, explica Rubén Galindo, que junto con su hermano Néstor, gestiona y dirige la Panadería Galindo de Vilafamés. “Han cambiado los tiempos y la manera de trabajar, pero si los productos que se utilizan son de calidad, el pan sigue siendo bueno, ya todo depende de los tiempos de cocción y fermentación que le des”.
Rubén recuerda que su abuelo Rafael le contaba que “cuando ponían la masa en el horno moruno se echaban un par o tres horas encima de los sacos de harina para dormir y esperar que se cociese bien, una imagen que en la actualidad es impensable”. Panadería Galindo es uno de los iconos de Vilafamés, con cerca de 100 años de historia, se creó en 1925, ha sido testigo de la evolución del municipio desde los diferentes emplazamientos que ha tenido. Los primeros pasos los dio en la zona del casco antiguo, cerca del castillo, mientras que su centro neurálgico desde 1992 es el establecimiento de la plaza de la Font. Allí es donde se encuentra el obrador, punto donde se elaboran miles de barras de pan cada día y desde donde se distribuye al resto de panaderías de la cadena.
Productos en elaboración y elaborados e imagen de una panadería de la amplia red que Rafael Galindo dispone en Castellón.
Y es que, este centenario horno, tiene repartidos por las comarcas de Castellón 9 establecimientos. Dos en Vilafamés, cinco en Castellón, 1 en Benicàssim y 1 en Vila-real, gracias a la expansión que ha llevado a cabo en las últimas décadas. Con los productos que salen desde la 'factoría' de Vilafamés se suministran el resto de establecimientos. Más de 40 formatos diferentes de pan, además de panes especiales integrales o de cereales, son solo una parte de las creaciones de la firma, también elabora las tradicionales cocas de tomate o de espinacas, productos de bollería y tartas de diferentes sabores, además de diversos productos donde el chocolate es el protagonista. La empresa ha evolucionado y se ha mecanizado “pero mantenemos las formas caseras y manuales de trabajar y los seguimos haciendo como lo hacían nuestro padre, nuestro abuelo y nuestro bisabuelo, con materias primas de calidad y de proximidad, como la almendra, el aceite o la miel de la comarca”, explica Rubén.
Al igual que otras empresas de sector, Panadería Rafael Galindo ha tenido que diversificar el negocio y ampliar servicios, ya que “una gran parte de las personas ya no compran pan como antes en las panaderías sino que lo adquieren en medianas y grandes superficies y tenemos que adaptarnos a esta realidad”, asegura Rubén. Así, los nuevos establecimientos que ha puesto en marcha la firma de Vilafamés también tienen su zona de cafetería, además de ofrecer el servicio de catering, “una apuesta más que hemos implementado y que va bastante bien”, explica Rubén.
Además, hay que tener en cuenta también, que cada vez se consume menos pan. En concreto, en España se consume una media de unos 38 kilos por persona al año, mientras que en la década de los noventa esa cifra era de unos 58 kilos y en la década de los sesenta de 134.
Pero Galindo mantiene la elaboración del pan que cada día llega a centenares de hogares de diferentes puntos de la provincia de Castellón. Ese pan que mantiene las características que le dejaron en herencia sus antepasados, pero que cada día es más difícil de conseguir. Rubén cree que “la panadería tradicional no desaparecerá, pero lo que sí es cierto es que cada vez cierran más locales debido a que hay relevo generacional. Sé de algunas panaderías que tienen que cerrar las puertas al no encontrar nadie que quiera llevarlo”.
De momento, Panadería y Pastelería Galindo sigue creciendo y mantienen en nómina a 35 trabajadores de los distintos centros, una gran parte de los cuales se encuentran en Vilafamés, donde hay dos establecimientos y el obrador.
