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Los conservadores son los malos en las películas

9/03/2023 - 

Estaba viendo la serie italiana “La ley de Lidia Poët” y tras escuchar los argumentos de un juez sobre la inconveniencia de dejar que las mujeres ejerzan la abogacía, pensé que los conservadores siempre son los malos de las películas. Para quien no lo sepa, Lidia Poët vivió a principios del siglo XX y fue la primera mujer abogada de Italia. Su inhabilitación por el hecho de ser mujer fue polémica y las razones fueron las clásicas: la mujer es demasiado emocional y poco racional para un trabajo así, una mujer no puede estar a la altura de los hombres y fastidiará a sus clientes, las mujeres deben dedicarse a la familia, etc. 

Lo de siempre.

El caso es que mientras veía la serie pensé esto de que los conservadores siempre (o casi siempre, seguro que hay ejemplos que se me escapan) son los malos de las películas. Desde el comienzo de los siglos, en nombre de la religión, la patria y la tradición, el movimiento conservador ha luchado contra la igualdad de derechos de los nativos americanos, de los negros, de los obreros, de las mujeres, de los homosexuales, de los inmigrantes…

Fíjense y verán que no me lo estoy inventando. Son los villanos de todas las épocas: los esclavistas, los maltratadores, los explotadores, los racistas... y es que, si lo pensamos, los conservadores son los malos también en la Historia. O al menos los que, vistos desde su futuro, suelen hacer el ridículo. Recuerdo a la derecha española clamando contra el divorcio, recuerdo (porque fue un shock) al experto que los políticos conservadores llevaron a un programa televisivo (cuando la polémica del matrimonio gay) que defendió las terapias para curar la enfermedad del homosexualismo, me vienen a la mente los sacerdotes que todavía dicen que la mujer debe quedarse en casa cuidando a los hijos…. Y la cosa sigue: el otro día el presidente de HazteOír envió una bolsa con un falso feto lleno de sangre a varias políticas feministas. No era una cabeza de caballo pero seguro que no soy el único que ha pensado en prácticas mafiosas de intimidación. El padrino católico. El fanático de traje. El señoro prepotente decidiendo qué deben hacer las mujeres.

Es difícil que este hombre, dentro de 100 años, sea visto como un héroe.  Será visto probablemente como un ser ridículo. Como un ser egoísta que no lucha por ampliar los derechos sino por quitárselos a los otros. Si hacen una serie, ¿alguien duda que será uno de los malos? Pero quizá lo interesante es imaginar lo contrario. Imaginar esa serie en la que el este señor es uno de los buenos. ¿En qué clase de mundo viviremos para que alguien así sea el protagonista? ¿En una distopía machista en plan El cuento de la criada? ¿En un estado teocrático similar al talibán cuyas leyes se basan en un libro sagrado? Porque cualquier avance que quite derechos no es un avance. Salvo para unos pocos, claro. Los que ya los tienen. Como aquellas mujeres cubanas que salieron en la tele y dijeron que votaban a Trump porque iba a poner freno a la inmigración latina… 

Si atendemos a la etimología, un conservador es quien quiere conservar lo que hay y un progresista es quien quiere progresar, adecuarse a los tiempos. El conservador ve todo cambio como caos y el progresista siente que si no hay movimiento las aguas se pudren y huelen mal. El conservador ve la solución a los problemas en el pasado (reaccionarios: reaccionan contra las novedades) y el progresista en el futuro (revolucionarios: lo revolucionan todo)

Y me pregunto: ¿Qué avance ha dado el conservadurismo? Es casi antietimológico, pero creo que la pregunta es lícita. ¿Cuál es la pertinencia de una ideología que no quiere avanzar? La pertinencia vista con perspectiva, porque uno puede ver muy claro lo que se debe conservar ahora mismo, por nostalgia, tradición, valores morales... pero ¿qué pensará la Historia en cien años de esos valores que cambian siglo a siglo? 

Si pienso en momentos históricos en los que ha ganado lo reaccionario, o sea la mirada al pasado frente a la mirada al futuro, se me ocurre la Edad Media (un sistema muy similar a los estados teocráticos de Irán o Afganistán, no nos engañemos), la Contrarreforma (donde España se cerró a Europa y a la ciencia, lo que nos retrasó un siglo respecto a los vecinos del norte y aún hoy lo pagamos), la Restauración (que hizo que todos los intelectuales se fueran y, lo siento, para saber quién es el bueno en una contienda solo hay que ver con quién se tienen que exiliar los artistas e intelectuales), el franquismo… Todos tienen en común la instauración de valores tradicionales, religiosos, nacionalistas. Y como efecto colateral el cierre a todo lo que venga de fuera y la rebaja en derechos de aquellos que no son normativos por una u otra razón (los que no son gente de bien, supongo).

Que no digo que todas las utopías progresistas hayan sido buenas, no se me malinterprete. El comunismo es un sistema progresista que en nombre de la igualdad hizo y hace barbaridades. Pero si pensamos en las cosas que sí ha aportado el progresismo tenemos prácticamente todos los avances sociales: la jornada de 8 horas, que las mujeres ya no dependan de un hombre para vivir, el divorcio, que los homosexuales pueden tener una familia, la abolición de la esclavitud, los anticonceptivos. 

El dinero incluso. Porque el dinero fue en su momento revolucionario. Acabó con las diferencias sociales, con la idea de que nuestra posición al nacer era inamovible porque la había elegido Dios. Consiguió grandes mejoras. ¿Y saben quién se opuso al dinero al final de la Edad Media? Pues sí, los conservadores. El liberalismo, en sus inicios, es un movimiento inseparable del progresismo hasta que se alió con el conservadurismo por razones obvias. Lo mismo pasó con los burgueses: hicieron la Revolución Francesa, la gran revolución progresista, y una vez en el poder se volvieron conservadores. Porque a quien manda lo que le interesa es conservar el poder, el statu quo, así que se hace conservador. Cualquier cambio es un problema para los que están arriba pues se arriesgan a perder algo. 

Como yo lo veo, el conservadurismo es interesante cuando no tiene el poder, cuando sirve para matizar y poner límites al progresismo para que sus cambios no se vayan de madre. Una labor necesaria pero que luce bien poco.

Y por cierto, hablo de conservadurismo, no lo mezclemos con partidos políticos concretos pues los partidos de derechas españoles son más liberales que conservadores. El liberalismo, aunque se haya aliado con el conservadurismo, prefiere el dinero a la tradición, la patria y la religión. A los paraísos fiscales o la bajada de impuestos me remito, contrarios al patriotismo y a las ideas cristianas, por citar dos ejemplos.

Y tampoco nos olvidemos de que muchos avances sociales se hacen en nombre del liberalismo porque se basan en la idea del libre mercado. Ciudadanos, sin ir más lejos, defendía los vientres de alquiler, una idea contraría a los conservadores que ni los progresistas defienden. Otro ejemplo: fue el PP quien quitó el servicio militar obligatorio, lo que se opondría a la idea tradicional de patriotismo. Resumiendo: desde la derecha pueden llegar avances porque los partidos de derechas tienen una parte liberal muy fuerte que en ocasiones colisiona con la parte conservadora. 

Así que no hablo de partidos pues ninguno en España (salvo quizás Vox con matices) es totalmente conservador. Hablo de movimientos como HazteOír y de propuestas políticas concretas que miran al pasado. Y es que las épocas de crisis son muy dadas a la nostalgia y a muchos les ha entrado la nostalgia de un mundo mejor franquista, un mundo de luz y de color para aquellos tal vez que no tienen abuelos en la cuneta o que sus familias no lo perdieron todo con Franco. Un mundo genial para los que quieren imponer una sola forma de ser y pensar en nombre de tradiciones, religiones y patrias. Un mundo perfecto si no eres mujer, gay, ateo, inmigrante, de izquierdas...

Un mundo contra el que los buenos de las películas lucharían. 

Eso no lo duden. 

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