CASTELLÓ. Los trabajos de restauración del Palau-Castell, que se han desarrollado en seis fases durante la última década, han aflorado vestigios históricos y arqueológicos de "un valor incalculable" para la memoria colectiva de Betxí. Así queda reflejado en la memoria redactada por la empresa consultora El Fabricante de Espheras.
Quizá el hallazgo más sorprendente de todos sean las dos líneas de texto que fueron descubiertas en la portada renacentista de acceso al Palau durante los trabajos de restauración: Fielato central, cereales y, que varios historiadores completan con la palabra líquidos. Esa frase grabada en la piedra revela que el Palau albergó actividades comerciales como Aduana de Betxí desde mediados del siglo XIX al año 1895, cuando Pascual Meneu compró el edificio e invirtió 6.454 pesetas para restaurarlo y reconvertirlo en su propia vivienda.
Dos elementos más hallados en estos últimos años confirman el uso comercial que tuvo el Palau como Aduana de Betxí: las piezas de un antiguo molino, encontradas en el claustro gracias a que las puso Meneu a buen recaudo, y varios depósitos usados para almacenar vino que permanecían ocultos en una esquina del propio claustro.
Asimismo, también se han hallado cuatro arcos de diafragma de los que en su día recorrieron todo el semisótano del ala norte del Palau.
Además, los trabajos arqueológicos han permitido descubrir un escalón de piedra en una esquina del antiguo patio de armas del palacio gótico: un indicio irrefutable de que ahí hubo una escalera antes del año 1565, cuando el Palau fue fortificado con el claustro renacentista, la portada y los baluartes en sus cuatro esquinas. Se sabe que la antigua escalera fue construida en aquella época de mediados del siglo XVI, ya que los elementos porticados del patio renacentista son posteriores. La escalera escondía varios accesos que habían permanecido ocultos, así como un arco de ladrillo que pudo tapiarlo Pascual Meneu en el siglo XIX para aprovecharlo como armario de su vivienda.
También han aflorado 40 centímetros de portada ocultos en la fachada exterior principal, debajo de la actual acera, así como 1,6 metros de baluarte inéditos que formaban parte de la antigua muralla del Palau. La fortificación continuaba a partir de la sala de la bóveda, aunque su trazado exacto sigue siendo un misterio.
Precisamente, en esa sala han sido hallados también dos esqueletos árabes del año 1040, lo que hace pensar que, antes de que el Palau fuera construido en el siglo XIV como fortaleza defensiva, pudo existir en ese lugar una necrópolis árabe.
Dar ahora un enfoque turístico a todo este rico patrimonio histórico y explotarlo es el reto al que se enfrenta el Ayuntamiento.
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